Ante las vergonzosas manifestaciones xenófobas que se han hecho más evidentes en los últimos días creo que es momento de replantearnos diversos aspectos que se suelen alimentar de los mitos, prejuicios e inclusive noticias falsas.

Para empezar, soy fruto de la decisión que tomaron mis bisabuelos de dejar su amada Nicaragua y venir hacia Costa Rica, con muy poco, para no decir nada. Ellos traían consigo dos elementos fundamentales que eran sus ganas de trabajar y su talento.

Mi bisabuelo Pedro fue zapatero, de los primeros en nuestro país e incluso calzó los pies de destacadas figuras de la política nacional. Por su parte, mi bisabuela Francisca era cocinera, de su cuchara también comieron connotadas familias de la época que dejaban de lado las enormes diferencias económicas para probar su comida.

Sin embargo, la idea de este articulo no es hablar de ellos, sino más bien, de la gran oportunidad que tenemos de replantearnos los efectos de la migración en la economía nacional.

Estudios recientes elaborados por la revista Science Advances y publicados a su vez por El País de España, dejan en evidencia los efectos positivos que tiene la migración en la economía europea e incluso expone el caso de Estados Unidos.

El reintegro económico por parte de quienes son acogidos es casi inmediato ya que forman parte de fuerza laboral que paga impuesto y trae consigo conocimientos que pueden mejorar los del país en los que son recibidos.

La nota inclusive menciona el caso de los matemáticos rusos que llegaron a Nueva York que llegaron a desplazar a los nativos pero que representó una mejora sustancial en esa materia.

Es decir, que tal si en lugar de presionar al gobierno para que cierre las fronteras mejor le pedimos que fortalezca los controles del Ministerio de Trabajo y la Caja Costarricense del Seguro Social para verificar que las empresas que contratan migrantes cumplan con la ley.

Con esto podríamos ampliar la base de recaudación fiscal y el aporte que se le da a la CCSS que bastante necesita de trabajadores que coticen y puedan mantener vivo el sistema de salud y ni que decir el de pensiones.

Además, no estaría nada mal si colocamos a Costa Rica como un centro geográfico en el que se encuentran migrantes con nacionales y desarrollan proyectos que no pueden llevar a cabo en sus países de origen.

Esto podría, eventualmente, generar empleos y hasta mejorar los conocimientos de nuestros estudiantes.

Un claro ejemplo de esto es nuestro estandarte Franklin Chang Díaz. Él tuvo que migrar para cumplir su sueño ya que en Costa Rica era básicamente imposible ser astronauta y mucho menos había posibilidad de enviar un cohete al espacio.

Sin embargo, él fue a Estados Unidos a ampliar sus conocimientos quien hoy trae a nuestro país para desarrollar su proyecto de hidrogeno generando empleos de calidad, y  mostrándonos una alternativa hacia esa añorada descarbonización.

No está de más recordar que la inmensa mayoría de migrantes y refugiados no salen de sus países por gusto, salen y dejan todo atrás porque quieren algo mejor para ellos y para sus familias. Costa Rica es uno de los países más caros de América Latina y, sin embargo, deciden venir. Saquemos provecho de eso.

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