Una de las recomendaciones es que la educación en ciberseguridad se integre en los programas escolares.
Costa Rica enfrenta un crecimiento acelerado en los casos de ciberdelitos, que van desde estafas en línea hasta fraudes más complejos, mientras la cultura de prevención y protección digital de la ciudadanía avanza con rezago.
Esta brecha ha convertido al país en un terreno fértil para que grupos criminales encuentren víctimas y oportunidades de operación, advirtieron especialistas de la Universidad Estatal a Distancia (UNED) en el marco del Mes de la Concientización sobre la Ciberseguridad.
El auge de los pagos electrónicos, la masificación de las aplicaciones móviles y el incremento de trámites digitales han facilitado la vida cotidiana, pero también han generado un entorno de alto riesgo para la población.
Según los expertos, la falta de formación en ciberseguridad, sumada a la limitada prevención desde edades tempranas, deja a menores, jóvenes, adultos y personas mayores expuestos a fraudes, manipulación de datos e incluso redes de ciberdelito internacionales.
El criminólogo y director de la Escuela de Ciencias Sociales y Humanidades de la UNED, Rodrigo Campos Cordero, señaló que la prevención debe convertirse en el eje central de la estrategia nacional contra el ciberdelito, y que esta debe comenzar desde la infancia.
No estamos pensando únicamente en víctimas que puedan perder su dinero, sino también en quienes podrían ser reclutadas para delitos como pornografía, trata de personas o ciberdelitos más crueles. La prevención debe abordarse desde edades tempranas, con recursos adecuados y como parte de una política nacional”.
El académico recordó que, aunque la acción policial es necesaria, su carácter reactivo limita la protección ciudadana frente a los daños ya consumados. En contraste, la educación y la prevención permiten reducir significativamente los riesgos de ser víctima de un delito digital.
Por su parte, el encargado de infraestructura tecnológica de la Dirección de Tecnología de Información y Comunicaciones (DTIC) de la UNED, Rolando Rojas Coto, explicó que el perfil del ciberdelincuente en Costa Rica ha cambiado de manera radical en los últimos años.
Antes el atacante era un aficionado con pocas herramientas, hoy existen estructuras organizadas con acceso a tecnología avanzada; sin embargo, la cultura de ciberseguridad de la ciudadanía no ha crecido al mismo ritmo, y seguimos viendo personas que caen en fraudes digitales”.
El especialista advirtió que, pese a que la población reconoce términos como phishing, ransomware o ciberataque, aún se confía en prácticas básicas como el uso de antivirus, dejando de lado medidas más efectivas como el uso de contraseñas robustas, autenticación multifactor y verificación de enlaces en correos o mensajería.
Además, recomendó que la educación en ciberseguridad se integre en los programas escolares, que las comunidades impulsen charlas y talleres, y que el Estado refuerce las campañas de prevención y establezca normativas más sólidas.
También brindó una serie de consejos prácticos para la ciudadanía:
- Desconfiar de mensajes urgentes relacionados con cuentas bloqueadas.
- Usar contraseñas seguras y autenticación multifactor.
- Verificar la legitimidad de los enlaces antes de abrirlos.
- Mantener dispositivos actualizados en sus últimas versiones.
- Conversar en familia, especialmente con jóvenes y adultos mayores, sobre los riesgos de las estafas digitales.
Ambos expertos coincidieron en que Costa Rica debe acelerar sus esfuerzos educativos y preventivos para reducir la brecha entre la rapidez con la que evolucionan los ciberdelitos y la lenta construcción de una verdadera cultura de ciberseguridad en la ciudadanía.