Costa Rica tiene un comportamiento atípico en relación con COVID-19 en comparación con otros países de la región, y esto no ha sido una casualidad. Ha sido el producto de esfuerzos de las autoridades y de la población costarricense por hacer cumplir y acatar las medidas sanitarias tomadas hasta el momento. El número de casos nuevos se ha mantenido relativamente bajo y estable, por lo tanto, la curva de casos acumulados no ha crecido exponencialmente. Se podría decir inclusive que Costa Rica ha logrado “aplanar la curva” desde la llegada del virus al país, sin un claro pico de casos. De hecho, de continuar las medidas similares a las impuestas en semana santa, es probable que nunca lleguemos a ver el famoso pico de casos (periodistas: ¿ya pueden dejar de preguntar por el pico, por favor?).
Hasta ahí las buenas noticias. Prepararnos con mensajes claros será esencial para tolerar y perseverar con respecto a lo que está por venir. Ese es el propósito de este escrito.
Está claro que no hemos ganado “el partido”. Todas las autoridades nos lo han dicho. Pero tampoco vamos ganando 1-0. Tampoco vamos por el segundo tiempo. No estamos ni cercanamente a la mitad de este reto. La analogía del partido de fútbol, si bien es accesible para la mayoría de ticos, da una falsa sensación de que el fin está cerca, a tan solo 45 minutos de “aguantar el marco en cero”. Nada puede estar más lejos de la realidad.
Esta pandemia en realidad se parece más a una maratón que a un partido de fútbol. Esto es de resistencia y resiliencia a largo plazo, muy largo plazo. El virus tiene todas las de ganar en esta maratón ya que tiene una resistencia enorme. Él nunca va a dejar de circular, no se va a ir del territorio nacional. En cambio, como país, somos a lo mejor, corredores de 100 metros. Tenemos buena capacidad de hacer “piques” en corto, pero rapidito nos agotamos, y tendemos a olvidar. Mientras tanto, el virus seguirá y seguirá como la tortuga del cuento infantil, que termina por ganarle a la liebre. Seguirá tocando nuestras puertas, seguirá circulando en nuestros buses, seguirá infectando a nuestros seres queridos, seguirá matando coterráneos. Lo que está sucediendo en las calles hoy, lunes después de semana santa, es una clara señal que corrimos rápido 100 metros, lo cual era muy necesario, pero se nos olvidó que esto es una maratón.
Dudosos, ya muchos preguntarán con una sensación de seguridad, ¿no es que ya pasamos lo peor? ¿No es que ya aplanamos la curva? ¿No es que ya pasamos el pico? ¿No es que lo estábamos haciendo muy bien? ¿No es que vamos ganando? ¿No es que vamos por el segundo tiempo? Pues no. Con este virus el peor escenario siempre será una posibilidad. Lo peor siempre está en el horizonte. Ese escenario que luchamos tanto para que no llegue, donde el sistema de salud colapsa, mueren miles y se llenan las morgues, sigue siendo hoy igual de probable que hace un mes, y así seguirá todos los días de aquí en adelante hasta que llegue la vacuna. Sí, estamos un poco más preparados ahora que hace 4 semanas, y mucho en parte gracias al buen liderazgo que hemos tenido de nuestras autoridades, sin embargo, mientras el virus exista en una sola persona de este mundo, y no haya una vacuna, las infecciones en millones de personas siempre serán posibles. Esa es la ventaja que siempre nos llevará el virus.
En Costa Rica esto es particularmente importante, ya que son muy pocos los costarricenses que han desarrollado inmunidad o defensas para el virus secundario a una infección. Recordemos que, en buena teoría, una vez que uno se infecta con el virus, y gracias a la memoria inmunológica, a uno no le puede dar la enfermedad de nuevo. Eso son más o menos 600 personas, y en el "mejor" escenario de que por cada persona diagnosticada haya cinco que se enfermaron y no se confirmó el caso, solo tendríamos 3.000 personas en el país que, después de un mes del inicio de la pandemia, tengan esa inmunidad. A este ritmo, serán solo unas 40.000 personas de aquí a marzo 2021.
Recalco para los escépticos, no considero y ningún análisis serio que he revisado llega a la conclusión que en Costa Rica haya un subregistro importante de casos. De haberlo, no es un porcentaje considerable comparado con los confirmados. Indistintamente de eso, una gran mayoría de nosotros —un 99.9% de la población en Costa Rica para ser exactos— seguimos y seguiremos siendo susceptible al virus.
En ese sentido muy poco ha cambiado desde que la pandemia llegó a Costa Rica. Seguimos siendo igual de susceptibles que lo éramos hace un mes cuando todos nos lavábamos las manos cada dos segundos. Cuando decidimos hacer del alcohol en gel una necesidad básica. Cuando ver a un adulto mayor era considerado algo como un atentado de homicidio. Cuando ni se nos pasaba por la mente ir a tomar café donde esa amistad hipertensa, diabética, inmunocomprometida, o sobreviviente de cáncer. Mientras sigamos siendo susceptibles, el peligro siempre seguirá siendo inminente. Solo previniéndolo, tomando las medidas de distanciamiento social y las medidas higienes estrictas, podemos evitar las escenas que hemos visto en Italia, China, España, Estados Unidos, Ecuador, entre otros. Ellos de hecho, tienen un camino todavía más largo que recorrer que nosotros.
Entonces, ¿esto significa entonces que nos vamos a tener que quedar encerrados en nuestras casas hasta que llegue la vacuna? ¿Esto es el fin de nuestra economía y sociedad como la conocemos? Pues no. Y esas son las buenas noticias. Está claro que no podemos estar en cuarentena y tener el país “cerrado” de aquí a que venga la vacuna, que como ya mencioné es la solución más probable para combatir el virus.
“Soltar” las medidas dependerá de una serie de acciones tanto de las autoridades como de la población general. También dependerá de una serie de inversiones en tecnología, y de un tanto de innovación de parte de la comunidad científica. Ya el país y nuestras autoridades en salud están dando pasos firmes en ese sentido. Pero más importante, el éxito por venir dependerá de una ciudadanía que debe aprender a convivir con el virus.
Esta publicación es la primera en una serie donde quiero explicar cuáles son las condiciones mínimas, desde una perspectiva de salud pública, para ver una sociedad costarricense pujante en un corto plazo. Por el momento, los invito a empezar a interiorizar que esto, señoras y señores, va para largo.
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