La iniciativa regional Hablemos Claro busca visibilizar y erradicar las relaciones desiguales entre personas adultas y adolescentes.
Con el propósito de transformar normas sociales de género y reducir el embarazo en la adolescencia, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) lanzó hoy en Costa Rica la campaña Hablemos Claro. Esta iniciativa regional está dirigida a visibilizar y prevenir las relaciones impropias que afectan a adolescentes afrodescendientes en contextos marcados por el racismo y el machismo.
La campaña forma parte del proyecto No dejar a nadie atrás: Reducción del embarazo en la adolescencia afrodescendiente, financiado por los gobiernos de Luxemburgo e Irlanda, y se desarrolla en cinco países de la región.
Hablemos Claro busca cuestionar la normalización de relaciones sexuales y afectivas entre adultos y adolescentes, especialmente aquellas en las que existe una diferencia de edad que genera una relación de poder y pone en riesgo a la persona menor de edad, según detallaron desde el UNFPA.
En Costa Rica, las relaciones impropias están tipificadas como delito desde 2017, mediante la Ley N.º 9406. Esta establece que incurre en delito la persona adulta que mantenga una relación con un menor de edad bajo las siguientes condiciones:
- Si la persona adolescente tiene entre 13 y 15 años, y la persona adulta es cinco o más años mayor.
- Si la persona adolescente tiene entre 15 y 18 años, y la persona adulta es siete o más años mayor.
La legislación prevé penas de cárcel para la persona adulta que van de 2 a 10 años, según los agravantes que se presenten.
El jefe de UNFPA en Costa Rica, Juan Luis Bermúdez, explicó:
El centro de esta campaña es la claridad que reside en llamar a las cosas por su nombre. Se coloca a las relaciones impropias como un delito Costa Rica y un fenómeno de violencia contra las personas menores de edad sustentada en prácticas culturales, que se entrecruza con otras formas de discriminación como racismo o la xenofobia, y que deben ser erradicadas”.
En esa línea, agregó que “los cambios de comportamiento pasan por transformar las normas sociales que perpetúan desigualdades de género, y étnico-raciales de personas adolescentes. Esta es una conversación que debe llegar sin tapujos a la mesa de los hogares, a las comunidades, a las organizaciones sociales y privadas que trabajan con personas jóvenes”.