Para hablar del sector agro y las condiciones actuales, es importante tener en cuenta no sólo el aspecto económico, sino que es necesario contemplar su integralidad. El sector agropecuario resulta esencial para impulsar el desarrollo económico rural y garantizar la seguridad alimentaria y sostenibilidad laboral, social y ambiental de Costa Rica.

En palabras de la Dirección Nacional de Inspección del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, en su Informe del Sector Agricultura (IGE-MTSS-DMT-DVAL-DNI-DG-1-2025):

El sector agrícola en Costa Rica constituye una de las actividades económicas más relevantes, no solo por su aporte a la seguridad alimentaria y a las exportaciones nacionales, sino también por su impacto en el empleo rural y el desarrollo territorial”.

Aquí la pregunta es, si esto lo tenemos claro, ¿por qué no lo tratamos con la importancia debida?

Según la Encuesta Continua de Empleo del INEC al segundo trimestre del 2025, el 8,8% de las personas ocupadas a nivel nacional se agruparon en el sector primario para un aproximado de 189 mil personas, este número en el mismo trimestre (abril - junio) del año 2024 ascendía a cerca de 211.300 personas lo que representa una disminución estadísticamente significativa de 22 mil personas. Con estos datos es importante analizar los discursos en relación a esta caída, quizá algunas personas puedan argumentar que podría existir una movilidad laboral entre sectores. Bueno, no vamos a negar que sería maravilloso pensar que esas 22 mil personas tuvieron a su alcance nuevas oportunidades de crecimiento personal y profesional pero sería irresponsable asegurarlo. La realidad es que el sector agro se encuentra amenazado y con él miles de personas en la ruralidad.

El Índice Mensual de la Actividad Agropecuaria (Imagro), según los datos del Banco Central de Costa Rica, ha presentado una variación interanual negativa sostenida desde noviembre del 2024. Más allá de mostrar los alarmantes números, es fundamental que la mayor cantidad de personas entiendan la situación tan preocupante en la que se encuentra el sector agroproductivo y en consecuencia, la amenaza latente a la seguridad y soberanía alimentaria que esto representa.

En este momento podríamos decir que el agro se encuentra atravesando un periodo de recesión y esto tiene repercusiones directas y profundas sobre la seguridad alimentaria generando afectaciones a nivel de producción, disminución de ingresos en zonas rurales, disponibilidad, acceso y calidad de los alimentos afectando especialmente a las poblaciones más vulnerables. Cuando la seguridad alimentaria se ve comprometida, aumentan los niveles de pobreza, desnutrición y desigualdad, lo que debilita el capital humano y limita las oportunidades de desarrollo, no es solo un concepto que suena bonito, es un tema que de una u otra manera termina influyendo hasta en aspectos de seguridad nacional.

Sacrificar al agro no es solo “buscar actividades más rentables” o “cambiar modelos productivos”, sacrificar al agro es sinónimo de despedirnos del derecho que tenemos como costarricenses de definir nuestras propias políticas y estrategias de producción, distribución y consumo de alimentos, priorizando la producción local y sostenible frente a la dependencia de importaciones. Si Costa Rica sigue acrecentando la dependencia a las importaciones alimentarias, el riesgo de desabastecimiento ante una emergencia global es inminente.

Yo me pregunto, ¿ya se nos olvidó la pandemia? ¿Ya no les suena la “crisis de los contenedores”? Esa interrupción de la cadena logística que se tradujo en desabastecimiento, desabastecimiento y más desabastecimiento. Proteger al agro es contribuir a fortalecer la resiliencia de los sistemas productivos, promover el empleo rural, mantener la estabilidad social y garantizar el sustento de miles de personas en zonas históricamente vulnerabilizadas como la ruralidad y las costas; y esto es definitivamente urgente.

La producción agro es parte de nuestra identidad como costarricenses, el momento de reflexión sobre el rol estratégico que la producción de alimentos representa para nuestro país ya pasó, ahora es tiempo de promover políticas que en un primer momento salven al sector y posteriormente buscar su fortalecimiento. Como consumidores, no demos la espalda a las personas agriculturas de nuestro país, en la medida de lo posible, consuma y apoye la producción nacional. El cambio empieza desde las políticas de consumo en nuestros hogares.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.