No creo que seamos pocos a los que todo este absurdo “show de la mordaza” nos genera indignación y enojo. No creo que seamos minoría los que ya estamos cansados de ver cómo se invierten tiempo y recursos públicos en seguir en campaña… desde hace ya casi 4 años. No, no creo que seamos pocos.

Al parecer sí hay muchos a quienes todo esto sí les convence, sí les gusta. Esa se supone que es la realidad —aunque a nosotros, los que no somos tan pocos—, nos cueste entenderlo.

Y sí, sé que esa simpatía nace de una decepción y rechazo ante el sistema y a “lo que había antes”. Eso podemos entenderlo todos, porque todos podemos saber lo que es la frustración hacia un sistema que indiscutiblemente necesita mejoras y que indudablemente nos ha fallado en muchos aspectos. Todos podemos empatizar con eso.

Lo que nos ha costado últimamente es poder dialogar “como la gente”, entre esos muchos y nosotros, los que no somos tan pocos. Pero creo que, sin fanatismos, todos podemos aceptar que hay cosas de nuestra Costa Rica que hoy están peor que ayer: la violencia en las calles, la educación oficialmente sin ruta ni rumbo, el enojo constante en redes sociales, la crisis de inseguridad… la crisis de la CCSS. No se puede tapar el sol con un dedo, si lo de antes no estaba funcionando bien, lo que tenemos ahora no está funcionando del todo.

No hablarnos no funciona, enojarnos no funciona, pasar casi cuatro años echando culpas e improvisando, tampoco funciona.

Insistir en dividirnos es ponerle una mordaza a nuestro país. Negarnos al diálogo, a buscar lo que nos une, es callar el llamado que hoy tenemos todos: debemos formar parte del cambio. No hacerlo es la verdadera mordaza.

Si no nos tomamos en serio estas elecciones que se nos vienen encima, vamos a dejar a Costa Rica sin voz. Vamos a negarle la oportunidad al país de salir de donde estamos.

Ya no es hora de echar culpas, ni de defender lo indefendible. Ya basta de seguir con la rutina de dimes y diretes. Tampoco se trata de achacarle todos los problemas del país a quienes hoy gobiernan, porque sí es cierto, muchos de esos problemas fueron “heredados”. Pero también es cierto que ya es hora de reconocer que el actual gobierno no hizo lo suficiente para enfrentarlos, y que, cuando empeoraron, no supieron qué hacer.

A las 20 personas que hoy aspiran a la presidencia, ojalá estén muy conscientes de lo que están asumiendo. Ojalá que sepan que deben gobernar para los muchos y para los que no somos tan pocos. Ojalá que entiendan que nada sale bien si se improvisa, que necesitan un plan, un equipo capacitado y un compromiso real con el país.

Y a todos nosotros, los muchos y los que no somos tan pocos, ojalá que nos tomemos en serio la tarea que tenemos delante. Porque si no participamos, si no exigimos, le ponemos la mordaza a Costa Rica. Y también a nuestro futuro.

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