El mundo del que somos parte ha creado una falsa ilusión de estabilidad y control. La pandemia solamente ha venido a desmantelarla. Ahora vemos con mayor claridad que somos seres vulnerables, que no sabemos qué va a pasar mañana, todo puede cambiar de un momento a otro, nos podemos morir y nuestra gente querida también. Es decir, aunque siempre hemos sido seres vulnerables viviendo en un mundo incierto, con una tasa de mortalidad del 100%, ahora estamos tomando conciencia de esto. Y eso es algo muy bueno. En el proceso de aprendizaje el “darse cuenta” es, de hecho, el primer paso.

El miedo que experimentamos no es algo malo per sé. Sentir miedo solo significa que nuestro mecanismo de supervivencia está funcionando y que se ha manifestado algo que identificamos como amenazante. No sería prudente dedicar nuestros esfuerzos a tratar de suprimirlo, ignorarlo o minimizarlo. El miedo es información de algo que es importante para nosotros y el comprender de qué se trata es clave para gestionar saludablemente nuestras emociones. Si no lo hacemos es altamente probable que actuemos nuestro miedo y tomemos decisiones basadas en él, lo que conlleva riesgos.

El miedo que sentimos no es a la incertidumbre, ni a lo desconocido. Es una frase que usualmente decimos, pero no es correcta. Si realmente fuera desconocido no le temeríamos. A lo que le tenemos miedo es a lo que estamos proyectando en lo desconocido. Le tenemos miedo a lo que creemos que conocemos en lo desconocido. Entonces la pregunta sería: ¿Qué es lo que anticipamos que lo desconocido nos va a traer?

Muchos pensarán en respuestas prefabricadas a esta pregunta. Pero antes que nada tratemos de cuestionar nuestras propias respuestas inmediatas. Por ejemplo: le tememos a la crisis económica inminente. Hilemos más profundo y preguntémonos ¿Qué significa esto para nosotros? ¿Anticipamos un futuro desolador?

Los cambios acelerados que desembocan las crisis brindan un enorme espacio para la oportunidad, para redefinirnos, pensarnos en espacios distintos, conocer nuevas versiones de nosotros mismos, fortalecer nuestra resiliencia. La creatividad y la capacidad de adaptación del ser humano son enormes ¿Esto lo estamos viendo también? Si no, demos espacio para entendernos un poquito más y ver hacia donde estamos enfocando nuestra atención.

Las personas que llevarán mejor la crisis son aquellas que tienen la capacidad de fluir, de insertarse en el cambio y bailar con él, en sentido figurado. Imaginemos una ola gigante en el mar, como la metáfora del cambio inminente, si tratamos de controlar la ola no tendremos ningún éxito, pero si aprendemos a surfearla puede ser que hasta la disfrutemos. El éxito depende de nuestra capacidad de leer lo que ocurre en el presente y responder a esto con creatividad y flexibilidad.

¿Cómo aterrizamos este saber en la práctica?

La respuesta es simple, pero no fácil: abrazar la incertidumbre. Abrazar “lo que es” nos habilita a enfrentar con efectividad la nueva realidad. Haciendo esto, con la subsecuente curiosidad que emerge como resultado de abrazar la incertidumbre, podremos ser agentes activos del cambio.

Abrazar la incertidumbre no significa dejar de querer cosas, ni dejar de tomar acciones para crear la vida que queremos. Pero evita que nos resistamos al cambio, resistirnos puede traer mucho sufrimiento. Mientras estemos en resistencia frente a la incertidumbre nos quedaremos estancados y sin claridad para actuar, esto en definitiva limitará nuestra capacidad para la toma de decisiones. No sabemos hacia donde ir, y no podemos caminar hacia donde queremos resistiéndonos a “lo que es”.

Les comparto algunas recomendaciones para dar el paso de abrazar la incertidumbre:

  1. Antes de tratar de encontrar la solución, demos espacio a las emociones que emergen. En momentos de incertidumbre suelen salir asuntos no resueltos de nuestro pasado. Darles espacio a las emociones y observarlas es primer paso para comprender que hay adentro. Nuestra habilidad para auto-regularnos es muy importante en estos momentos y esto empieza por identificar con precisión qué estamos sintiendo. Describe lo que sientes. Defínelo con detalle.
  2. Demos tiempo a que las aguas se tranquilicen para ver con claridad. No tomemos decisiones apresuradas. Muchas veces no encontramos las soluciones porque estas vienen de adentro y por nuestro ruido interno no las logramos escuchar. Dejemos que el saber llegue a nosotros.
  3. Ayudémonos con reductores del estrés. Cuando hemos activado nuestro mecanismo de huida o ataque, nuestro sistema nervioso está en modo hiper-alerta. Debemos darle a nuestro sistema nervioso las herramientas para que se pueda tranquilizar y podamos alcanzar un estado que nos permita tener una mente clara para entender la situación y tomar buenas decisiones en consecuencia. Reductores de estrés hay muchos: una buena alimentación, ejercicio, manualidades, cantar, darte un masaje, algo que te haga reír, hay un mundo de posibilidades y depende de los gustos e intereses de cada persona.
  4. Aceptemos que lo que está pasando, está pasando. Parece obvio, pero dejemos reposar este pensamiento. Las experiencias que vivimos no son la causa de nuestro sufrimiento, la causa del sufrimiento está en el hecho de pensar que las cosas que experimentamos no deberían estar pasando o no se supone que deberían estar pasando.
  5. Seamos curiosos con las posibilidades que una nueva realidad pueda traernos. Es importante comprender que no hay una única forma de llegar al resultado. Hay muchas. Como metáfora diré que quizá en este momento cambiaron las cartas, pero el juego sigue en pie.
  6. No perdamos de vista lo positivo que tenemos alrededor y seamos agradecidos por eso. Enfoquémonos en las cosas que disfrutamos en el lugar donde estamos en este momento. El sentir agradecimiento cambia la perspectiva desde donde estamos viendo la vida.
  7. Nuestros papás dirían: “encontrarle la comba al palo”. En otras palabras: aprendamos a surfear la ola del cambio.
  8. Observemos la belleza de lo desconocido. El enfrentar la incertidumbre con una mente abierta abre un mundo de posibilidades. Pregúntese: ¿Qué puedo aprender de esto?
  9. Cuestionémoslo todo. Cuestionemos lo que creemos. Mucho de nuestro sufrimiento está en creencias oxidadas y patrones de conducta que ya no nos sirven.
  10. Somos seres interdependientes, estamos programados para conectar con otras personas, es lo que nos da sentido. Aprovechemos las posibilidades que nos brinda la tecnología y sostengamos esa conexión con la gente que queremos cerca, nos hace bien. Además, está bien querer y necesitar apoyo. Búscalo cuando lo requieras.

Este 2020 es también una ventana abierta a las oportunidades, aunque no nos sea tan fácil verlo. Grandes innovaciones están ocurriendo en este momento y con esto una redefinición social, económica, ambiental, de salud, de mucho más, y esto nos incluye. Es un tiempo para repensarnos, cambiar de perspectiva y crecer.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.