El reporte Delfino del 6 de mayo es particularmente agudo cómo diagnóstico del ambiente político enrarecido que vivimos, que se va a enrarecer más conforme nos acerquemos a la contienda electoral del 2026.

Poco que añadir a lo que dice el reporte; además Delfino lo dice mejor de lo que podría hacerlo yo. El maje es contundente, preciso.

Vi el discurso jaguarino en tiempo diferido, cómo dicen los locutores del fútbol, en Noticias Repretel. Además de sus malas maneras, su pose de matón de barrio, sus bufonadas, Chávez es un gran comunicador. El discurso del 5 de mayo en la Asamblea Legislativa —no ante ella— lo demuestra fehacientemente. Hay un riesgo y es muy grande.

Hay que oírlo para darse cuenta de lo que enfrentamos. Solo así consigue uno entender el fenómeno político que vivimos. Lo más importante del vídeo son las manifestaciones de la gente que llegó a apoyarlo y las entrevistas que ofrecieron. No vi gente con apariencia de haber sido llevada en autobús desde los barrios marginales. Vi —oí— ticos puros y duros, de clase media, que llegaban a vivar a su héroe.

Los informes del primero de mayo que recuerdo eran aburridísimas lecturas atiborradas de cifras, a las cuales nadie ponía atención. Los honorables invitados cabeceaban de sueño. Chaves lo ha reinventado: un informe impreso con las cifras, reales o edulcoradas, de los logros que atribuye a su Gobierno, presentado con anterioridad, y un discurso encendido, intercalado con vídeos que lo muestran repartiendo abrazos a diestra y siniestra en la inauguración de obras. Discurso de plaza pública, al estilo de ayer, pero con una audiencia nacional: el altavoz en toda la Nación. Bien hecho Chaves.

¿Y por qué tantos y tantos ticos compran ese discurso de confrontación, de burla, de demérito de las instituciones, que nos produce a algunos tantos malestares?

En primer lugar, ese tsunami populista se explica por la bancarrota de la clase política. El gran elector de Chaves no fue el pueblo que votó mayoritariamente por él; fue el PLN que se condenó al fracaso cuando postuló a Figueres, a quienes Arias y Chinchilla intentaron disuadir de postularse, ya que su trayectoria era una carta de derrota. No quiso oír Figueres; tampoco la cúpula liberacionista que lo apoyó.

Y la bancarrota de la clase política no solo afecta al PLN; afecta a otros partidos, que ven desgranarse sus fracciones legislativas por el transfuguismo. Total, no deben su curul a la adhesión del electorado, sino a su posición en una lista electoral emanada de conciliábulos de los ‘grandes’ del partido, aunque el partido sea minúsculo.

Décadas de política a espaldas del elector han conducido a este al escepticismo, cuando no al cinismo. Chaves articula lo que muchos electores piensan del sistema. No todo es cierto, pero mucho es. El descrédito de la Asamblea Legislativa no es inmerecido; tampoco el del Poder Judicial, como en alguno de su reportes el mismo Delfino lo ha denunciado y lamentado.

Chaves quiere 38 diputados para su movimiento. ¡Cuidado y los obtiene! Dice que las instituciones del Estado requieren de remozamiento, de reforma y claro que tiene razón. Lo que no dice es que los 38 diputados los obtendría su movimiento dentro del sistema espurio en vigor, que niega al elector el derecho de elegir a sus diputados. Porque claro, eso Chaves no habla de reformarlo; no lo ha hecho ni una vez.

Y es esa la política a espaldas del pueblo: conformar el Poder Legislativo con diputados que el elector desconoce, pedir al elector que endose una lista hecha en los conciliábulos. Y que el candidato presidencial arrastre dicha lista. ¡Peligrosísimo! Y más aún si se considera que es la Asamblea Legislativa la que nombra a la Corte Suprema de Justicia.

El gobierno de Alvarado puso en conocimiento de la Asamblea Legislativa un proyecto de reforma constitucional (expediente 20.127) redactado por la asociación de la sociedad civil Poder Ciudadano CR, para que la mitad de los diputados fuesen elegidos en distritos electorales uninominales y la otra mitad provinieran de listas de partido en circunscripción nacional: se garantizaba la representatividad (diputado elegido por mayoría en su distrito electoral) y la proporcionalidad (el partido obtendría diputados en relación directa a los votos obtenidos en el país entero). La Asamblea Legislativa ni siquiera quiso discutir el proyecto. Esa reforma, necesaria para tener una verdadera democracia, solo puede ser alcanzada desde abajo hacia arriba. Es inútil pretender que quienes ya están encaramaos en el poder la promuevan.

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