La democracia en Costa Rica muestra una erosión peligrosa que da pie para que partidos sin estructura, y con liderazgos autócratas lleguen al poder. Continúa el peligro que este tipo de liderazgos siga teniendo posibilidades de acceso al poder con consecuencias desastrosas para el Estado de Derecho, el tejido y la paz social. Este daño institucional repercute en la falta de atención adecuada a los problemas que aquejan nuestra seguridad social, la seguridad ciudadana y las infraestructuras urbanas y de transporte que amenazan colapsar.
Hace más de 20 años ya el Latinobarómetro nos decía que la democracia costarricense experimentaba sus primeros síntomas con un descontento ciudadano expresado en una pérdida de credibilidad en las instituciones, aunque el descontento entonces no llegaba al sistema como un todo. La democracia seguía manteniendo niveles de apoyo ciudadano como la mejor forma de gobierno. Para el 2025 se manifiesta un gran descontento con las instituciones democráticas y el funcionamiento de la democracia. (Latinobarómetro 2024, TSE, 2025). El Latinobarómetro 2024 señala que Costa Rica tiene apenas un 45% de satisfacción con la democracia no muy lejos del 33% que es el promedio de satisfacción para la región de América Latina. Quiere decir que en Costa Rica más de la mitad de la población no se siente satisfecha con la democracia como forma de gobierno.
A esto sin duda contribuye, el discurso populista consistente en un ataque continuado a la institucionalidad democrática (Fiscalía General de la República, Asamblea Legislativa, Contraloría General de la República, la prensa opositora), la seguridad social factor de estabilidad en el pasado enfrenta grandes desafíos, la desigualdad escondida en las estadísticas oficiales alcanza niveles preocupantes, la infraestructura del transporte es deficiente y denota falta de inversión decidida así como la seguridad ciudadana está en sus peores niveles si vemos las muertes y violencia producto de la infiltración del narcotráfico en el país.
En materia de seguridad social entre los principales retos se encuentran el envejecimiento de la población, la sostenibilidad financiera, la informalidad laboral, la deuda estatal con la CCSS, la manipulación política, y la urgente necesidad de mejorar la eficiencia y la calidad de los servicios.
La infraestructura urbana es deficiente. Las vías son claramente insuficientes para brindar calidad de vida y transporte eficiente a la población. Crecemos sin orden ni planificación. La relación entre infraestructura privada y pública no tiene ninguna relación. Seguimos construyendo condominios y proyectos habitacionales subiendo nuestras montañas y las calles son las mismas de hace décadas.
En Costa Rica, la seguridad ciudadana hoy es un tema de preocupación creciente. El 2025, muestra un aumento significativo en la percepción de inseguridad y preocupación por la delincuencia. Los datos del OIJ indican un seguro récord histórico en homicidios para el año, con proyecciones que superan los 975 casos, mientras que las encuestas muestran que la inseguridad es la principal preocupación de la ciudadanía.
En materia de desigualdad social en Costa Rica, la desigualdad social, medida a través del coeficiente de Gini, ha sido históricamente alta, aunque ha experimentado cierta fluctuación. Independientemente de esto, lo cierto es que ni los salarios ni las pensiones alcanzan a la mayoría de la población. Esto ocasiona un nivel de endeudamiento alto a través de las tarjetas de crédito para hacer frente a imprevistos y emergencias.
Resulta aterrador que se vea con admiración y con deseos de réplica a El Salvador, un país en el que se persigue a la prensa, se elimina el pluralismo, en el que se violentan los derechos humanos y se piensa que la delincuencia se soluciona construyendo una megacárcel para encarcelar sin juicio o aprobando la reelección presidencial indefinida con apoyo de un congreso nombrado a dedo para asentir. ¿Es eso es lo que quiere y nos van a ofrecer a los costarricenses? ¿Borrar un largo y prestigioso historial de protección y promoción de los derechos humanos y perpetuarse en el poder para gobernar a sus anchas con una Asamblea Legislativa sumisa y cooptada?
La democracia costarricense enfrenta una pérdida de legitimidad que va desde el nivel de la confianza en las instituciones hasta el nivel de funcionamiento de la democracia como la mejor forma de gobernarnos. En esta próxima elección presidencial nos jugamos el futuro de Costa Rica. Debemos elegir si queremos seguir las tendencias que nos proponen la autocracia o si mejorando las instituciones logramos fortalecer la democracia que históricamente nos ha caracterizado.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.