Whitney Houston en su obra, The Greatest Love of All, hace el manifiesto más precioso escrito hacia la humanidad. Sus versos, claman por el amor interno y un llamado a un regreso al amor entre nosotros los humanos. Es por ello que, con la inocencia de todo adolescente, escribo y hago un llamado humilde pero profundo a lo siguiente: Nos urge hacer un regreso a la humanidad.

Me duele ver como la política ha hecho una completa metamorfosis, de ser una herramienta por la cual se fomenta e impulsa el debate y diversidad de pensamiento para trabajar en conjunto y mejorar la sociedad, a ser un espectáculo, donde el debate se utiliza para crear un show mediático, donde se utilizan menudamente los ataques ad hominem, insultos charlatanes, y los políticos cruzan la raya del matonismo y el bullying ¡Lo que se supone nos enseñaron a repudiar desde niños! Además de una ambición descarada por el poder, que significa más problemas para la humanidad y sus desposeídos, que beneficios.

Me llena de orgullo ver como nuestro país se ha mantenido fiel a la obra magnífica, y pionera en el mundo, de abolir el ejército, propuesta por don Fernando Lara Bustamante y llevada a la acción por don Pepe Figueres en 1948. Pero lastimosamente no basta con ello. Recién leí Arab and Jew: Wounded Spirits in a Promised Land por David K. Shipler, libro que trata de explicar de manera humana el conflicto histórico entre los árabes y judíos en el Medio Oriente. Es una historia dolorosa, puesto que trata del repudio que muchos miembros de dichas religiones, no todos, han llegado a tener hacia el otro grupo religioso, y como se hacen un retrato grotesco el uno del otro. Lo que más me duele del libro es saber que se escribió hace treinta y cuatro años, y aun así no hay resolución en vista. El sueño universal de alcanzar la paz mundial solamente parece irreal porque nuestros líderes mundiales lo han hecho irreal ¿O acaso es más fácil y conveniente actuar como salvajes, jalar el gatillo y asesinarnos entre nos cuando tenemos un desacuerdo, a que tener líderes mundiales competentes que logren sentarse, dejar sus diferencias de lado, y negociar un acuerdo?

El odio que conlleva el racismo y la xenofobia es escalofriante. Este año tuve la oportunidad de estudiar en clase Between The World and Me, por Ta-Nehisi Coates, donde el autor narra las injusticias que ha vivido por el simple hecho de ser africano-americano ¡Que frívolo que parece! ¿Por qué será que entre humanos hemos aprendido a odiarnos el uno al otro por temas tan etéreos como el color de piel? En Costa Rica, no somos ajenos a esos problemas. Pareciera ser hace poco que, con odio y arrogancia, muchos insultaron en línea a una adolescente nicaragüense embarazada, quien ingresó al país de manera irregular, con la simple meta de encontrar una mejor vida. Despreciamos al dictador Ortega, pero muchos se lavan las manos a la hora de ayudar a nuestros hermanos nicaragüenses.

¿Por qué es que la humanidad ha perdido el humanismo? ¿Será que nunca lo tuvimos? El problema es que siempre lo hemos tenido, pero el afán de unos cuantos, aferrados al poder, corrompe dicha virtud ¡La más esencial del ser humano! Dicha tesis se ha comprobado repetidamente a través de la historia. Basta con ver a los dictadores históricos, como lo fueron Pinochet, Stalin y Hitler, y sus genocidios respectivos para ver que el sentido de humanidad se pierde a costa de la sociedad. ¿Quién le ha dado el derecho a dictadores, como Nicolás Maduro, Hugo Chávez, Hitler, Stalin y Pinochet, para mencionar a algunos, de abandonar la empatía, y a abrazar el odio?

Nuestra sociedad peligra. Lo digo sin miedo alguno. Nuestra sociedad peligra cada vez que abandonamos el concepto de la humanidad. Peligramos cuando la política se convierte en un medio por el cual unos cuantos satisfacen sus egos, en lugar de trabajar por el bien de sus constituyentes. Con cada guerra, cada vez que un dictador surge y se aferra al poder, y cuando la sociedad desprecia a los demás, por temas frívolos como color de piel, nacionalidad o género. Es por esto que reitero mi llamado a la humanidad. Sin importar nuestra posición en este mundo, todos somos seres humanos, y tenemos que abrazar los conceptos de humanidad, respeto y tolerancia para lograr alcanzar el progreso que tanto necesitamos como sociedad.

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