Actualmente el mundo entero está viviendo una de las peores crisis sanitarias a raíz de la enfermedad COVID-19. Esta difícil situación, que ya ha cobrado millones de vidas, ha dejado en evidencia la realidad de los problemas de salud de la población, en particular la obesidad como uno de los principales factores de riesgo y mortalidad en enfermos de COVID-19.

Recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que la obesidad es una epidemia global que afecta a más de 650 millones de personas alrededor del mundo. Las estadísticas son verdaderamente alarmantes, según datos de este organismo 39% de la población mundial tiene sobrepeso y 13%  es obesa. Con 4.7 millones de muertes prematuras por obesidad cada año, la obesidad es la quinta causa de muerte prematura en el mundo.

Costa Rica no es una excepción en esta pandemia, tanto que fuimos catalogados como el segundo país con mayor obesidad y sobrepeso en América Latina. Las cifras muestran que un 68.5%  en personas de 20 a 65 años padece de sobrepeso u obesidad, y que los adolescentes y los niños entre 6 y 12 años presentan obesidad y sobrepeso en un 30%  y 34% respectivamente.

Esta impactante problemática nos lleva a preguntarnos ¿por qué estamos cada vez más obesos? ¿Es simplemente una elección? ¿Una cadena de malos hábitos, inactividad y mala alimentación? Definitivamente creo que es mucho más que eso, la obesidad tiene muchas caras, la cara más humana y emocional, la parte biológica, médica y genética inherente en cada persona; y también otros factores que no podemos controlar, como la educación y crianza, la situación económica y el ambiente donde nos desarrollamos.

Por mencionar algunos ejemplos, que nos pueden ayudar a entender la obesidad como una enfermedad multifactorial, existen cerca de 500 genes que se relacionan a la ganancia de peso y el gasto de calorías. El aumento de peso es un efecto secundario de muchos tratamientos médicos y resulta que algo tan complejo como nuestras hormonas controlan en gran medida nuestro apetito. Entonces no sería justo decir que la obesidad se debe solamente a “falta de voluntad”. A esto le sumamos los efectos nocivos de la vida acelerada (que muchos llevan actualmente) donde la falta de sueño, la inactividad física y el estrés son el “pan de cada día”. Ni hablar del efecto de la alta incidencia de problemas emocionales como ansiedad y depresión que se relacionan directamente con el peso. Tampoco podemos dejar de mencionar cómo afecta a nuestros niños y adolescentes la falta de comida sana en la casa, algo tan sencillo como comer en familia y hacer actividades recreativas, que hoy se han convertido en comidas rápidas y juegos de video.

Entonces, ¿qué podemos hacer al respecto? ¿Cuál es la solución para bajar esta curva de obesidad que hoy nos pasa una altísima factura en la salud? Definitivamente seguir haciendo dietas de todo tipo no es el camino correcto. Las dietas “locas” y recurrentes hacen que las personas ganen más peso por efecto rebote, además de que no son sostenibles ni saludables, y tanto proceso de dieta desgasta emocionalmente. Es urgente alejarse de las dietas y buscar incorporar estilos de vida saludables y mejores hábitos de alimentación como un proceso. Evitar pensar en soluciones rápidas y cambiar la estrategia a metas realistas y alcanzables, de la mano con una buena salud emocional y actividad física.

En concreto, después de 20 años de dar consulta de nutrición en conjunto con un excelente equipo de colegas nutricionistas, puedo decir —sin temor a equivocarme— que hay un camino correcto y ganador en la batalla contra la obesidad. Puntualmente los pacientes que logran perder peso y mantenerlo a travez del tiempo tienen en común algunas características:

  • Primero que todo, se ponen metas que se enfocan en salud y hábitos, y no en la delgadez. Esto quiere decir que su objetivo principal deja de ser el peso, quitan el mito del “peso ideal” y trabajan en mantener pesos realistas sin importar si aún se salen de “la normalidad”.
  • Practican alguna actividad física de manera regular, pero no como una tarea, más bien como un hábito o placer.
  • Disfrutan la comida saludable, reducen algunas comidas desde un concepto de autocuido y no de restricción, así que no las prohiben o las excluyen.
  • Cambian la cultura alimenticia de su entorno y su familia, cuidan su salud emocional, encuentran maneras sanas de canalizar su ansiedad y se apoyan en la guía, soporte y motivación de profesionales en salud y nutrición que se convierten en sus consejeros y amigos como parte indispensable de su cambio hacia en estilo de vida saludable. Para estas personas el venir a vernos no depende del resultado de la balanza, y por eso su constancia es mucho mayor pues su motivación para estar mas saludable va más allá del peso o de hacer dietas.
  • En muchos de los casos exitosos el trabajo interdisciplinario con otros profesionales de la salud ha sido parte de la clave del éxito.

Yo lo invito a ser parte del cambio, a confiar en usted y hacerse responsable de su salud, porque: sí se puede y sí funciona. Usted no tiene por qué sentir que ha perdido la batalla contra el sobrepeso y la obesidad; usted puede ser una persona sana y feliz de manera integral y sostenible.  ¡Aproveche que la pandemia del COVID-19 nos ha cambiado la vida a todos para replantearse un estilo de vida mas saludable!

Bibliografía aludida y consultada: LANCET 2017 (muertes prematuras por obesidad), ELANS 2015 (dato sobre ser el segundo país con mayor obesidad y sobrepeso en América Latina así como dato sobre el porcentaje de personas de 20 a 65 años que padece de sobrepeso u obesidad). Por último, el Informe Ejecutivo Encuesta Colegial de Vigilancia Nutricional y Actividad Física, 2018 y el Censo escolar Peso/Talla 2016, Costa Rica, como referencia del dato de obesidad y sobrepeso en infancia y adolescencia.

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