La primera versión de este artículo la escribí hace algunos meses, antes de la elección en Estados Unidos y de la actual “guerra arancelaria”, sin embargo, el tema de fondo se mantiene y, más bien, quizás se acentúa bajo este contexto actual.
A finales del año pasado estuve en Singapur para llevar un curso de capacitación y realmente su corta historia como país independiente y su acelerada transición de ser un país con bajo nivel de desarrollo a convertirse prácticamente en un país desarrollado me sigue sorprendiendo.
La sorpresa es mayor porque, aunque hay varias similitudes entre Costa Rica y Singapur, como ser países pequeños, con un tamaño de población similar y abiertos al comercio y la inversión extranjera, existen grandes diferencias especialmente en el ámbito económico, que explica en gran parte el nivel de desarrollo que ellos han alcanzado en un tiempo relativamente corto.
Los datos muestran que, en pocos años, Singapur había logrado hacer crecer su producto interno bruto (PIB) anual de manera exorbitante, ya que en el año 1965 (año de su independencia) dicho PIB anual era de aproximadamente 0.97 millones de dólares y para el año 2000 fue de 96 millones de dólares. Además, este PIB del año 2000 ya superaba nuestro PIB anual de 2023. Asimismo, el PIB per cápita no era muy diferente entre Singapur del 2000 y Costa Rica del 2023, aunque igual para ese año ya Singapur tenía un PIB per cápita mayor al nuestro.
La pregunta clave que todos nos hacemos es ¿cómo lo lograron? Para saberlo hay que devolverse en la historia y empezar por Lee Kuan Yew, quien ocupó el cargo de primer ministro por más de 30 años y es considerado el artífice del llamado “milagro económico” de Singapur. Él, junto con otras personas de su equipo de gobierno diseñaron un amplio programa de reformas estructurales para convertir a Singapur en un país industrializado y moderno.
Los principios que guiaron a Lee y su equipo fueron: decidida apertura a la inversión extranjera, apoyo a la industrialización orientada a la exportación, grandes inversiones en capital humano en áreas específicas, desarrollo de infraestructura portuaria por su ubicación estratégica, creación de un marco jurídico estricto que brindó confianza a las personas y empresas, y finalmente, el cumplimiento de una estricta disciplina fiscal con un régimen de bajos impuestos.
Varios de esos principios se nos hacen conocidos porque hace varios años Costa Rica decidió seguir un camino similar, sin embargo, con una menor tasa de éxito por diversas razones, especialmente en áreas como la disciplina fiscal, la infraestructura y la industrialización.
Aunque hay coincidencia que estas medidas fueron la base del éxito socioeconómico de Singapur, pienso que no solo fueron estas medidas, sino otros factores claves los que los impulsaron al desarrollo tales como:
- Gobierno fuerte: existe elección popular del poder legislativo, aunque principalmente hay dos partidos políticos. Desde su independencia, el Partido de Acción Popular (PAP) ha dominado la política singapurense y la gente parece estar contenta con eso ¿por qué? Probablemente porque ven de manera pragmática y menos idealista, como las medidas y decisiones tomadas en el marco de este bipartidismo les han llevado bienestar económico y social.
- División de poderes: como en Costa Rica existe el poder ejecutivo, legislativo y judicial, pero la diferencia está en el sistema judicial. En Singapur existen penas legales como el castigo corporal (con vara) y la pena de muerte para ciertos delitos graves que, muy probablemente, han generado una menor criminalidad con sus consecuentes efectos económicos y sociales. Aclaro de manera contundente que no estoy diciendo, ni apoyando que en Costa Rica establezcamos este tipo de penas o castigos para lograr un mayor desarrollo socioeconómico, pero si es urgente tomar decisiones y realizar cambios para que el sistema judicial funcione de manera más eficiente y disminuya así la criminalidad.
- Derechos humanos: aunque la Constitución de Singapur garantiza el derecho a la libertad de expresión y asociación, estos derechos están regulados, y organizaciones internacionales han señalado que el gobierno restringe estos derechos y algunos otros derechos civiles y políticos. A pesar de esto, Singapur figura sistemáticamente entre los países menos corruptos del mundo y también tienen un buen lugar en términos de desarrollo humano.
- Situación social: a pesar de ser calificada como la ciudad más cara del mundo por tres años consecutivos, ver pobreza extrema en Singapur es muy raro. Esto principalmente porque el gobierno ofrece programas de asistencia que van desde la ayuda económica a los hogares necesitados, la asistencia médica gratuita del gobierno, el pago de la matrícula de los niños, ordenadores portátiles a precio reducido para los estudiantes pobres, entre otros.
- Planeamiento urbanístico: desde el inicio hicieron una planificación urbana seria y una de las medidas “insignia” que tomó el líder Kuan fue que eliminó lo que nosotros llamamos “tugurios” por medio de la construcción de edificios de “vivienda pública” que no son gratuitos, sino que el gobierno les otorga la vivienda por un plazo de 99 años, pero deben pagar un alquiler reducido. El pensamiento del líder detrás de esta medida fue, que una vez que las personas vieran solucionada su primera necesidad que es tener casa, lo siguiente que harían es salir a conseguir empleo para pagarle al Gobierno ese alquiler, lo cual tiene como efecto multiplicador una persona más ingresando al mercado laboral y una persona menos pensando en participar en actividades delictivas (“círculo virtuoso”).
Después de realizar este corto análisis comparativo vuelvo a la pregunta inicial ¿En Costa Rica podremos (y queremos) alcanzar el desarrollo de Singapur?
Me gustaría pensar que sí podemos (y queremos) lograr un nivel de desarrollo similar al de este país del sudeste asiático, sin embargo, para lograrlo tenemos que cambiar. Debemos levantar la lista de tareas urgentes (educación, seguridad, infraestructura), tareas importantes (informalidad, empleo femenino, transición energética) y tareas menos relevantes, que no será difícil de hacer porque los diagnósticos sobran.
Ahora, como hace cuatro o más años, es hora de negociar y llegar a acuerdos que lleven a decisiones difíciles, así como lo hizo Singapur. Suena trillado hablar de negociar y llegar a acuerdos, pero es el único camino cuando vivimos en democracia, reconociendo que otros pensarán diferente y tendrán intereses particulares, pero siempre debe primar el interés general, que al final nos beneficiará a todos aunque tengamos que hacer sacrificios.
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