El lento avance en la expropiación de los 16 terrenos restantes ha paralizado el proceso de licitación y construcción.

Costa Rica está envejeciendo a pasos acelerados. Hoy, más del 12% de nuestra población tiene 65 años o más, y las proyecciones indican que en el año 2050 esa cifra superará el 20%. Este es un logro del país en materia de salud pública, pero también un enorme desafío: nuestra infraestructura hospitalaria no está creciendo al ritmo de ese envejecimiento.

El Hospital Nacional de Geriatría y Gerontología, inaugurado en 1958 como sanatorio de tuberculosis, ya cumplió con creces su vida útil. Atiende tres veces más pacientes de los que puede recibir, no cuenta con una sala de emergencias 24/7, carece de rampas de evacuación seguras, y su sistema eléctrico fue diseñado para una realidad que ya no existe. El propio Cuerpo de Bomberos ha advertido sobre el alto riesgo que enfrentan pacientes, personal y visitantes en caso de una emergencia.

Por eso, la construcción de la nueva sede del Hospital de Geriatría y Gerontología Dr. Raúl Blanco Cervantes no es un proyecto más: es un acto de justicia con las personas mayores, una deuda moral del Estado costarricense con quienes levantaron este país.

Después de más de quince años de insistencia y gestiones, la Sala Constitucional, mediante la resolución N.° 1904-2025, ordenó a la Caja Costarricense de Seguro Social culminar los estudios de factibilidad del nuevo hospital. Esa etapa ya fue completada. La Junta Directiva de la CCSS declaró el proyecto de interés público nacional y autorizó la expropiación de 17 terrenos en San José para su construcción.

Sin embargo, a la fecha, el lento avance en la expropiación de los 16 terrenos restantes ha paralizado el proceso de licitación y construcción. La ley permite que, con solo notificar el monto de expropiación, la Caja pueda tomar posesión del terreno, incluso si el proceso judicial continúa. No hay razón técnica que justifique esta demora.

Cada mes que se posterga la expropiación, se retrasa la posibilidad de contar con un hospital moderno, inteligente y humano; y mientras tanto, miles de adultos mayores siguen siendo atendidos en condiciones indignas y peligrosas.

El nuevo hospital permitirá duplicar la capacidad instalada —de 139 a 297 camas—, además de contar con emergencias 24 horas, bloque quirúrgico, unidad de cuidados intensivos, hospital de día, servicios de rehabilitación y atención domiciliaria conectada mediante telemedicina. Será un hospital inteligente, donde la tecnología y la inteligencia artificial estén al servicio de la vida: anticipando crisis de salud, detectando caídas, alertando riesgos y conectando historias clínicas en tiempo real.

No se trata solo de levantar un edificio; se trata de construir un modelo de atención digno y moderno que responda a las necesidades del país que somos hoy y del que seremos en veinte años.

Desde la Junta de Salud del Hospital de Geriatría hacemos un llamado respetuoso pero urgente a las autoridades de la CCSS para acelerar el proceso de expropiaciones y garantizar la continuidad del proyecto. El país cuenta con los recursos financieros, con la legalidad y con la voluntad técnica; lo que falta es decisión.

El derecho al cuidado no es una opción política; es una obligación jurídica y moral, como lo ha reconocido la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Aplazar este proyecto es aplazar ese derecho. Y cada día de atraso se traduce en más riesgo, más sufrimiento y menos esperanza para nuestros adultos mayores.

Cuidar a las personas mayores es cuidar el futuro de Costa Rica. Y la gratitud, en este caso, se construye con ladrillos, con justicia y con amor.

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