— El día de ayer, en horas de la mañana, el presidente de la República asistió al VI Congreso Nacional de Movilidad Urbana celebrado en el Teatro Nacional. A su salida, un grupo de manifestantes —que previamente habían acordonado el teatro— le increparon e insultaron e incluso, un par de ellos, procuraron agredirle.

— En los videos que dan cuenta de los incidentes se aprecian al menos dos momentos particularmente condenables. El primero de ellos es cuando un hombre (con vestimenta del ICE) alcanza a empujar al presidente y el segundo cuando otro individuo lanza un objeto al vehículo que aborda Carlos Alvarado.

— Sobra decir que todo el episodio fue deleznable y que estuvimos a “nada” de un titular más que lamentable. Es fácil bajarle el tono al asunto pero de un loco que agarra una piedra o uno que empuja a un mandatario a otro que escala las cosas al siguiente nivel no hay tanta distancia como entre risas a muchos les gustaría creer.

— Quedó clarísimo, en todo caso, que ante una eventual circunstancia como la recién descrita la seguridad del presidente no habría podido hacer mayor cosa. Vamos, que no fueron capaces pero ni de cubrirle la espalda, lo básico, diría uno.

— A pesar de eso Alvarado se mostró tranquilo y relajado minutos después, cuando emitió un primer mensaje desde Casa Presidencial. “Que nadie nos quite la paz”, dijo. Hay que darle crédito: procuró serenar las aguas.

— Sin embargo, la paz sigue siendo un activo a la baja en estos días. Ayer mismo un grupo de manifestantes causaron disturbios en Limón y la Fuerza Pública tuvo que intervenir, incluso con gases lacrimógenos. Similar fue la situación que se presentó en Caldera, donde también se recurrió al mismo recurso para levantar un bloqueo —las autoridades aseguran que no les quedó otra opción—.

— Sumemos a eso el lamentable incidente en la frontera sur (“Aquí tenemos indígenas, ¡Que los golpeen ¡Que la prensa internacional grabe todo eso, eso es lo que QUEREMOS, los indígenas adelante!") y queda claro que ahora mismo Costa Rica está jalándole el rabo a la ternera con mucha, mucha fuerza.

— De la situación en Caldera —que terminó con 6 personas detenidas— llegaron a trascender algunas lamentables noticias adicionales, incluyendo un ataque a un grupo de turistas extranjeros y las denuncias por abuso de autoridad de parte de los oficiales a la hora de levantar el bloqueo.

— Vean por ejemplo ese video que acabo de enlazar y notarán cómo ante un mismo documento las opiniones pueden ser completamente opuestas (algo así como cuando Amelia Rueda y El Mundo vieron cosas muy distintas en el famoso video de la reunión sindical en el San Juan de Dios).

— Un amigo mío escribe, al pie del video: “Asco total el gobierno fascista de Piza, digo Alvarado, todo por ser unos serviles a los intereses de unos pocos”. Otro: “Totalmente claro que se cayó al correr”. A ambos los respeto muchísimo y los tengo por tipos honestos y sin embargo ambos vieron escenarios muy muy diferentes.

— Eva Carazo, también ayer, sobre el mismo incidente, escribía: “La agresión de los antimotines hoy contra los manifestantes en Caldera me parece tanto o más reprobable que lo que pasó en el Teatro”. Solo esa frase da para un conversatorio entero. Pero la de una amiga que le contesta a Carazo, también: “No Eva no. Cuando llevás una buseta de escuela con esa calor de Caldera, con 25 chiquitos cansados con ganas de llegar a la casa, con hambre que entraron a las 7:30am tu discurso se cae”.

— Y acá es donde tenemos que hacer una pausa y preguntarnos: ¿Por qué el movimiento sindicalista sigue pensando a estas alturas del partido que bloquear vías está siendo efectivo cuando claramente no es el caso y semana con semana le medida pierde respaldo dentro de la ciudadanía? ¿Quién asesora a esta gente?

— En medio de todo este desorden —no cabe otra palabra— se desatan, además, las más creativas teorías de conspiración. Que Carlos Alvarado quería provocar a los manifestantes. Que los manifestantes querían provocar a la policía. Etc. Etc. Etc. Y uno —que trata de remitirse a lo que puede constatar— no puede evitar, en más de una ocasión, terminar invocando a Toño: ¡Yo no sé, yo ya no sé!

— A ver: en el caso de Caldera es claro que la Fuerza Pública se equivocó. Se aprecia con claridad que el policía empuja a la señora. No debió. Ni a ella ni a nadie. Nada en la escena que presenciamos da cuenta de una circunstancia en la cual ese gesto se pudiera considerar necesario. Además, van de bajada en una pendiente, fue una movida peligrosa.

— ¿Da el gesto de un oficial para tachar a un gobierno entero de fascista? No. Da más bien tristeza leer eso. Particularmente a la luz de lo que vive la hermana nación nicaragüense ahora mismo y frente a realidades tan ticas como la siguiente: ¿en cuántos países del mundo usted se da el lujo de insultar y empujar al presidente y jalar caminando por la plaza como si tal cosa? ¡Es impensable! Pues acá, el buen amigo iceista terminó seguramente comiéndose un heladito de Mac con las palomas para bajarse el atracón de adrenalina e irracionalidad. Un relajo.

— Entonces sí: los manifestantes están perdiendo de vista que episodios como este de la Plaza de la Cultura no solo dan un empujón positivo a la imagen de Alvarado —le cayó del cielo— sino que flaco favor le hacen a su deseo de que las huelgas que siguen en el aire —como la del ICE— sean declaradas legales. ¿Movimiento pacífico? Decíselo al compita de la piedra.

— Y bueno... tampoco ayuda mucho a la causa seguir sumando episodios de agresión a la prensa como los denunciados ayer por CR Hoy y La Nación...

— ¿Lo más irónico? Muchas de estas personas tienen motivos muy válidos para reclamar. Pero, lejos de organizarse de forma efectiva para presentarlos con seriedad y contundencia a la sociedad optaron, en muchos casos, por seguir las ideas lamentablemente añejas de liderazgos que en poco han ayudado a facilitar ese “diálogo” que con tanta vehemencia se supone ahora exigen —insultando al presidente, nada menos—.

— Mientras tanto, otros sectores de la sociedad, igualmente preocupados con el plan fiscal, se movieron de forma discreta y diligente; sin chupar una gota de lluvia y sin pelearse con familiares y amigos lograron salirse con la suya. ¿Entonces? Más caldo de cultivo para la frustración y el descontento de un grupo numeroso de la sociedad. Esto no puede y no debe obviarse...

—  Mucho ojo entonces, porque equivocaciones temerarias las hemos registrado ya desde todos los frentes de la acera, incluyendo a los diputados de distintos partidos. Y no estamos para ponernos a jugar con fuego. Hay que tener presente que muchas de las personas que se sumaron a la huelga están hoy cansadas, preocupadas por su futuro y frustradas con los resultados del movimiento.

— En ese ambiente de tensa calma con ocasionales brotes de violencia es claro que debe imperar la cabeza fría desde todos los sectores. Nada cuesta aceptar que desde todas las trincheras hay desinformación, sesgo, manipulación, intereses creados y, lamentablemente mucho hígado...

— A ver, que ya llegamos al punto donde tenemos a Balerom amenazando con vaciarle la pistola a un muchacho que le cuestionó un par de cosas en Facebook. No da para tanto. Pero uno lee eso y lee a Luis Paulino Vargas diciendo que somos terreno fértil para la violencia y podría perder la perspectiva. Podría terminar creyéndoselo. Cuando no: no es el caso.

— Somos palanganas, sí. Nos cuesta tomar decisiones. Somos tibios. Somos pura paja. Somos endebles. Sí. Sí. Es cierto, ya lo hemos hablado antes. Pero en el centro estructural idiosincrático la verdad es que no somos violentos. ¡Hace nada nos lo recordaba Roberto! Y eso no lo cambia una huelga ni un plan fiscal.

— Y es precisamente por ese motivo que a todo el mundo se le para la peluca si a alguien se le ocurre empujar al presidente o si un policía le suelta la macana a un estudiante, o si una lata de gas cae en la playa. Y está bien que así sea. Para que no demos por sentado ni por un segundo que sí, este es el país donde uno se tira un concierto en La Sabana sentado a la par de la presidenta Chinchilla, casual, como si tal cosa.

— Lo es, y lo seguirá siendo. Pero para que ese sea el caso tenemos que ponernos a bretear. Todas. Todos. Cuanto antes. No más privilegios. No más excepciones. No más descaro. No más impunidad. No más seguir construyendo una nación cada vez menos equitativa. No más relajo. No más autosabotaje. No más despilfarro. No más evasión. No más descaro. No más. Ya lo dijo Sonámbulo: siempre caminando padelante, como lo hacen los gigantes. Nos toca ya: ayer es tarde.

Bonus track: En CR Hoy: Presentan denuncia contra 2 sujetos por agresiones contra el Presidente.

Hidden track: En SemanarioCarlos Alvarado: Las cooperativas y otros sectores pagaron su lobby, pero movilizar una huelga es pagar un lobby en la calle.

Remix: Costa Rica no merece vivir en un clima de intranquilidad.

Esta nota es parte del Reporte: Miércoles de empujones, confusión, hechos alternativos y teorías de conspiración