Entre la ciencia, la precaución y la urgencia de proteger la vida marina.

En Samarcanda, Uzbekistán, inicia la vigésima Conferencia de las Partes de la Convención CITES.
Una cita decisiva para la vida en el océano: seis propuestas clave para proteger tiburones y rayas —Propuestas 28 a 34— llegarán al pleno con un peso científico abrumador y con el respaldo de más de 70 organizaciones internacionales, entre ellas la One Ocean Worldwide Coalition, de la cual For the Ocean Foundation, Fins Attached y Rob Stewart Sharkwater Foundation somos miembros fundadores.

COP20 no es una conferencia más. Representa un punto de inflexión en un contexto crítico: en solo una generación, los tiburones han sufrido declives de 70% en promedio a escala global; varias especies profundas, costeras o migratorias enfrentan reducciones superiores al 90%. Las decisiones que aquí se tomen determinarán si las futuras generaciones conocerán estos animales solo en las páginas de la historia. Han sido cinco años de vacíos que no podemos repetir.

Desde la última COP, CITES ha mostrado avances, pero también vacíos graves en materia marina como lo es el subregistro sistémico y datos incompletos, además de que dos tercios de las capturas de tiburón aún se reportan bajo categorías genéricas como “Elasmobranchii spp.”, ocultando especies en peligro incluidas en CITES.

Por otro lado, cero aplicación real del mecanismo “Introducción desde el Mar (IFS)” y no existe un solo reporte formal de comercio de tiburones bajo esta figura, a pesar de que la pesca en alta mar de especies listadas sigue ocurriendo. Y, si esto fuera poco, la pesca en zonas fuera de jurisdicción nacional continúa siendo un agujero negro regulatorio.

En cuanto a la coordinación entre FAO, RFMOs y CITES, realmente no es eficiente o no existe, ya que las estadísticas son incompatibles. Además, hay subreportes y flujos comerciales que no coinciden entre exportadores e importadores, lo cual ha permitido que el comercio ilegal siga moviéndose con libertad.

Tenemos conocimiento de que existe la implementación fragmentada de listados anteriores. Incluso especies ya incluidas en el Apéndice II siguen entrando al comercio sin certificaciones válidas, sin dictámenes de extracción no perjudicial (NDFs) y sin trazabilidad.

Otro de los tantos problemas que hemos podido detectar es la falta de acción frente al comercio de derivados indistinguibles, como aceites, carnes, cartílagos y subproductos procesados que siguen circulando sin control, amparados en la imposibilidad técnica de diferenciarlos. Esa brecha, que CITES reconoce como “look-alike”, ha sido subutilizada. Estos vacíos han permitido que el comercio legal e ilegal continúe erosionando poblaciones enteras.

Lo que trae la COP20 es una oportunidad histórica: las seis propuestas de tiburones y rayas que se discutirán en Samarcanda tienen un fundamento científico contundente. Más de 30 países las presentan, entre ellos Brasil, Ecuador, Bahamas, Panamá, Sri Lanka, Fiji, Gabón, Senegal y la Unión Europea.

Lo que buscan estas propuestas es subir de Apéndice II a Apéndice I, es decir, prohibir el comercio internacional para especies al borde del colapso: tiburón martillo, tiburón oceánico, tiburón anguila, tiburón peregrino, tiburón ballena y varias especies costeras y profundas.

Las nuevas inclusiones en Apéndice II buscan controlar el comercio de familias altamente vulnerables como Centrophoridae (gulper sharks), explotados para aceites (squalene) y carne profunda. Por esta razón, es urgente establecer cuotas cero de exportación para especies cuyas poblaciones ya colapsaron o están al borde de hacerlo.

Hay un consenso científico claro donde la IUCN, TRAFFIC, el Grupo Especialista de Tiburones, universidades, gobiernos y organizaciones coinciden en que:

— Los declives son superiores al 80–90%.
— La pesca no regulada o ilegal continúa.
— Hay colapsos documentados en varios países.
— La reproducción es extremadamente lenta.
— El comercio de aceites y derivados es imposible de distinguir por especie.

Si CITES existe para evitar que una especie se extinga por el comercio, esta COP es su prueba más importante. La ciencia pide precaución y el océano pide urgencia”.

La Convención establece el principio de precaución y advierte que, cuando haya incertidumbre, se debe proteger, no esperar. No podemos seguir actuando como si la falta de información fuera evidencia de bajo riesgo. El océano profundo no genera estadísticas fáciles, pero sí señales inequívocas: colapsos, desapariciones, pesquerías fallidas y mercados en expansión.

TRAFFIC y Deakin University documentaron que ningún país reporta adecuadamente los productos de tiburón capturados en alta mar, tampoco los aceites refinados —indistinguibles por especie— lo que obliga a aplicar look-alike a nivel de familia. Finalmente, las capturas declaradas no coinciden con los volúmenes de comercio internacional. ¿Entonces?

La ciencia no tiene dudas, ahora la pregunta es si los países tendrán el coraje político para actuar”.

Costa Rica: entre el discurso y la ausencia

Costa Rica es una nación que se presenta al mundo como líder ambiental. Sin embargo, su participación en las últimas COPs de CITES en materia marina ha sido ambigua, si no inexistente. Tres ausencias pesan:

— No presenta propuestas para protección de tiburones en esta COP20.
— No impulsa listados junto a países de la región.
— No lidera la agenda internacional de conservación marina.

Más grave aún, Costa Rica ha enfrentado críticas por falta de implementación de regulaciones existentes, por ambigüedades en el manejo del descarte de tiburones y por la continuidad del comercio de aletas bajo mecanismos poco transparentes.

Costa Rica podría haber llegado a Samarcanda con liderazgo, ciencia propia y propuestas ejemplares si se hubiesen cumplido los compromisos. Pero llega como espectadora a un foro donde históricamente fue protagonista. Es una oportunidad perdida.

La One Ocean Worldwide Coalition, junto a todas las organizaciones firmantes, espera una conferencia con tres resultados claros:

1. Aprobación completa de las Propuestas 28–34.
2. Aplicación real, no simbólica, del mecanismo de Introducción desde el Mar.
3. Un mandato claro sobre productos indistinguibles (look-alike).

CITES nació para evitar que una especie se extinga por el comercio internacional, pero hoy, las poblaciones de tiburones y rayas están mucho más cerca de esa línea roja que hace 50 años.

Por eso es necesario recordar que las decisiones de la COP20 no son burocráticas: son biológicas, éticas y civilizatorias.

Este no puede ser otro foro de buenas intenciones: debe ser un punto de quiebre. Y por eso, como coalición, estaremos en Samarcanda no solo como observadores, sino como corresponsables de impulsar la verdad científica, la transparencia y la acción inmediata.

Y desde Costa Rica, país que ha inspirado al mundo tantas veces, esperamos que recupere la voz y el liderazgo que alguna vez asumió sin titubear.

Porque sin tiburones no hay océanos, y sin océanos, no hay futuro”.

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