Trabajé con el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia en Kosovo, Bosnia y Croacia. Estuve a cargo, junto a colegas, de transcribir los registros de patología, antropología y arqueología forense de Srebrenica, entre otros sitios de aniquilación étnica que permitieron juzgar a criminales de guerra, entre ellos Ratko Mladić, Radovan Karadžić y Slobodan Milošević. También trabajé en Irak durante 18 meses, donde estuve a cargo del laboratorio de “objetos culturales”, recuperando evidencia para los juicios contra Saddam Hussein. En España, participé en la exhumación de cuerpos de víctimas de la Guerra Civil y del franquismo. Los cuerpos fueron devueltos a sus familias cuando fue posible identificarlos; los que no, quedaron en cajas de cartón en un osario en un cementerio local.
No tengo más armas que las manos con las que escribo. Y Gaza me duele en el alma, porque ya he visto lo que sigue. Relato aquí -desde una mirada forense - cómo serían los primeros días de una misión internacional en Gaza bajo mandato de la Corte Penal Internacional. Escribo desde la indignación y la memoria profesional. Sé lo que significan las fosas, el hambre, los cuerpos y el silencio institucional. He limpiado, envuelto y entregado huesos después de un conflicto.
Escribo desde el futuro.
Día 3
Llegamos a Gaza hace tres días. Todavía no hay ni agua ni electricidad constantes, solo lo suficiente para poder trabajar. Si hace falta, tenemos un generador.
El equipo de arqueólogos forenses está trabajando en cinco fosas comunes halladas la semana pasada. Hay dos posibles más. El equipo es grande y la mayoría nos conocemos: hemos trabajado codo a codo en Kosovo, Bosnia, Irak, Colombia. Veinticinco años de conocernos. Somos casi todos latinoamericanos. También participa un canadiense nacionalizado costarricense, tres ingleses, tres australianos, cinco españoles. Entre ellos, también hay antropólogos forenses listos para analizar los restos que salgan de las fosas, el odontólogo es de la India; los psiquiatras forenses, psicólogos e investigadores que se encargarán de levantar los testimonios de los sobrevivientes son del Magreb, Líbano, Egipto y Siria.
Los equipos obedecen a un mandato de la Corte Penal Internacional que juzga los crímenes cometidos en Israel y Palestina a partir del 7 de octubre de 2023. Smotrich, Galant, y Ben Gvir están detenidos en La Haya, así como otros 27 militares y civiles israelíes (la lista de acusados va por 300). También están detenidos 17 ciudadanos británicos, 8 holandeses y 5 franceses, todos con doble nacionalidad. Todos fueron durante ese periodo, soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel. Netanyahu sigue escondido. Se desconoce su paradero. Hamás fue desmantelado, sus líderes asesinados, pero la idea que lo sostiene sigue viva —para desgracia de todos. A los equipos forenses nos toca recabar la evidencia para los juicios. Cada uno de nosotros sabe lo que tiene que hacer. Ya lo hemos hecho en otros contextos.
Día 4
La primera fosa mide 15 metros de largo por 8 de ancho y 2 de profundidad; fue cavada con retroexcavadoras. Son cientos de cuerpos, unos encima de otros. No tenemos identificaciones; habrá que hacerlas. Para eso también estamos aquí. La evidencia comienza por probar que no murieron de una enfermedad infectocontagiosa, sino de los efectos de la guerra: balas, heridas de metralla y hambre. La más difícil de todas. El hambre no deja rastro en el hueso – huesos es la evidencia que tenemos- , a menos que estemos creciendo. Es más fácil ver los efectos en niños que en adultos porque el hambre marca sus huesos y sus dientes, progresivamente. Es posible que no podamos identificar de qué murieron estos individuos. Israel usó armas prohibidas o nunca antes utilizadas.
Día 5
Se sacan de las fosas y se analizan en dos tiendas de campaña. Es la fordización de la recuperación de restos. Cada tienda tiene mesas; sobre ellas exponemos la “evidencia”. Separamos la ropa de los huesos. Nos llevamos la ropa a la otra tienda. Ahí se limpia en seco y se fotografía, para ver si los sobrevivientes reconocen las prendas. Los huesos se limpian, se analizan, se miden y se guardan en cajas de cartón.
Día 6
Llevamos seis días trabajando sin descanso. Son muchos los cuerpos y escasos los recursos. Hasta ahora, hemos logrado recuperar 50 individuos. La mayoría son niños y adolescentes. Probablemente porque esta fosa está asociada a muertes ocurridas en un hospital. Sabemos sus edades por los huesos: las epífisis aún no están fusionadas y los dientes son de leche, algunos diminutos. En los adolescentes, las marcas de hipoplasia dental son evidentes. Son jóvenes que han sufrido hambre y trauma. Cualquier evento traumático que altere el metabolismo infantil puede dejar huella. El cuerpo interrumpe el desarrollo normal del esmalte cuando no recibe suficientes nutrientes. Entre nosotros hay un patólogo forense. Es indio, de Bihar, en la frontera con Nepal. Conoce las muertes por hambre; sabe reconocerlas.
Hoy comenzamos a transcribir los reportes.
Grave 001 GZ0033 Body 8
El Cuerpo 8 de la Fosa 001 corresponde a un niño de entre 6 y 8 años de edad. La ropa recuperada con este individuo sugiere que se trataba de una niña, probablemente de etnicidad palestina (ver lista de objetos culturales). Murió por metralla en el torso y las piernas. Los dientes presentan grave hipoplasia, indicador de trauma crónico. Los objetos recuperados con este individuo y el análisis forense se detallan en esta sección.
Contexto arqueológico: El Cuerpo 008 fue recuperado de la Fosa 001, el 19 de mayo de 2026. El cuerpo estaba ubicado a lo largo de la mitad sur de la pared de la tumba y orientado hacia el norte-noroeste (ver figura 4-8-1). Se tomaron 40 puntos de referencia y una sección del fémur para muestra de ADN.
Descripción del cuerpo y posición: Este joven esqueleto yacía sobre su espalda, con el cuerpo y las piernas extendidos (Figura 4-8-1). El brazo izquierdo estaba flexionado por el codo, con la axila cerrada. El brazo derecho estaba extendido, también con la axila cerrada. Una posible bala (o proyectil balístico) sigue adherida al interior inferior izquierdo del frente de la camisa exterior.
Efectos personales: el Apéndice A, Tabla 1, detalla todos los objetos asociados con el Cuerpo 8.
Siguen los reportes. El Cuerpo 009 es también de un niño o niña de entre 6 y 8 años.
Día 29
Llevamos 29 días aquí. Nos mudamos a un edificio hecho por el ejército chino. Son cinco pisos sin escaleras. Ni una. Son tantas las personas sin una pierna, o a quienes les falta un pie, o que se arrastran, que no se pueden tener peldaños.
Día 37
Volvieron los resultados de ADN. De los 130 casos de la primera fosa, tenemos 19 identificaciones positivas. El Cuerpo 008 está entre ellos. Tiene hermanos y primos en la fosa. Su mamá sobrevivió. Su papá sigue desaparecido. Seguimos con agua y luz racionadas. Se llamaba Amira y tenía 8 años. Mañana viene la mamá por el cuerpo. El Cuerpo 009 permanecerá en un osario hasta que sea identificada, o no. Como el Cuerpo 009, serán miles. La historia cuenta a sus muertos en números redondos, la justicia lo hace por sus nombres.
Día 38
Me tocó preparar el Cuerpo 008. Saqué a Amira de la caja de cartón. Hubiera preferido no saber ni su nombre ni su edad. La envolví con su ropa en una manta blanca, como lo hemos coordinado. Até el cuerpo como se acostumbra, en un sudario, una sábana blanca. Me tocó entregarla. Los familiares estaban agradecidos. Yo solo quise disculparme por no haber podido hacer más. No me salieron las palabras. Las busco y no las encuentro. Hemos sacado a 35 chiquitos de esta fosa. Solo a 9 hemos identificado.
Amira tenía ocho años. No portaba un arma cuando la encontramos, nunca firmó tratados, ni dirigió ejércitos. Amira tenía ocho años. La guerra la llamó “colateral”. La ciencia y la Memoria la llaman por su nombre.
No seguiré escribiendo más.
Ya he visto lo que sigue: miles de cuerpos sin identificar. Y una maquinaria lenta, casi indiferente, que intenta reparar lo irreparable: certificar muertes, nombrar ausencias, sellar archivos. Para las familias de Amira, sus hermanos y primos, la Justicia en La Haya será mínima y simbólica: alcanzará a unos pocos, frente a la abrumadora cantidad de víctimas y victimarios. Para el Caso 009, no llegará nunca: será parte de la Nakba, la ironía del holocausto palestino. Cuando la dignidad se entierra sin nombre, ningún tribunal alcanza, ninguna historia salva del olvido.
Decía Salman Rushdie que la misión del poeta es nombrar lo innombrable, denunciar el engaño, tomar partido, iniciar discusiones, dar forma al mundo e impedir que se duerma.
No soy poeta. Soy antropóloga. Pero en este presente que se parece tanto al pasado, nombro, denuncio, y tomo partido. Lo que he escrito aún no ha ocurrido, pero tampoco hemos logrado prevenirlo. De nada sirvió la memoria del Holocausto para impedir el genocidio del pueblo palestino. Pareciera que necesitamos ver el infierno para creer que existe.
Y cuando lo vemos, no sabemos reconocerlo.
O no queremos.
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