¿Para quién es el proceso judicial de familia?

El proceso judicial de familia es para las personas, para el ciudadano común, para aquel que no entiende términos jurídicos y no tiene por qué entenderlos, el centro y la razón de ser de cualquier proceso judicial de familia, es resolver los conflictos de los miembros de una familia.

El derecho de familia no fue creado para que los abogados, los jueces, los defensores o en general para cualquier profesional en derecho que intervenga, tuviesen un trabajo. El derecho de familia y el proceso en específico, fue creado como herramienta para solucionarle conflictos a un pilar de nuestra sociedad: la familia.

Problema actual

El ciudadano común es quien enfrenta un proceso judicial de familia, en ocasiones incluso lo hace solo, porque la misma ley lo permite, por ejemplo, en el caso de las personas que son obligadas alimentarias que no tienen posibilidad de pagar un abogado o abogada, se pueden presentar solos al proceso a defenderse ellos mismos, a enfrentar una audiencia sin asistencia técnica y obtener un resultado posiblemente negativo, debido a su falta de conocimiento respecto de que pruebas presentar y en general como afrontar el proceso.

Si a esa compleja situación le sumamos que el lenguaje que se utiliza en las resoluciones judiciales y en las mismas audiencias o juicios es un lenguaje técnico jurídico, la situación resulta realmente alarmante.

Basta poner como ejemplo que en un proceso judicial la palabra “audiencia” significa dos cosas: puede ser un plazo que se le da a una de las partes, por ejemplo, se da audiencia a la parte demandada por el plazo de tres días para que se refiera a un documento. Pero la palabra audiencia también puede significar un juicio o reunión a la que deben asistir las partes, en conjunto con la persona juzgadora. Y de esta forma podríamos seguir exponiendo términos complejos propios del lenguaje jurídico que sin duda dificultan que el ciudadano común realmente pueda comprender el proceso.

Nos resulta lamentable imaginarnos una persona sin recursos económicos tratando de defenderse dentro de un proceso judicial y tratando si quiera de entender tanta palabra compleja. Apenas entender, sería el primero de los pasos para lograrse defender.

El derecho a comprender el proceso judicial

Las barreras en la comunicación, sin duda ocasionan exclusión, si no entendemos lo que leemos o escuchamos será complicada una defensa, un trámite, una firma en aquel documento que finalmente se lee, pero que se firma sin comprender realmente su contenido.

En muchos trámites no solo judiciales, encontramos cláusulas con complicadas redacciones que se supone que primero deberíamos comprender profundamente y luego tomar decisiones.

Estas barreras se encuentran en trámites legales todo el tiempo, parece común que la resolución, el juicio, la audiencia, la escritura y otros trámites jurídicos, sean temas que no se comprendan, pero que deben ser afrontados por el ciudadano común. Lo más grave quizás para nuestra sociedad es desconocer el derecho que tenemos todos de comprender, de entender profundamente todo aquello que puede tener una afectación en nuestras vidas.

En ocasiones preguntar algo respecto a esos trámites nos puede dar pena, y en ocasiones a quien pedimos explicaciones se molestan, lo cual provoca entonces un estado general de dudas sin respuestas. De este modo el derecho a comprender parece una idea extraña y lejana.

Esto se agrava si pensamos que un proceso judicial de familia pueden intervenir personas vulnerables, tales como personas con discapacidad, personas menores de edad  y adultos mayores, que no solo deben preocuparse por las barreras que en ocasiones existen socialmente en torno a su discapacidad o a su edad, si no que deben enfrentarse a una barrera más, y es aquel lenguaje complicado de entender, que encuentran cuando les atiende un funcionario judicial o incluso cuando el abogado o abogada que contrataron le empieza a explicar algo en términos jurídicos, sin bajar su lenguaje a uno más entendible.

Más allá de lo bonito qué pueden verse y escucharse las palabras, estamos convencidos que de nada sirven, si no realizan su labor principal; la comunicación efectiva. En la utilización del lenguaje debemos estar atentos quien es el receptor, es decir, a quien le estamos hablando o explicando, pues de acuerdo a ello deberíamos modificar la forma de decirlo.

Papel de los abogados que intervenimos en el proceso de familia

Cualquier abogado que interviene de alguna forma en proceso familiar, tiene desde nuestra forma de ver las cosas, una importante labor, y esta es la de traducir. Sí, traducir, como si se tratara de otro idioma.

El lenguaje jurídico que se encuentra en las leyes, aún en las resoluciones judiciales, debe ser traducido al ciudadano común en términos claros y sencillos y sobre todo entendibles. El lenguaje técnico jurídico debe quedarse en los libros de derecho, debe quedarse en el momento de estudio, pues en la práctica, en el día a día, el lenguaje debe ser simplificado, para que las personas que son afectadas con el proceso logren entender qué sucede, y no salgan de una audiencia sin entender absolutamente nada de lo sucedido o no lean una sentencia judicial, sin que no terminen de entender qué es lo que quiso decir el juez o la jueza.

El lenguaje claro y sencillo como solución

Hace muchos años una usuaria del sistema judicial nos contaba que le preguntó a su abogado el significado de lo sucedido en la audiencia y este le había explicado con tantos términos jurídicos que se había confundido más, pero que al ser su abogado supuso que le beneficiaba lo que el abogado le decía en cuanto a lo sucedido en el juicio, cuando en realidad el resultado de la audiencia fue absolutamente negativo para ella.

Posteriormente, la sentencia dictada decía que confirmaba una parte de la demanda que ella había presentado en lo que al divorcio correspondía, por lo que decidió no presentar un recurso contra tal sentencia, y se quedó —gracias a tanta confusión— sin parte de sus derechos gananciales.

Hasta ese momento la señora no entendía lo sucedido en el proceso y seguía buscando respuestas en palabras claras y sencillas. Se puede destacar aquí que la señora respuestas si obtuvo, primero la de su abogado y luego de la del juez, sin embargo, ninguna de ellas entendibles para ella, desdichadamente.

El lenguaje claro y sencillo se puede ver como la forma o la herramienta que podría lograr derribar esta barrera de comunicación, este tipo de lenguaje debería ser de uso obligatorio en las sentencias, escritos, en el momento en que el abogado o abogada se comunica con su cliente, en el momento de la audiencia o juicio de familia, en el momento que el funcionario judicial le responde preguntas a un usuario.

La labor no es sencilla, implica preparación e instrucción, preferiblemente por parte de expertos para hacer efectiva esa traducción del lenguaje jurídico al lenguaje claro y sencillo.

El derecho de comprender el proceso judicial debe verse como parte del derecho que tiene el ciudadano de ingresar a un proceso y defenderse, pues si no se comprende el proceso en forma clara, qué sentido tiene ser parte de un proceso judicial, eso es como ingresar a un juicio o leer una resolución, con un pañuelo en los ojos y tapados los oídos, es una presencia y acceso inútil, pero sobre todo resulta injusto.

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