Hablemos de la salud y todas sus dimensiones. Por ejemplo, la violencia.

La violencia es un constructo social del cual nadie está exento. El uso desmedido de la fuerza, en cualquier aspecto, es lo que tradicionalmente conocemos como violencia, puede ser ejercida de parte de un gobierno, de instituciones descentralizadas, y obvio, de ciudadanos y ciudadanas comunes.

Sin embargo la cara más conocida de la violencia es la criminalidad, mal que por cierto va en aumento en Costa Rica.

La violencia, tanto como la criminalidad son problemáticas sociales muy complejas, e idealmente precisan de abordajes intersectoriales. Pero, usualmente se le achaca al Ministerio de Seguridad Pública (MSP) la titánica tarea de lograr bajar los índices de inseguridad que generan la violencia y la criminalidad.

En términos sencillos, cuando nos preguntamos qué tan seguros estamos pensamos en la incidencia criminal hay en el país, y cuánto de ella pueden contener las autoridades (policiales).

Pensando un poco en esto, llegué a tener muchas preguntas y cero respuestas de mí para mí. Por eso, decidí aproximarme al MSP para saber si ellos abordan el tema de la criminalidad como un aspecto fundamental para la estabilidad social.

Me indicaron que me atendería el viceministro Luis Carlos Castillo Fernández, quien tiene a cargo las acciones operativas del Ministerio.

Sus estudios académicos lo titulan como licenciado en Criminalística,  Perito en Balística y en Documentología, y su experiencia lo coloca en distintos niveles de jefaturas en el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), también como ex viceministro de Presidencia con cargo de Programas Antidrogas, Antiterrorismo y Seguridad Nacional.

El tema de la criminalidad, como un aspecto fundamental en la estabilidad social del país, me llama la atención especialmente cuando la Organización Mundial de la Salud dice que la violencia se considera como epidemia en países que igualen o superen los 10 homicidios por cada 100 mil habitantes. Nuestro país cerró el año pasado en 11.5.

Pero los homicidios, que responden cada vez más a crimen organizado, no son solo una estadística. Envuelven una dinámica social que está siendo normalizada.

En una sociedad como la nuestra, ¿de donde surge la indiferencia ante la inseguridad y a ola de criminalidad constante? En menos de 4.000 palabras don Luis Carlos nos ayuda a comprender.

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Hablemos un poco de las raíces sociales de la criminalidad, y de cómo hacemos que la lucha contra la criminalidad sea un eje de estabilidad social.

Pero antes, me gustaría empezar con un breve contexto de quién es usted y después desarrollamos el tema de la lucha contra la criminalidad como eje de la estabilidad social.

—¿Quién soy yo? Un funcionario público que ama a este país y quiere que este país esté mejor cada día.

Tengo 38 años de estar en la función policial. Fui miembro del OIJ. Fui gerente general de dos empresas de seguridad, una de transporte de valores y una de oficiales de seguridad.

Fui viceministro de la Presidencia a cargo de los programas antidrogas y antiterrorismo. Fui asesor del Ministerio de la Presidencia,  del ministro de Seguridad pasado, y ahora me desempeño como viceministro de Seguridad Pública, ahora estoy a cargo de todas la unidades operacionales del ministerio.

Esta parte de las acciones operativas, ¿cómo las podemos entender?

—Son todas aquellas acciones que se generan en los campos de trabajo. Por ejemplo, la atención de situaciones a nivel del mar, emergencias y rescates le corresponde a Guardacostas. 

La sección de vigilancia aérea tiene que ver con la atención de eventos y trazabilidad de aeronaves en temas de riesgo o en temas de narcotráfico; además, la sección de vigilancia aérea también participa de rescates, en atención de heridos en zonas indígenas,  en programas de proyección social, etc.

¿Proyección social?

—Todas las unidades del Ministerio de Seguridad Pública, o por lo menos las cinco que tengo a mi cargo, tienen proyección social, es inherente a la función de operaciones.

Por ejemplo, la Policía de Control de Drogas (PCD) tiene su parte operativa en investigación de tráfico local e internacional de drogas, pero también tiene proyección social porque participan en eventos en zonas indígenas con los niños, en diciembre.

La Fuerza Pública a la que le corresponde el resguardo en materia preventiva a nivel nacional, también tiene programas de proyección social.

¿Esto programas sociales se puede entender como cuando una empresa privada habla de Responsabilidad Social?

—No, estos se entienden como programas preventivos.

Pero entonces me quedo un poco confundida con esto de que van con los niños en Navidad, por ejemplo, ¿eso tiene un tinte social o preventivo?

—Yo diría que es más preventivo, aunque me parece que tiene un efecto doble.

Es llevarle a los niños no solo una experiencia diferente en su día a día, sino acercar a los niños a la Policía, que vean en el policía un amigo (a), no un ogro o un extraño, de modo que se rompa el hielo entre la ciudadanía y el policía y se logre una buena comunicación.

EVOLUCIÓN DE LA CRIMINALIDAD

Hablemos de los últimos 10 años. ¿Cómo se ha transformado la criminalidad en el país y cuáles son las transformaciones que ha hecho el MSP para hacerle frente?

—Para nadie es un secreto que la criminalidad, a  nivel mundial, siempre va tres pasos adelante de la Policía. ¿Por qué? porque la Policía se rige por una serie de regulaciones, que no existen para la delincuencia.

La delincuencia puede tener el arma que quiera y no necesita permisos, puede comprar los carros o equipos que sean, porque tienen el poder adquisitivo para hacerlo y no tienen limitaciones.  

En cambio, la Policía tiene que someterse a una serie de procesos administrativos para poder comprar un carro o un arma. Vea ahora por ejemplo,  la Contraloría [General de la República] dijo que no [se podían adquirir armas] porque no-sé-qué,  y no deja de tener razón, pero a lo que voy es que la Policía tiene  regulaciones en todo, los delincuentes no tienen ninguna.

Hace 10 años, la incidencia delictiva en este país era diferente, era menos y más variada. Antes lo que había era robos en casas, cosas de ese tipo. Nada trascendente.

Pero ahora, bajo las circunstancias de la globalización en el tema de la droga, ha hecho que Costa Rica se vea muy vulnerable ante el tráfico internacional de drogas.

Este es una de las afecciones medulares a una sociedad, y de la cual se desparraman una serie de delitos, desde el homicidio, hasta asaltos, robos, etc, etc, etc. En este sentido hay una involución de la criminalidad (ahora hay más concentración de la criminalidad en torno al delito del tráfico de drogas).

Las instituciones que trabajamos en seguridad no tenemos los mismos recursos [que la delincuencia] y eso nos obliga a estar constantemente tomando en cuenta mecanismos diferentes, evolucionando e investigando en tácticas, técnicas y procedimientos, para más-o-menos tratar de irnos igualando o adelantando a la delincuencia.

Entonces sí, ha sido duro, pero hemos evolucionado con el aprendizaje del día a día.

Usted menciona que la parte de investigación es muy importante. Desde este Ministerio, ¿existe algún departamento de investigación, que analice cómo la sociedad va respondiendo a la involución de la criminalidad y cómo incide en la percepción de inseguridad o seguridad?

—El Ministerio de Seguridad Pública solo tiene una oficina que hace investigación pura, digámoslo así,  que es la Policía de Control de Drogas (PCD).

Ellos analizan todo el fenómeno criminal en materia de drogas y trabajan a nivel de tráfico internacional o nacional, además, hacen el proceso de investigación y presentan a los tribunales de justicia [los casos].

El resto de las policías: Fuerza Pública, Vigilancia Aérea, Guardacostas y Fronteras,  lo que hacen es análisis de la situación delincuencial del país; determinan cuáles son las zonas de mayor incidencia o de mayor riesgo para poder trabajar en ellas.

Para esto toman en cuenta el tipo de incidencia que se da, cómo, cuándo y dónde [afecta] y trabajan preventivamente en cada una de esas zonas.

Nuestro insumo son los índices delictivos que, a través de denuncias, va formulando la misma ciudadanía. De modo que tenemos una realidad en cuanto a las diferentes zonas a nivel nacional.

Más allá de este diagnóstico, ¿el departamento de investigación hace algún tipo de análisis de cómo afecta, no solamente a las comunidades sino, al país la diferencia entre la percepción de inseguridad y la inseguridad real?

—Ellos básicamente hacen el análisis en función del tema de drogas. Están enfocados en drogas. Es el delito que más connotación tiene, porque como le decía, a raíz del tráfico de drogas y las bandas organizadas, ahí se genera muchos más delitos, entre ello s el homicidio.

Costa Rica tiene la tasa de homicidios más elevada de toda su historia. El año pasado cerró en 11.5 por cada 100 mil habitantes. ¿Cómo está actuando este Ministerio frente a esta situación?

—Hay algo muy interesante. Si comparamos octubre 2017 con octubre 2018, tenemos una baja de 7 y 8 homicidios, lo cual nos dice que algo se está haciendo bien y debemos replicarlo.  

Como Ministerio de Seguridad Pública, no podemos luchar solos contra la delincuencia organizada. El Ministerio no puede luchar individualmente contra el narcotráfico.

Para ello se necesita hacer un equipo de trabajo integral, donde esté Policía, Justicia, y otras instituciones de bien social, para que de forma integrada podamos atacar el problema.

Por ejemplo, ¿cuál es el problema en Limón? Que no hay trabajo. ¿Cuál otro problema tiene Limón? Que al haber una tasa de desempleo muy alta, alguna gente se dedica a cosas ilegales.

Se dedican a llevar o vender droga, a robar, a asaltar. Los niños que viven en familias ven a su papá, su hermano, su tío, a su tía, involucrados en drogas;  los ven con joyas y carros, esos menores quieren ser igual a sus familiares.

Hay familias completas que se dedican al tráfico de drogas, desde la abuela, el abuelo, hasta el tío y los hijos.

¿Eso es cada vez más frecuente?, ¿o se mantuvo o a bajado?

—No, eso tuvo un pico y va bajando. Porque en eso la PCD ha trabajado muy fuerte y va bajando el tema de narco familias.

A lo que voy es que, al una sociedad carecer de insumos para salir adelante, buscan otros caminos como la venta de drogas.

Es una escape de la sociedad, para “sobrevivir”, porque este es un negocio muy lucrativo. Por ejemplo, se ha determinado que una narcofamilia puede generar hasta dos millones de colones al día.

Entonces, uno se pregunta ¿cómo se puede parar eso? Y aquí es cuando decimos que la seguridad es cosa de todos, pero ¿dónde están todos? porque la seguridad no sólo cuestión de la Policía

¿Dónde está el Ministerio de Salud?, ¿dónde está el PANI?, ¿dónde está el IMAS?, ¿Dónde está la Caja?, ¿dónde está el Poder Judicial?, ¿dónde está el MEP? Es un asunto donde todos tenemos una cuota de participación.

En esta administración uno de los objetivos primordiales es integrar a toda la sociedad en programas de prevención contra la delincuencia.

INTEGRAR

Continúa el viceministro.

"Por ejemplo, yo voy a Guápiles y me reúno con la alcaldesa, ella dice que Guápiles tiene mucha incidencia delictiva y de drogas. Y cuando uno pregunta qué están haciendo ellos [gobierno local] dicen que es culpa de la Policía, que hay asaltos porque no hay policías. Pero un uniforme no hace la diferencia en temas de prevención. Un uniforme ayuda, pero no hace la diferencia.

¿Por qué no hace la diferencia? Porque, por ejemplo, el otro día me decía la alcaldesa de Quepos que necesita que vayamos [la Policía] a quitar a un montón de chiquitos indigentes que están tirados en Manuel Antonio, y que les quiten la mercadería a los vendedores que andan en la playa porque son productos nicaragüenses y no tienen permiso de la municipalidad.

Y yo le decía que el tema indigencia no le corresponde a la Policía. El de ventas ambulantes tampoco, eso le corresponde a la municipalidad misma. Pero en este país ha sido normal que la gente le eche la culpa de todo a la Policía. Dicen que la Policía tiene que recoger a personas alcohólicas en las calles, para eso está el IAFA; o que tenemos que cerrar cantinas porque venden licor 24/7, y es eso no es competencia legal de la Policía.

Entonces yo como institución, sea cual sea, tengo mi cuota de responsabilidad para ayudar a la sociedad en temas de seguridad.

Por eso, el Ministerio Seguridad Pública ha tomado la batuta de integrar en sus operaciones, a nivel nacional, a varias instituciones como las que le mencioné, para que sus jerarcas también vean y sientan qué es lo que vive la sociedad y qué es lo que le demanda como institución.

El otro día el ministro [Michael Soto] andaba en la León XIII, y dice que en un terreno en el que se metió con algunos vecinos, se encontró debajo de unas latas a dos mujeres drogadas, tomadas y en condiciones de salud precarias. ¿Qué fue lo primero que hizo? Pedir que le localicen a alguien del Ministerio de Salud, porque eso es una responsabilidad de ellos, y también a gente del IAFA para que las atiendan en la materia de [rehabilitación] de drogas.

En este país hay un instituto que le brinda  atención a la persona drogadicta, ¿qué está haciendo ese instituto? digo, no lo critico, sus cosas estarán haciendo, pero lo que me pregunto es ¿por qué no están en las calles trabajando en estos casos?

Este Ministerio [SP] lo que está haciendo es sacar de las oficinas a las calles a toda esa gente [autoridades] para enseñarles la realidad.

El otro día llevamos a la viceministra de Salud, a Las Gradas, ahí en Cristo Rey, salió asombradísima y asustada de todo lo que estaba pasando en su Costa Rica, y que no conocía.

Eso es lo que necesitamos, integrar a toda la sociedad, a todas las instituciones [a trabajar] contra un problema que vivimos todos, la criminalidad. Pero para muchos es muy fácil decir: “ay es que la Policía…”.

¿De de donde cree que salió esa idea de, pese a tener muchas instituciones que se encargan de problemáticas específicas, achacarle la culpa de “todo” a la Policía?

—Del “a mí que me importa”, “eso no es mi problema”. “¿La seguridad en educación?, no ese no es mi problema, eso es problema la Policía”.

Es hasta ahora que se está buscando integrar a las instituciones. Hay que hacerlos [jerarcas] entrar en conciencia de la responsabilidad que tienen como institución. Ahí es donde está el problema.

¿Cómo están reaccionando los jerarcas de estas instituciones?

—Yo siento que muy bien, porque inclusive ahora llaman y quieren participar en asumir su cuota de responsabilidad.

Y es bonito porque a veces en algún operativo, nos llama a la gente de salud para ver si pueden participar, o la de educación. Entonces, hacemos todo un dispositivo y los llevamos.

VIOLENCIA

En algún momento, el año anterior, pude hablar con don Michael, y él me comentaba que no solamente los homicidios a raíz del narcotráfico van en aumento, sino también el nivel de violencia reflejada en los cuerpos que llegan a la morgue.

¿Cuál es el mensaje que estos grupos quieren enviar a la sociedad y cómo trabaja este Ministerio para contrarrestar ese mensaje?, ¿cómo articulan desde acá?

—Bueno en relación con lo primero, lo que quieren decir es no se metan conmigo, aquí mandamos nosotros. Así de sencillo. Ese fue el mensaje que mandaron cuando mataron al “Gringo”, que inclusive tuvieron la osadía de filmar cuando lo estaban acuchillando y publicarlo en Facebook. Eso es un mensaje muy cruel, es un mensaje de alta violencia que en este país nunca se había cometido.

Filmar cuando están acuchillando a un ser humano y difundirlo, ¡por amor a Dios!, es perder todo sentido de principios, es decir, casi animales actuando salvajemente. Eso lo hicieron y eso es aprendido. Evidentemente lo han aprendido de otras organizaciones internacionales, como Los Zetas [de México].

Los Zetas fue un grupo militar entrenado para matar que luego fue reclutado por los narcotraficantes para beneficio propio. Por ejemplo, cuando fui a Monterrey, tuve la desagradable oportunidad de ver cuatro cuerpos colgando sin cabeza. Es un mensaje.

Aquí pasó hace poco, un colombiano con la cabeza cortada por un lado y el cuerpo cortado por el otro. Esos mensajes son muy fuertes y van dirigidos a sus grupos rivales, pero también van dirigidos a la sociedad.

El Ministerio de Seguridad Pública está luchando constantemente y haciendo ver su posición en estos temas. Por ejemplo con los megaoperativos.

Si usted ve, en los megaoperativos constantemente detenemos gente vinculada a estas organizaciones, detenemos narcotraficantes, se decomisa droga, armas de alto calibre.

Incluso se ha salvado gente. Hemos salvado a seis personas que iban directo a la muerte en un carro con sicarios y los logramos salvar en retenes policiales.

La Policía no está dando marcha atrás en esto, sin embargo tenemos alguna desventaja, sí.

¿Como cuál?

—Recurso humano. Necesitamos recurso humano para cubrir al país como debe ser. Tampoco tenemos la tecnología ni los equipamientos para poder atender la alta ola de criminalidad. No tenemos el suficiente recurso para eso.

Y esto es así porque en este país, y lo voy a decir abiertamente, la seguridad siempre se ha visto como un gasto.

En este país la seguridad siempre ha sido un gasto para el Estado. Y al ser así, entonces mejor mandan los recursos para otro lado; ahí que el policía que se la juega como pueda.

El año pasado, el ministro que estaba aquí, Gustavo Mata, tuvo una filosofía interesante: blindar al país contra el narcotráfico. El planteamiento que él puso era literalmente blindar al país.

Pero el Ministerio no puede lograr eso individualmente, necesita de otras instituciones y de recurso económico. Por eso se aprobó la ley del impuesto a sociedades [Ley 9428, Impuesto a las Personas Jurídicas], en donde muy claramente, dice que el dinero es para uso del Ministerio de Seguridad Pública. Para la compra de equipo y mejoramiento de sus instalaciones, no para contratar personal.

Sin embargo, hoy por hoy no hay recursos, porque la Ley del impuesto de sociedades se ha ido para otro lado.

Artículo 11-a: Un noventa por ciento (90%) de la recaudación total de este impuesto será asignado al Ministerio de Seguridad Pública para que sea invertido en infraestructura física de las delegaciones policiales, la compra y el mantenimiento de equipo policial, en la atención de la seguridad ciudadana y el combate a la delincuencia. Dichos recursos no podrán ser utilizados para el pago de remuneraciones, horas extra, viáticos y transporte al interior o exterior del país, servicios de gestión y apoyo.

La Policía no puede luchar contra un enemigo que es poderoso, que está bien equipado y bien armado, en las condiciones en las que estamos.

Lo que hemos tenido que hacer es recurrir a países amigos para que nos ayuden. Estados Unidos nos donó tres lanchas patrulleras el año pasado, de las cuales una venía mala. Y en esto voy a hacer una crítica. El Ministerio de Seguridad Pública siempre ha estado dispuesto a recibir lo que a otros no les sirve, nos ofrecen lanchas viejas y las recibimos.

Mientras tanto, la delincuencia con ultraligeros, como el que se agarró ahí en la Zona Sur completamente nuevo de paquete, y a ellos no les da miedo perderlo porque el avión les habrá costado medio millón de dólares, y saben que con la droga que traen recuperan".

Sobre la mesa, el viceministro tiene un ejemplar de La Teja, abre el diario y encuentra el siguiente titular: "Policía se la tiene que jugar con donaciones", termina de leerlo, suspira y dice “¡no es posible que en este país hay recursos del fondo de sociedades y el dinero del fondo de sociedades se va a otros lados!”

Ese “para otros lados” ya lo mandé a consultar, los mantendré al tanto. Mientras me contestan, les termino de compartir esta entrevista.

Usted decía que don Gustavo planteó la estrategia anterior para blindar al país contra el narcotráfico, ¿cuál es la estrategia de esta administración?

—Sigue bajo esa línea, tratando de buscar recursos para protegernos y mejorar nuestras condiciones, en cuanto al recurso humano y tecnológico.

Seguimos trabajando en eso, porque tenemos que fortalecernos. Gracias a Dios, este año, a nivel de preparación, estamos sacando el recurso humano.

Esto gracias a que, a nivel latinoamericano, la academia policías que donó el gobierno de China, es una de las mejores. Estamos sacando un muy buen recurso humano pero necesitamos recurso financiero para contratar más policías y formarlos (as) bien para que trabajen en la calle.

ESTABILIDAD SOCIAL

¿Qué es lo que no hemos entendido de esta lucha contra la criminalidad?, Qué es lo que como sociedad no estamos entendiendo, en cuanto a que esta lucha es de todos, porque de esto depende nuestra estabilidad social. ¿Por qué no nos llega ese mensaje, o, hacia quiénes está el Ministerio dirigiendo el mensaje, y/o por qué no nos llega?

—Tal vez no lo hemos entendido porque como “no me ha tocado a mí, no importa”. Si a mi casa no se han metido a robar, ¿para qué voy a brincar?, si se le metieron al vecino, salado el vecino.

Hay mucha falta de conciencia. Quizá, para uno es más dramático porque uno vive el día a día aquí.

Uno ve la muerte muy cerca todos los días, la ve en compañeros, en ciudadanos, en niños. Por ejemplo, ayer en una balacera hirieron a una niña de 8 años que nada tenía que ver con el asunto. Entonces, uno ve, percibe y valora el trabajo contra la criminalidad.

Yo siento, y me preocupa mucho, que la sociedad se está acostumbrando a un muerto más. Cuando yo me crié, cuando mataban a una persona todo el país salía a la calle y se preguntaba qué había pasado, y era un caos.

Hoy por hoy matan a una persona y la gente no no se inmuta. Entonces, la gente está perdiendo la sensibilidad, y eso no está bien.

Nosotros a través de todos estos programas sociales, programas en la comunidad, etc., estamos tratando de sensibilizar a los niños, amas de casa, padres, madres, adultos, todos, para que pongan de su parte y ayuden en la educación y el mejoramiento de este país desde sus raíces.

Si este problema no lo atacamos desde la raíz, no lo vamos a resolver. El delincuente puro nace, decía [Cesare] Lombroso. Yo creo que el delincuente no nace, se hace, porque las condiciones sociales lo transforman y lo llevan a ser delincuente.

Entonces, si nosotros como ciudadanos de bien, podemos manejar y  transformar esas condiciones sociales y llevar a ese niño o niña a una sociedad justa, el país sería diferente.

Pero, ¿qué pasa?, yo sigo insistiendo, yo no soy político, nunca he querido serlo, yo soy técnico. He vivido toda mi vida en esto y he visto cómo la sociedad no valora todos los programas [preventivos]. Cuando un gobierno dice que tal cosa se tiene que hacer para mejorar, pero luego llega el otro gobierno y dice que nada de eso sirve y que hay que empezar de cero, se pierden cuatro años.

Yo quisiera ver algún proyecto que tenga continuidad en este país, durante tres o cuatro administraciones, pero no hay, y la razón es política.

Porque un gobierno quiere ser mejor que el otro gobierno, y eso no se vale. Eso no se vale. Aquí hay un asunto humanidad social que tenemos que contemplar y tomar en cuenta, porque sino este país se nos va a salir de las manos.

Yo tuve la oportunidad de estar con el presidente de Colombia, Santos, cuando él era ministro de justicia. Al final de una conferencia estábamos en una mesita y él se sentó y nos preguntó que si éramos ticos, hablamos de muchos temas y me dijo unas palabras que nunca se me van a olvidar. "No dejen que a Costa Rica le pase lo que le pasó a Colombia".

Eso me lo dijo en el 2005, y del 2005 a hoy, Costa Rica está muy parecido la Colombia de aquellos años. Tenemos sicariato, y un montón de cosas que se veían en Colombia en esa época. Nos estamos dejando perder porque hay mucha gente que tiene los ojos cerrados ante un mal que es responsabilidad de todos, y eso no se vale.

***

Don Luis Carlos me recuerda a una persona cercana. Sus gestos faciales y cómo mueve sus manos al hablar me hacen seguir en una dinámica personal.

De pronto, en medio de nuestra última interacción, visiblemente él se muestra afectado, pero también pienso que empatizo más de la cuenta con él por la familiaridad que siento y porque el tema me resulta personalmente muy importante.

Sin embargo, al terminar su respuesta, y como quien busca excusar su comportamiento, me dice: “casi lloro, pero no voy a llorar”. Naturalmente, como sabrán, mi reacción a este tipo de momentos íntimos y emocionales es reír, como para despistar y seguir con la entrevista de la manera más natural posible. Entonces me encamino a mi última pregunta, no sin antes responder algo a su interacción previa.

Ahora, don Luis Carlos, así como las bandas de crimen organizado vuelven a ver hacia otros países para copiar estrategias delictivas, ¿hacia qué países puede ver Costa Rica como casos de éxito, que hayan logrado bajar la criminalidad?, ¿O de esta guerra no se baja en ningún país del mundo?

—Sí se baja. Sí se logra.  Voy a decirle quién sí lo ha logrado: Panamá. Yo tuve la dicha de estar en Panamá hace 22 días y ver lo que ellos han hecho en prevención y en bajar los índices de homicidios en casi un 80%.

¿Esos homicidios respondían a crimen organizado?

—Crimen organizado. Ellos tienen una ventaja… por ejemplo, aquí en Heredia, Guararí es una zona muy conflictiva, de mucha droga y violencia, cuando ellos llegan e internvienen Guararí y no solo toman la parte preventiva, si no que generan toda una estructura habitacional diferente: participa Policía, Vivienda e instituciones de bien social.

Yo me quedé maravillado cuando me dijeron que en una zona con altas tasas de homicidio, entraron y en un año hicieron seis edificios habitacionales y parques, y lograron erradicar mucha delincuencia en esa zona.

Ve, entonces lo que tienen es una acción pronta, no que posterga las cosas para después.

Entonces todo eso sobre lo de interiorizar la problemática, ellos lo tienen muy claro y lo han proyectado muy bien, de hecho en los próximos días tenemos visita del ministro [de seguridad de] Panamá que vienen a aconsejarnos y a apoyarnos, y a decirnos qué hicieron para mejorar.

Nosotros tenemos que aprender de quienes han tenido éxito y Panamá, Colombia, son de esos países; Medellín por ejemplo, el alcalde ha hecho una gran labor para bajar la tasa de homicidios. El mismo EE.UU, pese a que es un país muy conflictivo en tema de delincuencia, también ha tenido sus logros. Esa es nuestra misión, acercarnos a los países para que nos ayuden, aconsejen y si nos puede donar equipo, en buena hora.

En todo esto, ¿cuáles serán sus principales retos? Entiendo que están dando continuidad a algunos temas, pero ¿cómo diría que van a dirigir la administración ustedes?

—Justamente se lo decía al ministro [Michael Soto], que  nosotros tenemos una obligación con el país, como personas y como funcionarios, y lo hemos tratado de permear a toda la estructura del Ministerio.

Número uno: dejar un mejor país, mejores estructuras, mejores mecanismos operativos y de prevención que permitan una sociedad más tranquila y segura.

Ese objetivo, nosotros debemos lograrlo, tenemos que dejar una mejor Costa Rica. Ese es el objetivo primordial a nivel de seguridad, que es lo que nos compete a nosotros. Ese es el norte.

A nivel de incidencia criminal ¿creen que va a disminuir, o no?

—Creo que el tema va a disminuir y a bajar, pero necesitamos más apoyo y se lo decía a los diputados que se vinieron para acá luego de la huelga, necesitamos más apoyo para generar conciencia de que el Ministerio de Seguridad Pública necesita ayuda económica.

Porque mientras nosotros usamos un patrullero a pie para ver qué está pasando, los narcos usan drones de alta tecnología para robar contenedores, o sea, hay una desigualdad de recursos, y la Policía no puede estar en desigualdad.

***

Pocas profesiones, me parece, requieren tanta vocación como ser policía. Las condiciones en las que trabajan los y las policías quienes caminan kilómetros de kilómetros todos los días vigilando calles, en el centro de las provincias y en las zonas rurales es un poco no sé. Me parece muy duro.

Ni qué se diga cuando a la Policía le toca entrar en un barrio conflictivo, donde apedrean las patrullas. ¿Todo para qué? Para lograr algo de estabilidad social.

Casualmente, el mismo día en que estaba yo sentada con don Luis Carlos, el periodista Arturo Mora, conversaba con algunos policías sobre la naturaleza de su trabajo.

Digo, no estoy entronando a la Policía, mi enfoque es que, siendo parte de una región sumamente violenta como es Centroamérica, en Costa Rica no estamos fortaleciendo lo suficiente la labor policial. Y por fortalecer no solo me refiero a dotarla de recursos, sino también de humanizarla en doble vía, tanto en cómo ellos se dirigen hacia los ciudadanos en momentos conflictivos y en cómo nosotros los percibimos a ellos y ellas.

El viceministro Luis Carlos concluye nuestro encuentro diciendo que, si bien la situación fiscal del país es muy difícil y la comprenden, el ajuste fiscal que se haga debe tomar en cuenta que en materia de seguridad “lo que se juega es la vida de los ciudadanos y en esto no podemos ser mezquinos”.