En estos días nos encontramos en España, convocados por la Cumbre de Ministros de Cultura de Iberoamérica y el MONDIACULT. Costa Rica llegó aquí con la convicción de que la Carta Iberoamericana de Cultura no es un texto simbólico, sino un pacto de dignidad. Nos recuerda que los derechos culturales no son un lujo ni un adorno: son la esencia misma de nuestras democracias.

Nuestro papel en esta cumbre no es repetir consignas, sino afirmar que la cultura importa porque es esperanza, creatividad y futuro. Y que hablar de derechos culturales es hablar de justicia. Algunas ideas de lo que venimos a defender:

Descentralizar el acceso a las artes y la cultura

Iberoamérica aún convive con una profunda desigualdad: la cultura suele llegar a las capitales antes que a los pueblos, a los sectores privilegiados antes que a quienes han esperado por décadas. Esa brecha no es una estadística: es la negación práctica de derechos.

Llevar música, teatro, danza, museos y libros a cada rincón es un acto de justicia social y una herramienta para promover la paz en sociedades golpeadas por la violencia y la exclusión.

Cultura como economía y trabajo digno

La cultura no puede seguir tratándose solo como pasión o vocación. Es trabajo, industria, mercado. Implica creación, pero también consumo y públicos. Por eso debemos fomentar la comercialización de servicios culturales y abrir circuitos internacionales.

Y junto a ello, garantizar condiciones laborales dignas para artistas y trabajadores culturales: seguridad social, contratos justos, protección de derechos de autor. Los derechos culturales solo serán plenos cuando quienes crean puedan vivir de ello.

Reconquistar el espacio público para promover la paz.

En ciudades marcadas por el miedo y la fragmentación, la cultura ofrece reconciliación. Cuando una plaza, un parque o una calle se convierte en escenario vivo, lo que florece no es solo arte: también florece la confianza, la seguridad y la cohesión social.

Reformar la cooperación iberoamericana

Los programas iberoamericanos de cultura han sido valiosos, pero hoy requieren un nuevo impulso. Debemos superar la lógica fragmentada de “cada programa por su lado” y avanzar hacia un trabajo articulado con metas comunes.

También es hora de reconocer con justicia salarial a los equipos técnicos que sostienen las secretarías iberoamericanas, porque sin ellos ningún acuerdo pasa del papel a la realidad.

Identidad y proyección internacional

La identidad iberoamericana está hecha de lenguas, músicas, imágenes y acentos que nos hermanan y que el mundo admira. Pero esa riqueza debe proyectarse con mayor fuerza: nuestros embajadores artísticos no pueden ser figuras decorativas en redes sociales, sino aliados estratégicos que abran puertas y creen oportunidades.

Costa Rica vino a Mondiacult con un mensaje claro: la cultura es el corazón del desarrollo humano, económico y democrático. Si queremos una región más justa y próspera, debemos atrevernos a hacer de la cultura un derecho vivo, un trabajo digno y un puente efectivo entre nuestras naciones.Lo resumió José Saramago con precisión: “La cultura no es un lujo, es una necesidad.” Y si es una necesidad, entonces es deber de los Estados garantizarla con presupuestos, programas articulados, justicia laboral y políticas reales.

Que Mondiacult no se quede en declaraciones. Que se convierta en acción. Porque si no lo hacemos nosotros, ¿quién más lo hará?

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.