Nuestra humanidad compartida puede elegir la paz. La coyuntura global, marcada por la volatilidad y la incertidumbre que algunos ya catalogan como una nueva era de crisis, nos exige una respuesta colectiva y eficaz. Ante este panorama complejo, podemos aprender valiosas lecciones del "modo supervivencia" que relatan quienes han enfrentado situaciones de vida o muerte: mantener un optimismo inquebrantable, definir prioridades con claridad y desatar nuestra creatividad para superar los desafíos.

En lugar de sucumbir al pesimismo, debemos anclarnos en la convicción de que nuestra acción colectiva puede moldear un futuro diferente. El optimismo no es ingenuidad, sino la fuerza motriz que nos impulsa a buscar soluciones incluso en los momentos más oscuros.

En este contexto, la priorización se vuelve crucial. ¿Cuáles son los desafíos más apremiantes que enfrentan nuestras naciones? Para muchos, la respuesta es clara: la profundización de las desigualdades, la amenaza del cambio climático y la necesidad de fortalecer nuestras democracias. Enfocar nuestros esfuerzos colectivos en estas prioridades nos permitirá optimizar recursos y generar un impacto real.

Aquí es donde la creatividad se erige como una herramienta poderosa. Ante problemas complejos, las soluciones convencionales a menudo resultan insuficientes. Debemos fomentar la innovación en todos los ámbitos, desde la tecnología hasta la política pública, desde el arte hasta la economía social. La creatividad que caracteriza a Latinoamérica, rica y diversa, es un motor de transformación que debemos liberar y apoyar.

La buena gobernanza, esa confluencia de las mejores mentes y corazones de una nación – la élite intelectual, moral, económica y política reunida en el ejercicio de la democracia – es el vehículo para canalizar esta eficacia colectiva. Fortalecer nuestras instituciones democráticas, promover la participación ciudadana y exigir transparencia son pasos fundamentales para construir sociedades más resilientes y justas.

La preocupante correlación entre el crecimiento del comercio global –que aumentó 20 veces en los primeros 20 años de existencia de la Organización Mundial del Comercio– y el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero –que aumentó 20 veces en el mismo período– nos exige una reflexión profunda. ¿Cómo aplicamos el "modo supervivencia" a este diagnóstico crítico? Debemos priorizar modelos de desarrollo sostenible, fomentando la innovación en energías limpias y promoviendo un comercio justo que internalice los costos ambientales. Nuestra creatividad debe estar al servicio de un futuro verde, o sea, de un futuro viable.

Finalmente, pensemos en el potencial que emerge de la convergencia entre la libertad, la diversidad y la creatividad que florecen en Occidente. Esta combinación única puede ser una fuente inagotable de soluciones innovadoras y de nuevas formas de organización social y económica. Aprovechemos esta riqueza para construir sociedades más prósperas, inclusivas y sostenibles.

La eficacia colectiva no es una utopía, sino una necesidad apremiante. Mantengamos el optimismo como guía, definamos nuestras prioridades con claridad y desatemos la fuerza de nuestra creatividad para construir las naciones que merecemos. El futuro se forja hoy, con la acción conjunta y decidida de cada uno de nosotros.

Escuche el episodio 265 de Diálogos con Álvaro Cedeño titulado “Optimismo, prioridades, creatividad”.

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Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.