Participación laboral y ocupación
En el período posterior a la pandemia las tasas de participación laboral y de ocupación caen drásticamente con cambios en la estructura del empleo. Estos cambios grandes en un período corto de tiempo se dan simultáneamente con una disminución en la tasa de desempleo y una disminución de la pobreza. Considero importante poder explicar adecuadamente estas variaciones.
La mayor parte de las personas nos desempeñamos como trabajadores en la economía. En la relación laboral la mayoría de las familias realizan su aporte a la producción y generan los recursos para su consumo.
La manera de realizar nuestro trabajo está condicionada por el orden social y económico en el que vivimos, y se afecta por el desarrollo tecnológico.
Como vivimos un acelerado cambio de época las condiciones laborales también están sometidas a importantes cambios, a los cuales la política social debe responder y proporcionar a las personas los instrumentos que les abran las mejores oportunidades para obtener buenos frutos de su trabajo.
Por eso es importante conocer la composición y los cambios de las condiciones laborales de nuestros trabajadores.
Ruego a Ud. estimado lector paciencia pues para justificar mi perplejidad voy a compartirle una serie de cifras.
Para empezar dos cifras que han caído considerablemente. En febrero de 2020, el mes anterior a la pandemia, la tasa de participación laboral (número de personas que trabajan o que desea trabajar como proporción de la población de 15 años y más) fue 63,9%. Cinco años después en febrero de este año había bajado a 56,5% y la última medición la de junio recién pasado es de 54,7%. Según la OIT la tasa de participación al II trimestre de 2024 para América Latina y el Caribe fue de 62,8 cuando la nuestra era de 56,2%
Si vemos directamente la tasa de ocupación, que mide la proporción solo de personas con empleo, su cambio va de 56,1% en febrero 2020, antes de la COVID-19, a 50,7% este pasado junio, último dato disponible. Para tener una idea de lo que esto significa la tasa de ocupación de la OCDE anda entre 65 y 70%.
Las tasas de participación y de ocupación disminuyen drásticamente al inicio de la pandemia, luego se recuperan parcialmente, pero lentamente vuelven a ir disminuyendo e incluso se acelera su disminución en los últimos meses. Su caía no es un fenómeno circunstancial de ahora.
Eso significa que desdichadamente con posterioridad a la pandemia nuestra economía no ha generado los puestos necesarios para mantener los niveles de ocupación que se daban con anterioridad.
En febrero de 2020 trabajaban en nuestro país 1.363.563 hombres y 863.677 mujeres. La Encuesta Continua de Empleo (ECE) del INEC nos indica que en junio solo laboran 1.313.764 hombres y 839.723 mujeres. En junio pasado —cifra más reciente del INEC— tienen empleo 49.799 hombres y 23.954 mujeres menos que hace 5 años y 4 meses. En ese período la población de 15 años y más ha aumentado en 278.319 personas o sea en un 7%, pero el número de ocupados en lugar de haber subido en ese período en esa proporción bajó en 73.753 personas, sea en un 3%.
Empleo formal e informal
Además de generar menos empleo, la estructura de la población laboral ha cambiado drásticamente desde febrero de 2020 a junio de este año: en tanto ha aumentado el número de empleos formales, ha disminuido muy aceleradamente el empleo informal.
En hombres el empleo formal ha aumentado en 80.799 puestos (+11%) mientras el empleo informal ha disminuido en 130.031 posiciones (-21%). En mujeres el empleo formal aumenta aún más que en hombres, pues hay 116.065 más que trabajan (+27%). En cambio, el empleo informal de mujeres disminuye en 138.523 puestos de trabajo (-33%).
Son cambios muy grandes para un período de tan solo cinco años.
En la estructura del empleo informal podemos ver los tipos de empleo que sufrieron mayor disminución proporcional de puestos: disminuyeron más los puestos para empleados dependientes que para trabajadores por su cuenta, por sectores productivos la disminución de empleos fue mayor en el sector primario, fue más alta en ocupaciones que generan empleo por pocas horas, y en las que generan salarios más bajos.
Con esas características de los puestos que más han desaparecido podemos concluir que quienes más se afectan son personas menos favorecidas por su situación económica y social.
Empleo, ingresos y pobreza
Si vemos los datos de la Encuesta de Hogares del INEC entre 2019 y 2024 la pobreza disminuye de 21 a 18%
¿Menos gente empleada y disminuye la pobreza? ¿Será que los salarios reales por persona crecen tan rápido que con menos trabajadores laborando los hogares tienen más ingresos? En ese período la población creció 6,6%, el empleo aumento solo un 2,2% (pero entre diciembre de 2024 y junio de 2025 disminuyó un 3,5%) y la proporción de personas ocupadas cayó 3,3 puntos porcentuales. Según el BCCR los salarios reales con base en el reporte de planillas a la CCSS aumentaron en un 3,3% insuficiente para compensar ese deterioro en el empleo.
Otra fuente de información sobre ingresos es la encuesta de hogares del INEC. Los datos del ingreso promedio per cápita de los hogares en términos nominales indican que entre 2019 y 2024 se da un aumento del 18%, que con una inflación de 11% genera un crecimiento real del orden de 7%.
Estos indicadores son indicios de un aumento en el nivel de ingresos por trabajador que compensa en parte la disminución del número de generadores de ingreso salarial.
Por otra parte, vimos que los puestos informales que en mayor proporción se pierden son los que ocupan personas con menores ventajas económicas y sociales. La Encuesta de Hogares nos indica que en el período 2029 a 2024 disminuye en todos los quintiles la proporción de ocupados por hogar, pero mientras en promedio disminuye esa proporción un 6,9%, en el quintil de menores ingresos disminuye casi el doble, un 12%.
¿Será que mejora también la distribución de ingresos y suben más los de las familias pobres? Sí hay una mejoría en el coeficiente GINI que de 2019 a 2024 pasa de 0,508 a 0,492, y los ingresos del quintil más pobre aumentan mucho más que los del quintil más rico: 30% frente a 11% en términos nominales.
El tema merece un análisis mucho más riguroso que estos cálculos de servilleta. El Instituto de Investigaciones Económicas de la UCR, el BCCR, el Ministerio de Trabajo podrían investigar estas circunstancias para sacar conclusiones mejor documentadas. Es bueno tener mayor proporción de empleo formal, pero eso es aún mejor si no disminuye el número total de personas ocupadas.
Conocer las razones de estos drásticos cambios es muy importante para las políticas públicas de trabajo, de educación, de formación laboral, de pensiones y en otros campos.
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