Uno de los temas más discutidos recientemente ha sido el de las guías para la Educación para la Afectividad y Sexualidad Integral del Ministerio de Educación Pública (MEP). Una de las preocupaciones de muchos padres de familia ha sido en relación al tema de diversidad sexual. Por ejemplo, han dicho que el Gobierno pretende adoctrinar a los colegiales para que “vean como normales o naturales ciertas conductas”.
Primero que nada, hay que recordar que se trata de guías de educación, por lo tanto los estudiantes no van a perder los valores enseñados por sus padres. Lo más importante es recordar que no va a influir en la orientación sexual de ninguno de ellos. Entre otro montón de cosas importantes para el desarrollo y disfrute de una sexualidad sana, los estudiantes van a aprender que la heterosexualidad no es la única forma de manifestación de la sexualidad.
Se trata, entonces, de enseñarles a respetar a aquellas personas sexualmente diversas. Limitar el acceso a dicha información priva al estudiante de los beneficios asociados con el desarrollo de su propia sexualidad. Además, envía un mensaje erróneo que más bien promueve el irrespeto a otras personas y genera discriminación de un grupo socialmente vulnerable. Es un grupo vulnerable porque en este momento no goza de todos los derechos que tienen los heterosexuales.
Hace más de 3 décadas que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la eliminó a la homosexualidad como un trastorno mental por considerar, con criterios científicos, que no correspondía a una enfermedad mental, sino que es parte de la diversidad del ser humano. Por lo tanto, validar la utilización de terapias para “curar gais” no tiene ningún fundamento científico y más bien favorece una mayor marginación de las personas sexualmente diversas.
Lo que sí está demostrado científicamente es que la discriminación atenta contra la familia y destruye la sociedad. Comparar y encasillar a una población como moralmente inferior a otra basándose en su orientación sexual también es una forma de discriminación. Está demostrado científicamente que la discriminación atenta contra la familia y destruye la sociedad. El daño directo es mayor si el mensaje proviene de una figura de poder que utiliza dicho mensaje para manipular masas.
A pesar de los numerosos esfuerzos, Costa Rica sigue rezagada en cuanto a promoción y prevención de la salud mental. Nuestro principal enfoque ha sido la atención del enfermo sin dar suficiente importancia a los factores de riesgo o a estudiar los factores protectores. Según consenso internacional, la salud mental es un producto social que se refleja no solo en el bienestar individual, familiar y colectivo, sino también en la economía, en el grado de desarrollo y el costo de los sistemas de salud del país.
Los Derechos Humanos son “los derechos inherentes a la persona humana y a su dignidad, que tienen como fin garantizar la igualdad, dignidad, justicia social y libertad para todas las personas sin discriminación alguna”. Por lo tanto cualquier forma de discriminación de grupos vulnerables no solamente incide directamente en la salud mental del individuo sino que tiene repercusiones directas en su círculo familiar y social. Si en un país no se promueven los derechos humanos de todos sus habitantes por igual, es difícil esperar una buena salud mental en su población.
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