Al leer sobre los retos ecológicos que enfrenta Latinoamérica, me doy cuenta de lo urgente que es cambiar nuestra perspectiva. Cada vez estoy más convencida de que la educación es una de las herramientas más poderosas que tenemos para enfrentar estos desafíos. En nuestra región, la biodiversidad es un verdadero tesoro, pero también es un recurso frágil.
Es difícil no sentir preocupación cuando se piensa en el rápido crecimiento de la población y la expansión de las ciudades. Veo cada vez con mayor claridad que las nuevas generaciones deben entender la urgencia de proteger nuestros recursos naturales. La educación ambiental no puede ser un tema que se aborde de forma superficial en los programas de estudio. Tiene que integrarse profundamente en la vida diaria de nuestras comunidades, generando conciencia. Solo de esa forma podremos avanzar hacia un futuro en el que el respeto por el medio ambiente guíe nuestras decisiones. Y eso empieza, sin duda, en casa.
Paraguay, aunque es un país relativamente pequeño en comparación con otros de la región, posee una abundante riqueza en cuanto a la biodiversidad. Desde los bosques hasta los humedales, Paraguay tiene un patrimonio natural que debemos cuidar y preservar. Por eso siento que es urgente integrar la educación ambiental en las políticas nacionales. Necesitamos crear una conciencia colectiva que impulse prácticas más sostenibles, tanto a nivel personal como comunitario.
A pesar de los desafíos, están comenzando a surgir en Paraguay iniciativas en educación ambiental. Esto me llena de esperanza. He leído que varias escuelas han incorporado contenidos sobre el medio ambiente en sus programas de estudio. No obstante, creo que el verdadero cambio debe ir más allá del aula. Necesitamos proyectos que conecten a los jóvenes con la naturaleza, no solo de manera teórica, sino también práctica. La conciencia ambiental se genera cuando realmente interactuamos con el entorno, produciendo experiencias mucho más tangibles que aquellas que se limitan a la lectura de un libro sobre ese entorno.
Esta semana se celebra en Paraguay el Día del Maestro, lo que me hace reflexionar aún más sobre el papel crucial que juegan los docentes en este proceso de cambio. Los maestros no solo son quienes nos transmiten conocimientos, sino también quienes tienen la responsabilidad de formar a las futuras generaciones. Generaciones que deberán asumir la carga de proteger este gran hogar que habitamos: nuestro planeta.
En mi opinión, la educación ambiental en Paraguay no solo tiene el potencial de proteger nuestro entorno, sino también el de promover un desarrollo equitativo y sostenible. Este es un camino que, sin duda, debemos recorrer juntos. Es hora de que reconozcamos nuestra responsabilidad en este proceso y trabajemos unidos para que la educación impulse la sostenibilidad en todos los niveles de nuestra sociedad.
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