Con profunda preocupación, y aún más compromiso, recibimos como equipo la noticia del cierre progresivo de la planta de ensamble y prueba de Intel en Costa Rica. No es cualquier salida: se trata de la operación de manufactura avanzada de una empresa que, por décadas, nos ha puesto en el mapa tecnológico del mundo. No es una decisión de hoy para mañana. Es una señal de advertencia que venía formándose y que, como país, fuimos incapaces de anticipar y de corregir a tiempo. Adicionalmente, se suma a una lista compleja de elementos de la coyuntura:
- Récord histórico de asesinatos.
- Caída a los niveles más bajos en décadas en la incautación de droga al narcotráfico.
- Caída en la visitación de turistas al país.
- Otros sectores con severas dificultades para ser competitivos por los factores estructurales (agroindustria, desarrollo software).
- Severa Crisis Educativa con informes recientes de la UNA que nos indican que un graduado de colegio no logra los fundamentos básicos de lecto escritura.
- Un crecimiento muy pobre del tejido productivo local (Régimen Definitivo).
Se nos acumulan retos de alta complejidad que ameritan un cambio de actitud inmediato para poder enfrentarlos y resolverlos.
En las conversaciones que hemos sostenido con expertos del sector productivo y tecnológico, hay un consenso claro: Costa Rica no perdió esta inversión por accidente. La perdió porque no se adaptó. Mientras otras naciones como Malasia y Vietnam consolidaban ventajas competitivas con visión de futuro, nosotros seguimos empantanados en trabas, costos altos, falta de talento técnico y decisiones monetarias que encarecen producir aquí. Y encima de ello, con una discordia y desastroso clima político de confrontación, irrespeto y destrucción de cualquier puente entre sectores, que es crucial para el buen funcionamiento de una nación.
¿Por qué no consolidaron esa operación en Costa Rica? Sí, la empresa ha pasado por dificultades globales pero también, ¿Por qué no hemos desarrollado las condiciones suficientes para que quedara o expandieran en nuestro país?
No más reacciones tardías
El problema no es solo la salida de Intel. Es que seguimos reaccionando en vez de anticipar. ¿Dónde estaban las alertas tempranas? ¿Dónde el monitoreo proactivo, la conversación constante con los inversionistas, la voluntad política de hacer lo necesario para retener talento y operaciones? Necesitamos un modelo de gobernanza económica que no se limite a cortar cintas cuando llegan, sino que construya relaciones de largo plazo, acompañe y actúe con agilidad cuando hay señales de riesgo.
Para quienes hemos sido empresarios, sabemos que no es suficiente adquirir clientes, hay que retenerlos. Y ahí estamos fallando estrepitosamente. Todas estas trabas y costos se ven tangibles cuando una empresa define irse, pero también afecta la viabilidad de emprendimientos nacidos en Costa Rica.
Para lograrlo, desde Avanza estamos trabajando en una agenda de competitividad real:
- Una alianza nacional entre sector público y privado para reducir el costo de la electricidad abriendo el mercado eléctrico.
- Formar talento técnico en sectores emergentes coordinando los diversos fondos disponibles para este fin (para los cuales falta una estrategia unificada)
- Estabilizar el tipo de cambio.
- Modernizar el aparato estatal.
- Ajustar su carga regulatoria en pro de la actividad productiva.
Esto no se resuelve solo con discursos ni promesas. Se resuelve con reformas valientes y decisiones técnicas orientadas al bien común.
Una nueva estrategia para competir
Costa Rica no puede seguir apostando todo a la Inversión Extranjera Directa sin fortalecer su capacidad de generar innovación local, encadenamientos productivos y valor interno. Entendemos con total claridad que la IED (inversión extranjera directa) ha sido, y lo sigue siendo hoy día, muy positiva para el país, pero si no corregimos estos problemas, pasará de ser una fuente de crecimiento a una vulnerabilidad estructural.
Necesitamos fortalecer nuestra oferta educativa con enfoque en emprendimiento, inglés (¡finalmente!), habilidades digitales, ciencia de datos, inteligencia artificial y sostenibilidad. Capacitar a nuestros jóvenes no para ser operarios de bajo costo, sino líderes en industrias de frontera. Además, es urgente lograr que se corrijan las trabas que evitan a las empresa locales lograr encadenar de forma vigorosa con las extranjeras.
Desde ya, hacemos un llamado a todos los sectores del país: este no es momento de repartir culpas, sino de corregir el rumbo. Debemos unirnos para derrotar el miedo que tenemos todos los costarricenses de perder la Costa Rica que tanto orgullo nos genera.
Tenemos el talento, el espíritu emprendedor y el prestigio internacional. Pero nos falta determinación política, agilidad institucional y una estrategia país que vaya más allá de las noticias. Que construya futuro antes de que se nos siga escapando entre los dedos. Esto es, un liderazgo que una para resolver.
Porque sí, Costa Rica puede competir. Pero solo si se lo propone en serio. Y el momento es ahora.
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