En noviembre del 2023 el Congreso Estudiantil de la Universidad Nacional (UNA) votó una moción que significó un retroceso histórico para el movimiento estudiantil y para las luchas latinoamericanas: eliminar el voto estudiantil universal. Esto no solo representa una afectación directa a la democracia de las universidades públicas, sino que de cara a las elecciones que se realizarán el próximo viernes 30 de mayo para la Rectoría de la UNA requiere de representaciones estudiantiles capaces de entender la importancia de su voto para el futuro de la Universidad pública.

Las universidades públicas del país atraviesan una de sus peores crisis en años, no sólo a nivel de gestión universitaria, las investigaciones por corrupción que permean la gestión de personas como Carlos Araya Leandro en la Universidad de Costa Rica, el abandono de la responsabilidad de responder a las necesidades de las comunidades, la tercerización de servicios, los salarios altos que se sostienen de amiguismos y también las precariedades que viven muchas personas en condición de interinazgo. La universidad hoy es el reflejo de una sociedad cada vez más desigual, con autoritarismos, populismos, exclusión y escándalos de corrupción.

Hemos como sociedad experimentado transformaciones estructurales en las universidades que se han orientado al sistema neoliberal, conduciendo a un mercantilismo educativo que ha transformado el enfoque pedagógico, transformador y, sobre todo, humanista (siendo este uno de los principios vitales de la Universidad Nacional). La pensadora M.Nussbaum (2010) describe que la crisis no solamente radica en los desequilibrios económicos, sino en elementos silenciosos ya que los estados nacionales y sus sistemas educativos, sedientos de renta económica, están descartando habilidades esenciales para el mantenimiento de la democracia. Si esta tendencia persiste, surgirán generaciones enteras de individuos meramente utilitarios, en lugar de ciudadanos críticos y reflexivos, lo que amenazaría el futuro de las conquistas democráticas de la humanidad (p.19-20).

La universidad se ha vuelto un territorio en disputa a intereses económicos y políticos de quienes ocupan cargos de representación de los diferentes estamentos (administrativo, académico y estudiantil) en estas elecciones hay intereses y hay agendas, frente a las cuales es fundamental el rol de las representaciones estudiantiles, la claridad de agendas propias, posiciones firmes que sobre todo no se vendan ante amiguismos o favores que muchas veces ofrecen las personas que aspiran a las candidaturas. Por ejemplo, un caso que vivimos en las elecciones anteriores de la rectoría que hoy ocupa Francisco Gonzalez Alvarado fue la promesa a todo el CIDEA de que Danza tendría finalmente su espacio de asociación, promesa que a hoy no se ha cumplido.

Las personas estudiantes tenemos derecho a conocer quiénes son las personas que aspiran, tenemos derecho a hacer exigencias en temas que son urgentes; los movimientos debajo de la mesa reproducen una política poco democrática, es urgente que se bajen de sus sillas, que salgan de sus escritorios y se construya una política desde las bases incluyendo a toda la comunidad universitaria. Sobre todo de cara a las elecciones presidenciales del 2026 el rol que deben asumir las universidades es un llamado urgente a defender la democracia del país.

Ante esto, algunos temas que resulta fundamental en la universidad es responder a los casos de profesores y personal con denuncias de acoso y abuso sexual. En la UNA el año pasado se me abrió un expediente por realizar denuncias a profesores específicamente del CIDEA que durante años desde sus puestos de poder han abusado o acosado a estudiantes y compañeras de trabajo. El Movimiento Feminista ha sido en la historia el encargado de avances en derechos humanos y es hoy quien garantiza democracias, las mujeres feministas defendemos la educación pública, gratuita, de calidad, defendemos la universidad con total entrega y sin recibir nada a cambio y es por eso que nos parece totalmente inaceptable que dentro de las universidades se abran procesos administrativos a compañeras estudiantes que defendemos un espacio seguro para estudiar. Pero sobre todo porque es inaceptable que se utilicen recursos públicos para perseguir a estudiantes y para expulsarles de la universidad, mientras que casos como el de Julio Espinoza quedan en la impunidad y solamente lo trasladan de puesto. No es casualidad que tengamos a dos candidatos hombres a la rectoría, reflejo de una universidad patriarcal, machista y profundamente violenta hacia quienes han luchado por la igualdad.

Los recursos en este momento deben priorizar becas estudiantiles, pero también mejores condiciones de acceso a la universidad; se debe garantizar la presencia de la universidad en esos lugares que hoy son un espacio del narcotráfico y el abandono estatal, la extensión y la investigación que genera la universidad debe ser capaz de responder a esas necesidades que tiene el país en las que lo que está en jaque es la vida de las personas. La universidad debe cambiar la lógica academicista que se ha encargado de sostener privilegios, de planificar giras o viajes a Europa a un número reducido de personas académicas, mientras hay estudiantes que no tienen que comer; estos recursos deben utilizarse en atender los temas estructurales y redefinir el enfoque de ser la “universidad en las comunidades”. Hoy no basta con conocer la universidad, se requiere tener la capacidad de transformarla.

El ojo crítico también debe colocarse en que en este momento el enfoque humanista se está viendo desplazado de campo de enseñanza, sobre todo de las ciencias naturales y aplicadas con el objetivo de generar únicamente habilidades técnicas que son rentables para el mercado y los negocios, este es el punto en el que un enfoque decolonial, anti-patriarcal, ecológico y popular debe abrirse paso en medio de la crisis cultural de nuestro tiempo que permita que estudiar transforme la vida de las personas. Además, las lógicas de priorización mercantilista colocará en el centro a las tecnologías incluso antes de las necesidades más básicas que tienen hoy las personas estudiantes: comer, dormir, salud mental, espacios seguros.

Gran parte de la crisis universitaria está vinculada con la pérdida de la autonomía de las universidades frente al poder estatal y empresarial, ejemplo de esto fueron los Indicadores que asumieron los rectores con el gobierno en la negociación del FEES con el actual gobierno de Rodrigo Chaves, estamos presenciando una continua transformación pedagógica impulsada por la necesidad de adaptarse a los intereses que promueven un nuevo orden educativo. Ante estos ataques se requiere no solo una rectoría firme, clara y consciente, sino un cogobierno universitario fuerte, con claridad de la autonomía universitaria establecida en el Artículo 84 de la Constitución Política, sino también en la autonomía del Movimiento Estudiantil establecida en el Artículo 1 del Estatuto Orgánico de la Federación de Estudiantes de la Universidad Nacional.

Es decir, la universidad no se puede seguir moviendo por intereses particulares, requiere acuerdos articulados entre los tres estamentos que le permitan responder y avanzar, no se puede guardar silencio cuando se eligen autoridades sin representación estudiantil como es el caso de las elecciones del Decanato del Centro de Estudios Generales.

Es preocupante el discurso de la sociedad del conocimiento fortalecido de la tecnocracia que descuida la formación filosófica y la investigación en humanidades. Ante la crisis que atraviesa el país y las universidades a lo interno, es imprescindible buscar una visión amplia y transformadora de la gratuidad de la educación superior que vaya más allá de los cupos a ciertos grupos poblacionales, que la pedagogía no se limite y se considere desde una perspectiva ético-política.

El movimiento estudiantil debe asumir su responsabilidad histórica en esta disputa que es en la defensa de la democracia, la transformación del país, la capacidad de construcción de “otros mundos posibles” que ya se han construido antes, en las calles desde las luchas y gestas estudiantiles heredadas desde Córdoba 1918.

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