Según el presidente Rodrigo Chaves en Costa Rica nada sirve, el Poder Judicial le estorba, la Fiscalía le incomoda, la Contraloría lo detiene, la Asamblea Legislativa no hace nada, el Banco de Costa Rica hay que venderlo, las universidades no aportan; y así continua la lista de instituciones que le incomodan, le estorban, le asedian, le persiguen y le impiden desarrollar su proyecto político. Muchos son los cuestionamientos que podemos plantear sobre esas y otras muchas instituciones, el aparato estatal sin duda está en inmerso en una grave crisis.
A su vez, el presidente ha personalizado sus ataques, enviando mensajes frontales a magistrados de la Sala Constitucional. Los grupos ambientalistas y algún sector de la prensa tampoco son de su agrado, y ahí sigue la lista.
Entre todas sus manifestaciones desafortunadas, imprudentes y preocupantes, son sus cada vez más frecuentes las diatribas contra el Tribunal Supremo de Elecciones, el mismo Tribunal que reconoció y declaró sin dilaciones la victoria electoral de Chaves en 2022, hoy le estorba, ya no le gusta. Resulta curioso que conforme se acercan las elecciones sea justo ahora que el TSE le genera tanta antipatía.
Y como nada funciona, Chaves dice una y otra vez que se necesitan 38 diputados y diputadas para consolidar su proyecto político, lo mismo han dicho Laura Fernández y Pilar Cisneros. Sostienen que, si el electorado les diera 38 curules en 2026, ahí sí podría gobernarse bien, ya sea bajo un mismo partido político (casi imposible) o entre varios partidos.
Obtener 38 de 57 diputaciones implica asegurarse la mayoría calificada legislativa para generar reformas profundas en el mejor de los casos, o muy convenientes en las manos equivocadas ¿Cuáles serían las grandes reformas que aplicaría esa eventual mayoría chavista? No se sabe, solo se sabe que según sus discursos que “el pueblo” las necesita.
Ya no habrá presas, ni feminicidios, ni burocracia, ni sicariato, ni pistas clandestinas de narcotráfico, ni desempleo, ni homicidios, ni embarazos adolescentes, ni corrupción, ni listas de espera en la CCSS. Todo mejorará en un camino de una sola vía hacia la prosperidad y la felicidad.
La mayoría calificada de la Asamblea, es decir las 38 diputaciones que Chaves promueve, puede tomar decisiones como nombrar magistrados y magistradas, aprobar reformas parciales a la Constitución e inclusive convocar a una Asamblea Constituyente para elaborar una nueva Constitución Política, esa que también le estorba a Chaves. Esa que juró defender y honrar al tomar posesión de su cargo.
Centroamérica, reelecciones presidenciales
En Nicaragua, Ortega llegó al poder democráticamente en el 2007; mientras que, en El Salvador, Bukele logró la presidencia por la vía democrática en 2019. En ambos países no había relección consecutiva. No obstante, en ambos casos, polémicas decisiones judiciales de las Salas Constitucionales emitidas en 2009 y 2021 permitieron la reelección consecutiva.
Ortega y Bukele lograron mayoría en sus respectivos congresos y promovieron reformas para la aprobación de la reelección indefinida. En Costa Rica, hemos tenido nuestras propias controversias con la reelección presidencial (no consecutiva) habilitada también por una muy polémica sentencia de la Sala Constitucional (2003-2771) en el año 2003.
Los casos de la reelección no consecutiva en Costa Rica v Nicaragua han sido ampliamente estudiados en la literatura jurídica y política. Entre las obras relacionadas, recomiendo leer la tesis de maestría de Amelia Brenes, llamada “Jueces con curul: la reelección presidencial decidida en la vía jurisdiccional. Los casos de Costa Rica y Nicaragua”.
La narrativa de Chaves y la reelección se ha acentuado de forma gradual, bajo las reglas actuales definidas en la Constitución, podría aspirar a la presidencia no en las elecciones de 2030, sino hasta el 2034.
Volviendo a la mayoría calificada de 38 diputaciones
Mediante una reforma constitucional o mediante una Asamblea Nacional Constituyente podría ser aprobada una reforma constitucional que permita la reelección antes de 2030, de paso podría aprobarse la reelección consecutiva; o inclusive la reelección presidencial indefinida. Con la mayoría calificada para aprobar reformas o con una constituyente, el partido que gobierne podría incidir de forma más directa en el nombramiento de magistrados y magistradas, la Contralora, entre otras designaciones.
Valga recordar que recientemente, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, mediante la Opinión Consultiva 28/21 del 07 de junio de 2021, determino:
La habilitación de la reelección presidencial indefinida es contraria a los principios de una democracia representativa y, por ende, a las obligaciones establecidas en la Convención Americana sobre Derechos Humanos”.
Ahora bien ¿Cuáles son esas grandes reformas que aprobaría esa super mayoría legislativa? Ni Chaves ni sus cercanos colaboradores han señalado al menos una reforma importante que impulsarían con esos 38 votos.
La malicia, la experiencia, la retórica de Chaves, el auge del populismo y los ejemplos cercanos me llevan a sospechar que el verdadero objetivo es tener una aplanadora legislativa para incidir en el Poder Judicial, plantear mesa gallega legislativa e ir minando toda oposición. La historia demuestra que cuando esas cuotas de poder se van adquiriendo sin restricciones ni límites, luego es muy difícil contenerlas y todavía más difícil que se autocontengan.
Ya lo hizo Ortega, ya lo hizo Bukele y el discurso de Chaves va en la misma línea. Pareciera que el señor presidente quiere ser un tico con corona.
Esto que escribo podría parecer alarmista, prefiero decirlo ahora, no vaya a ser que luego sea muy tarde. Mejor prevenir que lamentar.
Mientras llegan los resultados de 2026 el presidente Chaves y su gabinete podrían intentar cerrar su gestión con algo de decoro y ojalá algún aporte; más allá de los indicadores macroeconómicos. Dicho sea de paso, para mejorar la democracia y la convivencia pacífica no hacen falta 38 diputados. Hace falta dejar de polarizar, no atacar al TSE, llevar orden en la agenda de las sesiones extraordinarias, saber priorizar, saber escuchar y saber negociar.
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