Y sí, queremos recuperar la seguridad y abrir oportunidades reales para la juventud. Pero eso no será posible mientras sigamos viendo al arte, la cultura y el deporte como pasatiempos que se dejan al margen de la conversación nacional. Es hora de reconocerlos como sectores estratégicos, transversales y capaces de mover la economía, cohesionar a la sociedad y darle a Costa Rica una ventaja competitiva que hoy estamos desperdiciando. En este artículo les quiero hablar de eso.

Mientras países como México, Colombia o Chile han convertido la creatividad y la cultura en pilares de competitividad, en Costa Rica los seguimos condenando. Se les administra como si fueran un programa de asistencia social. El resultado está a la vista: una cultura popular que se nos diluye porque nunca ha sido prioridad. No es casualidad la crisis que vivimos. En los últimos cinco gobiernos, estos sectores no han tenido un lugar real en la agenda y hoy estamos pagando muy caro las consecuencias.

Un país sin cultura viva es un país incompleto. Y la factura no se paga solo en economía, también en seguridad. La prevención se construye en las canchas abiertas, en las ligas menores, en las academias de talento, en las clases de música, en los espacios donde los jóvenes crean y sueñan. Invertir en cultura y deporte siempre será más barato, y más inteligente, que llenar cárceles.

Para el turismo, además de playas y volcanes, cada visitante debería encontrar festivales, conciertos, centros culturales activos y barrios orgullosos de su identidad. Porque un estadio lleno, un teatro o un festival comunitario son polos de desarrollo que generan empleos, atraen inversión y dinamizan economías locales. Una nación que no cuida a sus artistas ni a sus deportistas es una nación que renuncia a sí misma. ¡Esto sí es esencial Costa Rica!

En cada cantón hay campeones y artistas esperando una oportunidad. Ahí está nuestra diferencia, ahí está el valor agregado que puede reactivar regiones enteras.

La deuda pendiente

No podemos seguir perdiendo talento. No podemos pedirles a los jóvenes que crean en Costa Rica si Costa Rica no cree en ellos. Yo creo en ellos. Creo en su talento, en su disciplina, en su creatividad y en su capacidad de brillar en el mundo. Pero para que lo logren, necesitamos condiciones reales y ponernos a trabajar desde el día uno.

Y no lo vamos a conseguir con más diagnósticos, sino con visión y gestión. Eso significa ejecutar bien los presupuestos, poner a las personas correctas al frente de las instituciones, que lleguen a trabajar y no a aprender en el puesto; conectar estos sectores con la economía nacional, atrayendo inversión privada, fortaleciendo encadenamientos productivos y aprovechando al turismo como aliado natural; y, finalmente, apostar a la formación y profesionalización porque en Costa Rica el talento sobra, lo que falta es acompañamiento y herramientas.

Costa Rica no puede seguir quedándose atrás. Vamos a cambiar el juego, literalmente.

Yo quiero ver a artistas, creadores, atletas y gestores culturales viviendo dignamente de su trabajo. Quiero que un joven pueda soñar con vivir del arte, del deporte o de la cultura sin que eso signifique pobreza, incertidumbre o abandono.

Desde la presidencia se puede, porque vale la pena vivir en un país que respeta e impulsa a sus representantes en el arte, el deporte y la cultura.

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