La sociedad costarricense está tan acostumbrada a abrir el refrigerador, o ir a la verdulería o al supermercado y encontrar siempre vegetales frescos. Tanto que no entiende lo frágil que puede ser ese privilegio.

¿Qué pasaría si en un futuro cercano la disponibilidad de estos productos escaseara? ¿Qué pasaría si los productores de las zonas rurales se vieran obligados y resignados a ser desplazados de los campos de cultivos? ¿Qué ocurriría si, en lugar de migrantes, nos encontráramos con nómadas internos, productores cuya actividad económica fue destruida y drenada, enviados a integrarse a un mercado laboral que no tiene espacio para ellos?

¿Mejoraría la seguridad del país? ¿La educación? ¿la nutrición? ¿se reduciría la pobreza?,¿” rugiría” la economía? ¿prevalecería la "Pura Vida"?

El sector agropecuario ha cumplido siempre con su mandato social: alimentar a los costarricenses, pero la política neoliberal y el consumidor “moderno” parecen no valorar ese esfuerzo. Tal vez, los productores cumplieron tan bien su papel, que nos malcriaron a todos, porque resulta absurdo ver como hoy, todos creen que una hambruna es impensable. Asumen, que siempre habrá un anaquel abastecido, e incluso piensan, que el agricultor debería dedicarse a algo más “productivo”, algo que "aporte más a la economía", y que se queden en el camino los que se tengan que quedar.

Los agricultores no se hacen todos los días, pero últimamente, todos los días perdemos agricultores. Las importaciones masivas de cebolla, las famosas “rutas” como la del arroz y la papa, y las amenazas, gritos y desestimas en micrófonos, son solo un frente de guerra más que se le abre a una de las actividades económicas más subvalorada por el costarricense de hoy.

Numeritos hablan, un agro que acumula una caída en el índice de actividad económica (IMAE) de 8 meses consecutivos. Una política cambiaria de apreciación del colon que favorece a un sector importador, y que no ha desaprovechado la oportunidad para hacer clavos de oro, con márgenes de ganancia abusivos y que no favorecen en nada a los consumidores, casos de subfacturación y demás irregularidades legales y sanitarias… mientras el producto nacional se vende a precios que huelen a quiebra.

La crisis es real y contundente, la disminución en áreas de cultivo en productos como papa y cebolla ronda el 40% desde el 2021, y si hablamos de arroz, el resultado directo de la famosa ruta se traduce en una perdida del 70% del área de cultivo desde el 2021.

“Por sus frutos los conocerán” porque como sociedad debemos de entender que sus “frutos”, los de los agricultores, no solo nos abastecen y nutren, sus frutos se cosechan con miles empleos, sus frutos dan dinamismo a las zonas rurales, sus frutos generan bienestar económico y desarrollo y cumplen el pacto social que siempre ha sostenido el agricultor con este país.

Para los próximos días, el agro será un caballo de batalla para cualquier campaña política, o al menos de la mayoría porque hay excepciones, o lamentablemente continuidades. Algunos candidatos ya portan sus sombreros y prometen escuchar el clamor de los productores agropecuarios, mientras, otros en cambio, les agarro tarde e intentan quedar en paz con el sector, solo tres años y medio tarde. Pero ya no alcanza el tiempo: el daño está hecho.

Y todo esto, probablemente, mientras el costarricense promedio, no se da ni cuenta de una verdad innegable: sin frutos no hay país.

Porque resulta ser, que, si estos enemigos del agro consiguen su cometido, y el sector no pudiera resistir más, nadie quedará al margen… TODOS quedaremos pringados.

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