El presidente de China, Xi Jinping, presentó el 1 de septiembre de 2025 en la ciudad de Tianjin la Iniciativa de Gobernanza Global, en el marco de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), que contó con la participación de líderes invitados como el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el primer ministro de India, Narendra Modi.

Esta propuesta se suma a las ya conocidas Iniciativa de Desarrollo Global, Iniciativa de Seguridad Global e Iniciativa de Civilización Global, que conforman un cuerpo doctrinario coherente sobre los aportes de China a la arquitectura de las relaciones internacionales en el siglo XXI. Todas ellas buscan proyectar una visión de un mundo post-occidental en el que la cooperación, la igualdad soberana y el multilateralismo se convierten en principios rectores de la convivencia internacional.

El mensaje central es claro: la coexistencia pacífica y la cooperación beneficiosa para todos deben sustituir al hegemonismo y a la política de poder que han caracterizado al orden internacional dominado por Occidente en los últimos siglos. Xi propone un sistema de gobernanza global más justo y equitativo, que valore la igualdad, el derecho internacional y la capacidad de producir beneficios tangibles para los pueblos.

La Iniciativa de Gobernanza Global coloca a las personas en el centro, reivindica la igualdad soberana entre los Estados y se opone a la lógica de bloques y jerarquías que ha predominado desde la Guerra Fría. En este marco, la OCS no se presenta únicamente como una alianza de seguridad regional, sino como una plataforma de desarrollo en la nueva era para fomentar la integración, impulsar una cooperación de alta calidad y promover una globalización económica inclusiva.

La noción de cooperación de alta calidad fue planteada de manera explícita por Xi Jinping en abril de 2019, durante la ceremonia inaugural del Segundo Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación Internacional. En su discurso, el líder chino afirmó:

Necesitamos una cooperación de alto nivel para mejorar la vida de las personas y promover el desarrollo sostenible. Así es como podemos promover conjuntamente una cooperación de alta calidad en la Franja y la Ruta”.

Con esta declaración, Xi marcó el giro conceptual de una “cooperación extensa”, basada en grandes obras de infraestructura, hacia una fase más madura enfocada en proyectos sostenibles, verdes, inclusivos y con transferencia tecnológica, lo que le da legitimidad y proyección a largo plazo a la iniciativa.

La propuesta china implica una crítica directa al orden colonial clásico de Occidente. Desde la perspectiva del realismo político occidental, el sistema internacional ha sido un espacio jerárquico en el que las potencias económicas y militares dictan las reglas y condicionan las instituciones multilaterales (ONU, FMI, Banco Mundial, OTAN). Los países en desarrollo, en ese esquema, han sido relegados al papel de receptores de decisiones, más que a verdaderos actores.

Frente a ello, China postula una democratización de las relaciones internacionales, en la que las naciones del Sur Global dejan de ser objetos pasivos para convertirse en sujetos plenos de decisión. El discurso chino abre un espacio de inclusión más real para los países emergentes, en contraste con la promesa incumplida de representación que históricamente ha ofrecido la hegemonía occidental.

La filosofía política china aporta un marco conceptual profundo a estas propuestas. En su discurso de presentación de la Iniciativa de Gobernanza Global, el presidente Xi Jinping cerró citando una máxima clásica: Aquel que defiende el Gran Principio, el mundo lo seguirá. Con ello ancló su propuesta contemporánea en la tradición del Tianxia, el ideal de todo bajo el cielo, que concibe la armonía celeste reflejada en la Tierra y plantea un orden donde la legitimidad emana no de la coerción, sino de la adhesión a principios universales de unidad y justicia. Trasladada al presente, esta visión se convierte en la base moral de las iniciativas chinas: un orden internacional en el que los pueblos y los Estados se integran bajo reglas comunes más justas y equitativas, y donde el liderazgo no se impone por la fuerza, sino que se gana mediante la defensa de ese Gran Principio compartido.

Más allá de la retórica, lo que China está trazando son las líneas maestras de una nueva arquitectura internacional en la que Occidente deja de ocupar el centro exclusivo del poder global. Esto sin duda es un verdadero hito histórico. El proyecto busca mostrar que existe un camino alternativo al dominio tradicional y que ese camino puede ser liderado desde Asia con el respaldo de los países en desarrollo.

La gran incógnita es si esta propuesta se quedará en el plano discursivo o si logrará materializarse en instituciones más equitativas, relaciones económicas más balanceadas y una gobernanza global verdaderamente inclusiva. Lo que resulta indiscutible es que China ha colocado sobre la mesa la discusión de un mundo post-occidental, en el que el Sur Global no solo es espectador, sino protagonista.

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