Costa Rica es un país tercermundista en el que se admira e intenta copiar a los países de primer mundo, por lo menos en las modas... (la ropa, la música, en otras palabras, el aspecto más superficial) pero no en lo esencial. No se admira ni intenta copiar la forma de pensar, el aspecto cultural, la educación y los valores que llevaron a estas naciones al desarrollo. Parece que los costarricenses, que se jactan de su educación y felicidad, son en su mayoría conformistas y prefieren quedarse con un pensamiento retrógrado y mediocre que avanzar al ritmo de los países de primer mundo.
Referente obvio: el matrimonio homosexual. Es legal en Argentina, Bélgica, Brasil, Canadá, Colombia, Dinamarca, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Holanda, Irlanda, Islandia, Luxemburgo, México, Noruega, Nueva Zelanda, Portugal, Suecia, Reino Unido, Sudáfrica y Uruguay.
La mayoría de estos países tienen en común que son potencia mundial, tienen las mejores economías y los mejores sistemas de educación, Finlandia es considerado el país con la mejor educación del mundo, por ejemplo, y todas las nacionales aludidas trabajan desde las escuelas y colegios el tema de la sexualidad y el género.
En Europa no se limitaron a las escuelas y colegios sino que financian y distribuyen constantemente campañas de educación pública sobre sexualidad a través televisión, periódicos, radio, internet, y anuncios de primer nivel. La apertura de la mano de la información apropiada así como el fácil acceso a atención médica y métodos anticonceptivos han contribuido a reducir, entre otras cosas, la tasa de embarazos en madres adolescentes.
Veamos el caso de Uruguay (nación con la que se solía comparar a Costa Rica). Es el país con el menor porcentaje de pobreza y de miseria de América Latina y fue elegido por The Economist como “El país del año” en el 2013 gracias a sus políticas progresistas, incluyendo por supuesto matrimonio homosexual y la ley que regula el mercado de la marihuana. Según el Foro Económico Mundial, en el 2017 Uruguay fue el más destacado país latinoamericano en el índice de Desarrollo Inclusivo, que mide el “Crecimiento y Desarrollo, Inclusión, Equidad Intergeneracional y Sostenibilidad. Dentro de ellos hay subíndices como ingreso per cápita, productividad y participación de la fuerza laboral, expectativa de vida, ingreso promedio, pobreza, desigualdad, deuda pública y emisiones de carbono”.
En Uruguay sí tienen guías de sexualidad desde primaria y dentro de estas para los y las docentes se “maneja la deconstrucción de estereotipos sociales y la construcción del género. Se señala que “las prácticas sexo-genitales pueden expresarse en solitario o en vínculo con una o más personas”.
En Argentina en el 2008 se creó el Programa Nacional de Educación Sexual Integral, del Ministerio de Educación de la Nación para coordinar las diferentes acciones de esta temática y desde el 2010 el Programa también se comprometió con la campaña argentina por la equidad de género y contra la violencia, promoviendo la equidad, la educación contra la discriminación y la desnaturalización de los estereotipos de género.
Si estos países tan avanzados en educación, economía y desarrollo implementaron la educación de género y sexualidad, así como el matrimonio homosexual y no se convirtieron en Sodoma y Gomorra, ¿no es hora de que dejemos los pensamientos conservadores y tomemos el ejemplo de países más avanzados?
El caso de Costa Rica
Lo primero que hay que decir es que mucha gente ignora la diferencia entre sexo y género (y no, la ideología de género no existe), considerando el género como una construcción socio-cultural de cualidades, roles, estereotipos, patrones, valores, mitos, tabúes, características emocionales, intelectuales, afectivas, y comportamientos que la sociedad asigna como si fuesen propios o naturales a cada sexo, tanto a nivel consciente como inconsciente, individual, colectivo, imaginario y simbólico, en otras palabras es algo más complejo de lo que mucha gente cree.
Por lo mismo es importante que el curso de Sexualidad y Afectividad que se da únicamente en décimo año sea impartido por profesionales que han sido capacitados/as y han estudiado estos temas a profundidad, tanto a nivel individual, cultural, social, científico, epistemológico, etc. Tal es el caso de los profesionales en psicología y por eso se pretende que impartan este curso. El Colegio Profesional de Psicólogos de Costa Rica dio su apoyo públicamente a las clases de Afectividad y Sexualidad. Vale señalar que los contenidos que se dan antes de décimo año existen desde el 2012 incluidos en asignaturas como ciencia y cívica entre otras...
Vamos entonces con “a mis hijos los educo yo”... Se han preguntado ¿y quiénes educaron a los padres? Pregunto esto por varias razones. Probablemente estos padres recordarán que cuando fueron adolescentes les resultó muy difícil acercarse a sus padres para preguntarles o pedirles consejos acerca de sexualidad, prevención de enfermedades venéreas y embarazos no deseados, y jamás soñar con hablar de género. Aquellos que si lograron armarse de valor para preguntar ¿recuerdan las respuestas que nos daban?
Pero además siempre estaba algún conocido o conocida que tenía “experiencia” o bien el grupo de amistades con quienes se compartía la misma inexperiencia y dudas para entre el propio grupo darse consejos. Pues... hoy en día los adolescentes están viviendo lo mismo, pero resulta que están recibiendo su educación además por el internet y la música, por lo que eso de que “a mis hijos los educo yo” tiene más huecos que un colador...
Medio país se vuelca contra una guías sexuales mientras sus güilas ven porno en un celular ?
— Hernán Jiménez (@hximenez) February 8, 2018
Acá un buen ejemplo de la música que los está educando:
"Mala Conducta"
Tú eres mi barbie chula si, si, si
Y a mí me encanta cuando tú me mama ahí
Me encanta cuando ella se toca,
Solita se ubica y se lubrica
Me encanta cuando ella se lo babea
Y se lo chupa como si fuera jalea
— Alexis Y Fido (feat Franco ''el Gorila'', Arcangel Y de La Ghetto)
Por otro lado cabe recordarle a los padres una vez más que existe actualmente la opción de que sus hijos no tomen la materia de Sexualidad y Afectividad que se da en décimo año. Tienen la posibilidad de elegir, y si están en contra solo tienen que mandar la carta y sus hijos no reciben la clase. Pero resulta que eso no es suficiente, resulta que los padres creen que tienen el derecho de decidir sobre las hijas y los hijos de los demás padres, los cuales sí quieren que lleven ese curso... ¿Y si lo eliman? Pues ya ni siquiera van a tener la opción a escoger.
Estos temas han polarizado nuestra sociedad y han demostrado lo atrasados y egoístas que podemos llegar a ser; pretendemos que nuestros “valores” sean los únicos correctos y que imperen ante los valores de los demás. Parece que nos molesta que otros tengan los mismos derechos que nosotros sin que los nuestros sean afectados... Y la religión, que se supone debería de profesar amor, se ha convertido en un arma que nos divide, que causa persecución, odio y agresión mientras que temas como el déficit fiscal, la pobreza, el atraso en infraestructura y el daño ambiental —que sí nos afectan a todos como país— han pasado a un segundo plano. Así, el individualismo prevalece sobre lo colectivo una vez más... ¡Cómo duele Costa Rica!
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