Informe advierte sobre los riesgos del aumento del nivel del mar, la desigualdad y la fragilidad ambiental en Costa Rica.
El nuevo Informe Regional de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), titulado “Bajo presión: Navegando la incertidumbre en América Latina y el Caribe”, advierte que la región enfrenta una compleja red de crisis interconectadas (climáticas, sociales, económicas y tecnológicas) que amenazan con profundizar la desigualdad y revertir logros alcanzados en las últimas décadas.
América Latina y el Caribe es la región más vulnerable del mundo frente a crisis múltiples: nueve de cada diez países presentan fragilidades significativas. En este escenario, Centroamérica se perfila como una de las subregiones más expuestas, donde el cambio climático, la inseguridad alimentaria y las brechas sociales convergen con experiencias de innovación y cooperación, alerta PNUD.
Costa Rica ante los desafíos globales: innovación, sostenibilidad y equidad
El informe reconoce a Costa Rica como un caso singular. Aunque comparte los retos de la región, el país desarrolló fortalezas que le permiten enfrentar con mayor resiliencia algunas de las incertidumbres actuales.
En el ámbito climático, es el único país de Centroamérica cuyo nivel de vulnerabilidad se sitúa en la media regional; sin embargo, enfrenta la amenaza del aumento del nivel del mar, que podría alcanzar hasta 53 centímetros hacia finales de siglo, con serias consecuencias para comunidades costeras y ecosistemas frágiles.
La gestión energética se ha convertido en una de sus mayores fortalezas. Gracias a sus modelos cooperativos, que suministran electricidad eólica a más de 53.000 personas, Costa Rica se ha posicionado como un referente mundial en energías renovables y ha mostrado un camino posible para la región.
En el ámbito social, la pandemia de COVID-19 afectó al 89% de los cantones y significó un retroceso temporal en el Índice de Desarrollo Humano. No obstante, los territorios con mayores avances previos lograron recuperarse con mayor rapidez, lo que confirma la importancia de una inversión social sostenida.
Para PNUD la apuesta por la innovación digital también ha dado frutos. El Sistema Nacional de Información y Registro Único de Beneficiarios del Estado (SINIRUBE) muestra el valor de la información de calidad para ampliar la cobertura y mejorar la eficiencia de las políticas públicas de protección social.
Sandra Sosa Cárcamo, representante residente del PNUD en Costa Rica, dijo:
Los avances históricos de Costa Rica en materia de desarrollo humano y sostenibilidad ambiental son notables. Sin embargo, en tiempos de múltiples incertidumbres y vulnerabilidades, es urgente atender los desafíos pendientes, especialmente reconociendo las brechas de género, la desigualdad territorial y la fragilidad ambiental, para no retroceder en esa ruta enfocada en la expansión de los derechos fundamentales y oportunidades de todas las personas”.
Una región bajo presión, un futuro compartido
El informe enfatiza que las crisis no reconocen fronteras. Centroamérica enfrenta vulnerabilidades comunes que solo pueden resolverse mediante respuestas conjuntas, que incluyan la adaptación al cambio climático, el fortalecimiento de la protección social, la transformación productiva sostenible y estrategias innovadoras frente a los riesgos digitales.
En un contexto de incertidumbre creciente, el Informe Regional de Desarrollo Humano 2025 propone una hoja de ruta basada en las tres “I” de la resiliencia: instrumentos, instituciones e infraestructura.
Los instrumentos aluden a políticas y herramientas financieras más inteligentes, capaces de proteger a las personas y anticipar riesgos.
Las instituciones deben ser transparentes e inclusivas, con el fin de fortalecer la confianza social y ofrecer respuestas eficaces ante las crisis.
Mientras que la infraestructura, tanto física como digital, debe diseñarse para resistir choques y ampliar las oportunidades.
En este sentido, el informe subraya que la resiliencia constituye un eje transformador para las sociedades de la región. No se trata de aceptar pasivamente las dificultades, sino de contar con capacidades que permitan adaptarse, innovar y salir fortalecidos de los choques.
El informe también subraya la necesidad de un nuevo contrato social, cimentado en la reducción de desigualdades, la recuperación de la confianza ciudadana y la garantía de libertades fundamentales como el derecho a la salud, a la educación, al trabajo digno y a la participación plena en la vida social.