"La oleada de manifestaciones que se han producido en numerosos países es un claro signo de que, para el progreso de la humanidad, hay algún aspecto de nuestra sociedad globalizada que no funciona. La ciudadanía está tomando las calles por diferentes motivos: el coste de un billete de tren, el precio del petróleo, reclamaciones políticas de independencia... Existe, sin embargo, un hilo conductor: la profunda y creciente frustración que generan las desigualdades".

Con esa frase inicia el más reciente Informe sobre Desarrollo Humano presentado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), publicado la semana pasada, y cuyos resultados fueron comentados el día de ayer en un panel compuesto por Pilar Garrido Gonzalo, ministra del Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica, José Vicente Troya Rodríguez, Representante Residente del PNUD Costa Rica, Laura Chinchilla Miranda, Ex Presidenta de la República e integrante del Consejo Asesor del informe, Jorge Vargas Cullell, director del Programa Estado de la Nación, y Ana Hernández Bolaños, presidenta de la Alianza de Mujeres Costarricense.

Lea además: El Índice de Desarrollo Humano (IDH) y la posición 68 de Costa Rica puesta en perspectiva, por Nicolás Boeglin.

Para el caso de Costa Rica, Troya señaló que, desde que se inició el IDH en 1990 hasta su versión más reciente el país ha logrado subir de 0.65 a 0.79, y señaló que la puntuación es similar a la del año anterior, aunque Costa Rica perdió 5 puestos en comparación con los 189 países que participan del IDH, pasando de la posición 63 en 2017 a la 68 en 2018, y ocupando el puesto 8 a nivel de Latinoamérica y el Caribe.

Además, Troya destacó que esa mejora (90-19) se debe en parte a que, en ese periodo de tiempo, la esperanza de vida aumentó en 4.5 años, los años de escolaridad esperados aumentaron en 5.6 años, aunque los años promedios de escolaridad de las personas mayores de 25 años aumentó apenas en 1.9 años y el ingreso nacional bruto per cápita aumentó en 1.26%.

Troya, también señaló que desde el 2010 el índice se ajusta por la variable de desigualdad, y al aplicar ese ajuste a Costa Rica los resultados bajan a un 0.64, lo que señaló resulta preocupante por la caída y porque esa cifra se ubica por debajo de lo obtenido en 2017 cuando con el ajuste el resultado era 0.65.

Además, se destacó que, en el tema de igualdad de género se obtuvo un resultado del índice de igualdad de género de 0.97, pero que la brecha de ingreso nacional bruto según género reduce los resultados del IDH para las mujeres en comparación con el de los hombres en el país. Sobre estas desigualdades de género, se señaló que se le debe poner atención a aspectos como la inserción laboral de las mujeres, ya que, aunque estas tienen en promedio más años de educación, reciben menos ingresos y tienen menor participación en el mercado laboral.

Por su parte, la expresidenta Chinchilla señaló que el informe es importante, porque el tema de la desigualdad es uno de los principales obstáculos para alcanzar el desarrollo. Destacó como principales hallazgos del informe que la desigualdad está experimentando cambios importantes, ya que, a pesar de que se han logrado cerrar brechas en las necesidades más básicas (alimentación, seguridad, abrigo, etc.),  las necesidades más sofisticadas (acceso a tecnologías, información, etc.) están generando una nueva generación de desigualdades que se está ampliando y estas brechas aumentarían como consecuencia del cambio climático y la cuarta revolución industrial.

Chinchilla destacó, además, que otro aspecto importante del informe es que recuerda que hay que ir más allá de los promedios a la hora de analizar las desigualdades y señaló que muchas de las causas del descontento social que se ha visto en distintos países, tiene que ver con la forma en que la clase política ha venido leyendo la situación de los países:

Hay una crisis de representatividad, no hay la menor duda, hay aspectos positivos de la mejora de esta representatividad, creo que una parte positiva es la incursión de la mujer en la política, y Costa Rica debe sentirse muy satisfecha con la representación en el Parlamento, pero mientras llegamos a solucionar esos problemas de representatividad, porque tiene que ver mucho con la arquitectura del sistema político, y son los cambios más complicados de hacer, me parece que tenemos también la posibilidad de avanzar, a través de las tecnologías digitales, y si hay voluntad política, con ejercicios de democracia, de participación mucho más directas, ese es el gran clamor, sobre todo, de las nuevas generaciones.

Vargas Cullel por su parte señaló que en Costa Rica los cambios necesarios para atender las desigualdades van por el lado de 1. Cambiar la forma en que se ven y definen los problemas, 2. Salir de la inercia institucional y empezar a evaluar los resultados de las políticas públicas que se ejecutan, 3. Cambiar la forma de entender las necesidades de los territorios, información que ya está disponible en el Edus (Expediente Digital Único de Salud) y Sinerube (Sistema Único de Beneficiarios del Estado) y 4. Involucrar a la población en la formulación de las soluciones. Finalizó señalando que:

Lo único bueno, de la complejísima situación que tenemos en Costa Rica, es que la recta tradicional para salir del problema, que era que el Estado gaste plata, no es posible. entonces, si queremos salvar de alguna manera esta democracia tenemos que convocar a los ciudadanos a resolver los problemas.