Septiembre es un mes de profundos contrastes. Para muchos, evoca recuerdos de desfiles patrios y celebraciones, un tiempo de orgullo y de reafirmar nuestra identidad. Sin embargo, también es el mes en el que recordamos el Día del Niño, el de la Prevención del Suicidio y el del Alzheimer. Este mosaico de fechas no es casualidad; es una invitación a reflexionar sobre los cimientos de nuestra sociedad y, en particular, sobre un concepto fundamental que parece haberse desdibujado: el sentido de pertenencia.
Los recuerdos de la infancia a menudo giran en torno a esos momentos que nos hicieron sentir parte de algo grande. No necesariamente el día del niño, sino esos ensayos para los desfiles del 15 de septiembre o la emoción de unirse a la banda escolar. Esas experiencias, en mi caso, con su blusa blanca impecable y el nervio del discurso frente al Acto Cívico, sembraron en mí una semilla de identidad colectiva. Ese es el verdadero sentido de pertenencia: el sentimiento de que somos parte de una comunidad, una escuela, un país.
Tal como argumenta el autor Seth Godin en su libro Tribus, las personas no solo buscan información o líderes, sino un espacio donde pertenecer. Las tribus se forman alrededor de una causa común, un lenguaje compartido y una conexión genuina. Cuando cultivamos ese sentimiento, las personas florecen y se crean Entornos Sanos. Cuando falta, el resultado es el aislamiento, la apatía y el conflicto.
De los deberes a la exigencia: la fractura social
Nuestra generación creció entendiendo que la independencia no era un mero hecho histórico, sino una responsabilidad viva. Los valores de paz, democracia y respeto no estaban solo en los libros de texto; se vivían en los actos cívicos y en la forma en que nos enseñaban a respetar a los símbolos y a los demás. Se nos inculcó que los derechos venían acompañados de deberes. Sin embargo; en el discurso actual, parece que hemos inclinado la balanza casi exclusivamente hacia la exigencia de derechos, olvidando el compromiso que los sustenta. La libertad se ha confundido con la ausencia de límites, y el resultado es una cultura donde pedir es más común que dar. Esta fractura social es la que nos confronta con la realidad alarmante de un 10 de septiembre, Día Mundial de la Prevención del Suicidio. Las cifras de ansiedad, depresión y la violencia no son simples estadísticas; son el reflejo de una sociedad que está perdiendo su conexión.
El sentido de pertenencia es un antídoto crucial contra esta crisis. Sentirse parte de algo reduce el aislamiento, brinda apoyo emocional y da un significado a la vida. Por el contrario, cuando las personas se sienten invisibles o sin un lugar, el riesgo de desconexión, desesperanza y conductas autodestructivas se dispara. Urge volver a tejer ese sentido de pertenencia en cada rincón: en las aulas, los trabajos, las familias y en cada interacción diaria. Crear entornos sanos es un acto preventivo fundamental contra el sufrimiento silencioso.
El Alzheimer social: la pérdida de la memoria colectiva
Y aquí es donde el 21 de septiembre, Día Mundial del Alzheimer, cobra un sentido simbólico. El Alzheimer es el miedo a perder la memoria, a olvidar quiénes somos y a desdibujar los rostros que nos dieron identidad. ¿No es eso lo que nos está ocurriendo como sociedad?
Cuando permitimos que los entornos se vuelvan violentos, cuando normalizamos las cifras de depresión y suicidio sin actuar, estamos sufriendo de un tipo de Alzheimer social. Estamos perdiendo la memoria de lo que significa ser una comunidad, de lo que implica ser responsables unos de otros. La indiferencia amenaza con robarnos la identidad colectiva, la que nos hace ser solidarios y pacíficos.
La independencia es una memoria que nos exige actuar. No se trata de un hecho del pasado, sino de una tarea diaria de cuidado mutuo. Al comprometernos a reconstruir el sentido de pertenencia, no solo honramos a quienes nos dieron la libertad, sino que asumimos la responsabilidad de construir un país donde las nuevas generaciones puedan florecer, seguras y conectadas. Nuestro legado no puede ser una bandera, un farol o un desfile, sino la certeza de que dejamos un Entorno Sano para los que vienen.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.