Desde hace más de 20 años se viene hablando de la necesidad de un nuevo aeropuerto que venga a favorecer la competitividad, el comercio, el crecimiento y el desarrollo turístico de Costa Rica, así como muchas otras de actividades afines con la finalidad de cumplir con la cada vez más exigente regulación de la aviación civil internacional.
Varios gobiernos realizaron los primeros estudios técnicos para definir mejoras, modernización y análisis en el territorio nacional de la red de aeropuertos locales incluyendo la selección del sitio del nuevo aeropuerto internacional. La lista de estudios es amplia, pública, conocida, pueden ser consultados y solicitados en la Dirección General de Aviación Civil.: 1992. JICA (Agencia Japonesa de Cooperación Internacional). 1997. TAMS Consulting Inc. (Estudio de modernización y Ampliación del Aeropuerto Internacional Juan Santamaría y Selección de Sitio para un Nuevo Aeropuerto 2010. INECO (Comprenhensive Plan for Modernization of Network of Airports in Costa Rica).
Estos estudios analizaron la idoneidad de mejores condiciones orográficas, meteorológicas, impactos ambientales (previo a estudios), accesibilidad a redes de transporte público y el cumplimiento de distancias recorridas según recomendaciones de la Organización Internacional de Aviación Civil. Definieron pros y contras de cada propuesta y se determinó al cantón de Orotina como el idóneo.
La Administración Solís Rivera decidió proseguir —con visión de país y de futuro— los estudios. Ante la pregunta insistente y dudas sobre la capacidad de operar en el tiempo del Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, se contrató a la empresa Enroute Aviation Consulting Partners, a fin de determinar la capacidad (Contrato FID AIJS 02-2015). Sus resultados fueron reveladores y contundentes en cuanto a la incapacidad de crecer a partir del año 2023, según el ritmo de crecimiento que se venía experimentando en ese momento. Este estudio consideró todas las mejoras que actualmente se realizan y realizarían, como obligación contractual del actual gestor.
Con la colaboración de la Corporación Centroamericana de Servicios de Navegación Aérea (COCESNA) y en coordinación con el Consejo Directivo de Aviación Civil de Costa Rica (CETAC) se continuaron los estudios, para avanzar en lo que se visualizaba como el nuevo Aeropuerto Metropolitano de Costa Rica, obras sin duda de gran impacto y generación de empleo en Orotina, Garabito, Turrubares, San Mateo y Puntarenas. Los estudios, con una inversión de $1.8 millones, se pagaron con el Fondo de Aporte a Estados miembros que COCESNA, que se usan para desarrollar estudios de esta naturaleza, no con fondos del presupuesto nacional, como de manera equivocada se ha sugerido.
Mediante licitación pública internacional COCESNA realizó el concurso en donde participaron 13 empresas de renombre mundial, quedando como adjudicataria la empresa británica Mott MacDonald, que ha desarrollado estudios y construcción de aeropuertos en Reino Uniodo, China, Singapur, India, Panamá, Ecuador, Brasil, Colombia y Honduras. Mott MacDonald determinó el emplazamiento —ahora sí el lugar exacto— ubicaciones de pistas con relación a los puntos cardinales, analizó los temas de meteorología y todos los elementos que la técnica y la ciencia requeridos.
Arrojó como extra y a pedido nuestro, los eventuales costos y un prediseño de un aeropuerto tipo F4 (es la categoría más alta a nivel mundial para un aeropuerto) en su máximo desarrollo en el año 2042, obvio está, si la demanda como factor principal en estos proyectos, lo iba permitiendo.
Se debían elaborar los términos de referencia y la licitación para el estudio de impacto ambiental del área definida, presupuesto de recursos propios de la Dirección General de Aviación Civil, que quedaron debidamente presupuestados para el año 2018 coincidiendo con el cambio de gobierno.
Correspondería al actual Gobierno, la formalización de una Unidad Ejecutora con todo y las competencias profesionales de sus miembros, hacer el análisis correspondiente a las expropiaciones definidas en el estudio por parte de Mott MacDonald, así como definir cuál sería el mejor esquema de alianza público-privada para desarrollar el futuro aeropuerto; así como las dimensiones partiendo del anteproyecto (referencia) ya definido y de la demanda proyectada.
Existe o debe existir una reserva de alrededor de $12 millones, proveniente del Contrato de Gestión Interesada —con AERIS— cuyo único uso podía ser para el desarrollo de nuevos aeropuertos internacionales según reza expresamente dicho contrato, el cual se visualizó que podría ser el financiamiento para la operación de la Unidad Ejecutora y los estudios de impacto ambiental.
El estudio de la empresa Enroute, determinó que, a partir del año 2023, el aeropuerto Juan Santamaría —con el ritmo de crecimiento que venía experimentando Costa Rica en ese momento— llegaba a su punto máximo de crecimiento, aun considerando obras de expansión en pistas y calles de rodaje. Nunca se dijo que había que cerrarlo en ese año. Su operación podría ser por tiempo indefinido si se quiere, lo que se advierte claramente es que a partir de ese año no podrá crecer el número de operaciones y pasajeros que podrían llegar por las limitaciones en la operación aérea.
De manera infundada se dice que no existen estudios. Esto lo sabe bien la empresa AERIS, a quien se le vence la concesión en el año 2026 y sin ser ingenuos están haciendo todos los esfuerzos posibles por prorrogar dicho contrato. Cuando presentamos el proyecto del Nuevo Aeropuerto Metropolitano de Costa Rica se dijo que era impensable sin las obras de infraestructura como la ampliación de la ruta 27, construir el corredor de interconexión vial de Occidente y el mejoramiento y mantenimiento de las rutas 131,137, 622, 755, 713 y 756; así como la necesidad de llevar el tren hasta esta terminal. Todas intervenciones necesarias para un aeropuerto intermodal.
Esta obra estratégica es posible con tiempo y planificación, no tratando de desviar la atención con declaraciones de falta de estudios, eso es actuar de manera irresponsable. Lo responsable es continuar otros estudios, los cuales deberán considerar las actuales circunstancias de crecimiento o decrecimiento para puntualizar al final el tipo de aeropuerto que Costa Rica necesita y merece.
El nuevo aeropuerto es de interés e impacto nacional e internacional es un verdadero motor de reactivación económica. No se debe ver relegado y menos olvidado, por una visión egoísta y de corto plazo que tanto daño la ha hecho a Costa Rica en los últimos 40 años. Debe privar el interés del país y de su ciudadanía; no el de intereses económicos de ciertos grupos.
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