En febrero de 2016, luego de una reunión entre representantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Consejo Presidencial Económico de Costa Rica, el organismo internacional recomendó a nuestro país hacer análisis económico desde la perspectiva social.

En el marco de las negociaciones para que Costa Rica forme parte de la OCDE, la evaluación económica que hizo este organismo a nuestro país dejó claro lo que ya algunas personas saben: Costa Rica es un país muy desigual.

Dicha evaluación, que es del 2016, llama la atención en que los ingresos se concentran cada vez más. El 10% de los hogares más ricos gana 32 veces más que el 10% de los hogares más pobres.

Así las cosas, no es que no haya dinero, es que se concentra en pocas manos, y ¿por qué?, ¿Por qué no puede haber un crecimiento equilibrado, donde haya un balance entre la necesidades económicas y sociales?

En palabras políticamente más correctas es lo que la OCDE puso sobre la mesa. Entonces. Como en el resto de los países miembros de esta organización tienen un Consejo Económico y Social se acordó formar una de estas instancias en Costa Rica.  

Al menos desde el 2006 algunos actores sociales han estado trayendo a la discusión pública la necesidad de crear un consejo de esta naturaleza. También, sin ningún éxito, se han presentado proyectos de ley para crearlo.

Entiendo que para muchos esta introducción puede resultar abstracta si nunca han leído o escuchado sobre una instancia como esa, pero para aclarar dudas nos atendió la secretaria general del Consejo Económico y Social de Holanda (SER), Véronique Timmerhuis.

Ella estuvo de visita en Costa Rica en el marco de la firma del (segundo) decreto para la creación del Consejo Consultivo Económico y Social de Costa Rica (CCES).

Secretaria general del Consejo Económico y Social de Holanda (SER), Véronique Timmerhuis. | Foto por Eduardo Carmona

El rollo de los consejos económicos y sociales (CES) es que “con el objetivo de mejorar la gobernanza, muchos países y/o ciudades han impulsado la creación de una instancia de diálogo permanente en la que los diversos actores sociales –no políticos– y con una opinión válida y respetable, participen y emitan sus opiniones”.  

En esta conversación con Véronique Timmerhuis, conoceremos cómo trabajan los consejos más consolidados, como el holandés, y luego veremos cómo podría funcionar el recién instaurado CCES, de Costa Rica.

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Primero, quise conocer la posición de Timmerhuis sobre los actores sociales, llámense ciudadanos, asociaciones de desarrollo, etc., que trabajan desde trincheras naturalmente no políticas pero que tienen una clara influencia política.

¿Cómo inciden los actores sociales no políticos en la política?

—Le voy a dar un poco de antecedentes de los Países Bajos para que lo comprenda mejor. En Holanda tenemos un sistema político con muchos partidos políticos los cuales necesitan encontrar consensos para crear coaliciones. Entonces, necesitan un apoyo social amplio para poder gobernar, para hacer que las cosas sean aprobadas en el Parlamento y para lograr aceptación de la sociedad.

Cuando usted [político] debe tomar decisiones políticas difíciles, por ejemplo, en Seguridad Social, es bueno para la coalición y para el Parlamento saber que hay un amplio apoyo de los sectores sociales y, por ende, de la sociedad.  

¿Cómo podemos entender que es influencia política real y no solamente discursiva?

—Por los efectos que tiene. Si las sugerencias que salen del Consejo son unánimes tienen muchísima influencia y con frecuencia los políticos las asumen. Por tanto, no es un poder directo, pero sí existe influencia.

El Consejo tiene interlocutores entre actores sociales y el Gobierno, ¿quién decide quiénes son estos interlocutores?

—Tenemos una ley en el Consejo, dice que tenemos tres grupos:  Los sindicatos (públicos y privados), las asociaciones de patronos y expertos independientes.

Los dos primeros grupos, los sindicatos y las asociaciones de patronos, están conformados por todos los grupos relevantes del país. Y cada dos años se estudian nuevos posibles participantes que se quieran involucrar.  

Para estos dos grupos, los puestos no los decide el Gobierno, sino los propios sectores deciden quiénes los representan en la mesa del Consejo.

Sin embargo, el tercer grupo que son los expertos independientes son nombrados por el Gobierno. Usualmente son profesores universitarios, investigadores. Detrás de este tipo de nombramientos hay conversaciones informales, existe un proceso de “reclutamiento” de actores sociales que quieran trabajar en el Consejo.

Pero si algún profesor universitario está pensando únicamente en su propio bien no nos funciona. Estas inquietudes nosotros [el Consejo] las llevamos a los miembros del gabinete del Gobierno y ellos evalúan los perfiles.

A final de cuentas es el gabinete el que los nombra, pero ellos no son empleados del gabinete sino del Consejo, se les paga por dieta.

A la entrevista asistió una traductora quien dejó récord de lo dicho por Timmerhuis | Foto por Eduardo Carmona

POLITIZANDO LO SOCIAL

Que los expertos independientes sean propuestos por el gobierno, ¿politiza el consejo de alguna manera?

—Un poco, sí. Todos [los expertos independientes] tienen sus propios puntos de vista, algunos tienen perspectivas políticas muy conocidas y explícitas, y hasta son militantes de algún partido político, no la mayoría; pero sí se torna un poco político.  

Sin embargo, nosotros [SER] intentamos balancear en el sentido de que el Consejo no sea únicamente integrado por militantes de un solo partido político, intentamos lograr una buena representación de todo el espectro político relevante para el país.

Pero realmente el valor de los expertos es encontrar (…) una perspectiva más técnica-analítica que política.

Decía que quienes forman parte del Consejo deben tener una opinión válida y respetable, ¿quién decide quién tiene esa opinión válida, y cuál es esa opinión válida y respetable sobre lo que sucede en el país?

—Se decide a partir del conocimiento de lo que funciona basado en hechos, no solamente opiniones; se debe tener una perspectiva compartida de lo que sucede y ser muy analíticos.

En el Consejo de Holanda, por ejemplo, utilizamos enfoques basados en evidencia. Junto con todos los grupos de la mesa hacemos un análisis del problema, de lo que está en juego, profundizamos y damos una perspectiva compartida.

En nuestro país existe la Oficina de Análisis de Política Económica donde se hacen pronósticos muy independientes, por ejemplo, se preguntan ¿si se aplicara tal política cuál sería el resultado? De estos recursos tomamos ventaja.

Entonces, antes de plantear X política pública se hacen investigaciones para saber cuál será el [posible] resultado. Esta oficina es algo así como un árbitro, un juez; de modo que este tipo de experiencia independiente está muy relacionada con lo que hacemos [en el SER], y además está muy bien vista y reconocida por la sociedad.

¿Cómo diría usted que podría funcionar un consejo de esta naturaleza en un país como Costa Rica donde no existe un actor como este, y en el cual las voces de oposición, en ocasiones, no se basan en hechos comprobados o investigaciones sino en opiniones, y/o posiciones ideológicas?

— Anteriormente dije cómo funciona en mi país. Esto no es algo que puede trasplantarse. Cada país debe buscar su forma. Lo que yo podría aportar es la experiencia de nuestro trabajo.

Para Costa Rica, esperaría que los sectores sociales propongan políticas sociales basadas en evidencia, y que se sienten juntos a hacer análisis; que, basados en hechos reales y comprobados, entiendan juntos lo que está sucediendo.  

Claro está que los hechos no siempre son objetivos y puede haber discusiones al respecto. Pero si el análisis se hace en conjunto y logran un acuerdo es una muy buena base para dar el siguiente paso: identificar el problema.

Con el problema definido será más fácil hablar de soluciones. Trabajar a partir de la evidencia es muy útil para encontrar puntos de encuentro.

¿Las sugerencias del consejo de su país son de carácter vinculante?

—No. Es consultivo. Pero las conclusiones son relevantes; si el Gobierno dice no a una de nuestras conclusiones o sugerencias, el Gobierno le está diciendo que no a grupos muy importantes en la sociedad.  

Aunque, por supuesto, el Gobierno y el Parlamento le pueden decir que no a nuestras sugerencias. También puede suceder que si la negativa es unánime [Gobierno y Parlamento], será más fácil decirnos que no.

Pero si los sindicatos y patronos, y otros grupos de la sociedad, juntos dicen tal asunto es bueno, por la razón que sea, usualmente el Gobierno y los grupos en el Parlamento comparten la línea política, porque estamos frente a un amplio espectro político que también trabaja para buscar el consenso en el país.

Unos cuantos dispositivos de audio para la traducción en tiempo real | Foto por Eduardo Carmona

LA IDEOLOGÍA DE TRABAJAR JUNTOS

El Consejo hace alusión a lo social y económico, generalmente hay un desbalance entre la atención que se le presta lo económico y a atención que recibe lo social. Usted como socióloga y secretaria de este consejo, ¿cómo diría que ayuda al crecimiento de un país prestarle igual atención a lo social que a lo económico?

—Realmente lo social es la base del consejo. Nosotros somos ambos y combinamos ambas visiones. Tenemos una visión de crecimiento inclusivo y si se quiere ser inclusivo se debe atender ambos sectores, al mismo tiempo y sin dividirlos.

Por ejemplo, uno de los temas de nuestra agenda tiene que ver con los efectos de la robótica, entonces analizamos todos los beneficios económicos que podría traer, pero a la vez vemos a todos los grupos de la sociedad que podrían verse afectados por la pérdida de empleos que serán ocupados por esta tecnología.

¿Se trata de una visión menos ideológica?

—Por supuesto, el SER inició después de la Segunda Guerra Mundial. Nuestro país estaba en ruinas. Hace 70 años éramos un país pobre, sin embargo, salimos muy rápido de la miseria porque trabajamos juntos.

Entre patronos y sindicatos se pusieron de acuerdo para trabajar juntos. Formularon metas y ambiciones comunes. Son tres metas fundamentales: crecimiento económico en forma sostenible, la participación de tantas personas como sea posible, y la distribución justa de la riqueza.

Estas tres metas se mencionaron justo después de la Segunda Guerra Mundial en diferentes palabras, con el tiempo las hemos ido depurando, pero la idea fundamental permanece hasta el día de hoy.

Como idea podría ser abstracta, pero honestamente es una perspectiva compartida que tenemos entre sectores, tanto patrones y sindicatos lo comparten. Esa es nuestra ideología hasta el día de hoy, trabajar juntos.

Increíble.

—Claro que no todos los patronos son buenos, sin embargo, [estas metas] son para su propio beneficio y ellos lo saben, porque con este modelo de inclusión nos va bastante bien.

Cuando empezó el consejo, después de la Segunda Guerra Mundial, en un contexto donde nadie puede confiar en nadie, ¿quién propuso la creación del SER, desde donde se empezó a fomentar la confianza entre el sector social y gubernamental?

—En nuestro país vino como una iniciativa propia de la sociedad, y el gobierno participó inmediatamente, pero eso fue hace mucho tiempo...  yo no había nacido (ríe).

¿Entonces fue una iniciativa más social que gubernamental?

—Sí. Durante la Segunda Guerra Mundial los líderes de los sindicatos y los patronos, a quienes los alemanes tomaron por prisioneros, estuvieron juntos encerrados en celdas. Entonces hablaban entre ellos y decían que cuando la guerra acabara debían trabajar juntos; empezó a construirse una confianza personal en aquel momento.  

La confianza es algo que se puede construir, es decir, para trabajar juntos no deben ser mejores amigos o ir a sus fiestas de cumpleaños. Pero sí es necesario conocer el valor de trabajar juntos.

¿Tiene alguna sugerencia para Costa Rica respecto de cómo trabajar de acuerdo a lo que ha contextualizado que sucede en su país?

—Estoy acá para inspirar, y dar un ejemplo de cómo funciona en nuestro país. Espero que mi experiencia sea interesante para ustedes y que logren hacer funcionar su consejo.

Sin embargo, [que el consejo funcione] depende del Gobierno y otros actores interesados.

Véronique Timmerhuis, “la importancia de trabajar juntos” | Foto por Eduardo Carmona

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Para cerrar Véronique Timmerhuis, dice que al final de cuentas en su país todos saben que es bueno e importante trabajar juntos.  

Es decir, no es sencillo, no todo el tiempo tenemos éxito. Discutimos mucho, nos defraudamos. Pero al final, el próximo año, en 5 años, o en 10 años, incluso en 20 años tendremos que seguir trabajando juntos.

Dice que la clave es entender que en la misma mesa estarán los mismos grupos de la sociedad, y hay que hacerlos funcionar sin importar quiénes sean los actores de turno.

Si usted se da cuenta de eso, usted será más cuidadoso en su estrategia, porque sabe que es una relación de largo plazo. Estamos hablando de confianza de largo plazo. Se debe construir entre los grupos y nosotros ya tenemos 70 años de estar trabajando en eso

Reconoce que han tenido altibajos, pero al final saben que deben regresar a la mesa. “Si usted se pelea demasiado y quema todos los puentes a su alrededor, nadie trabaja. Y en realidad nadie quiere provocar eso”.

COSTA RICA

El primer decreto, firmado por Luis Guillermo Solís para la creación del CCES fue publicado el 15 de mayo del 2018, sin embargo, el 8 de marzo de 2019 Carlos Alvarado decidió derogar el anterior y reformar integralmente esta instancia.

Entre las diferencias sustanciales entre un decreto y otro está la cantidad de sesiones. Mientras que el primer decreto determinó que se harían reuniones bimensuales, el decreto vigente solo establece una cada seis meses; en ambos casos se menciona que las sesiones extraordinarias se harán cuando sean necesarias.

Leyendo la conformación de ambos consejos, me parece a mí que, el primer consejo era una instancia menos politizada que la vigente. Las únicas figuras políticas que destacaban eran quien presidía el CCES, que lo hacía por dos años, y quien ocupaba la vicepresidencia del Consejo, quien era designado/a por el Ministerio de la Presidencia, nombrado por un año. En cambio, ahora la presidencia del CCES es por un periodo de cuatro años. Todos trabajan sin paga alguna, o con la satisfacción de servirle a la patria, dirían algunos.

El punto es que, leyendo lo que nos contó la secretaria general del SER, Véronique Timmerhuis, nos damos cuenta de varias cosas. Si bien los modelos no se pueden clonar, se podría trabajar en cierta dirección. Es decir, podríamos copiar lo mejor del modelo holandés y hacer caso de temas centrales como no politizar la instancia.

Si no, ¿qué chiste tiene crear un consejo que tendrá carácter de saludo a la bandera? Es una pregunta que se deben hacer y responder quienes ocupen los 25 asientos en el CCES de Costa Rica.

los consejos económicos y sociales (CES) es que “con el objetivo de mejorar la gobernanza, muchos países y/o ciudades han impulsado la creación de una instancia de diálogo permanente en la que los diversos actores sociales –no políticos– y con una opinión válida y respetable, participen y emitan sus opiniones”. | Foto por Eduardo Carmona

Ya que estructuralmente el CCES quedó planteado como una instancia muy política –lo cual le resta independencia– se podría trabajar en cómo construir confianza que permita articular perspectivas de largo plazo entre los sectores y bajo enfoques objetivos que favorezcan una cultura de diálogo y consenso.

Sin duda, los enfoques objetivos solo se lograrán basando las políticas públicas, y las discusiones sociales y económicas, en hallazgos de actores independientes, como INEC, CONARE, Contraloría General de la República, y otros.

En cualquier caso, el tremendo reto lo tenemos en cómo lograr involucrar a la sociedad en el diálogo y consenso que se supone fomentará el CCES. Ahora mismo, con costos la gente se entera de lo que sucede en el Consejo de Gobierno o el Plenario Legislativo.

Para terminar, veamos lo positivo, y es que, en una realidad multipartidista en la cual, al igual que en Holanda, se requiere de consensos para gobernar, esta es una oportunidad para tomar en cuenta a todos los actores sociales y políticos.

No creo que sea una casualidad que durante los primeros 11 meses de la actual administración se lograra aprobar dos de las reformas más urgentes para Costa Rica: la fiscal y la del Reglamento del Congreso. ¿Por qué? No porque sea este o el otro partido político el que está gobernando, sino porque a todos les convenía, de alguna manera.

Este puede ser el inicio de una relación de largo plazo entre diversos sectores sociales y políticos. Ya saben, no se trata de ser mejores amigos, se trata de comprender el valor de trabajar juntos. Gracias por leer.