El susurro de los objetos reinterpreta el patrimonio cultural costarricense por medio de tecnologías como realidad aumentada.
Un viejo fogón, la troja, los cabezones de bienvenida, las máscaras, los juegos tradicionales… todos forman parte de la historia viva que custodia el Museo de Cultura Popular en Santa Lucía de Barva de Heredia. Sin embargo, el pasado 28 de abril, estos objetos dejaron de ser piezas estáticas y empezaron a “hablar” gracias a un proyecto de transformación tecnológica e inmersiva impulsado por la Escuela de Arte Escénico y el Laboratorio Escénico Digital (LED) de la Universidad Nacional.
Esta iniciativa, denominada El susurro de los objetos, busca resignificar el patrimonio cultural costarricense por medio de tecnologías como realidad aumentada, hologramas, sonido envolvente e interactividad. La idea nació del encuentro entre el laboratorio y la dirección del museo, en un esfuerzo conjunto por abrir nuevas formas de experiencia sensorial y educativa.
“Este proyecto trata de la unión que el laboratorio quiere hacer artística y tecnológicamente con el museo”, explicó Andrea Charod, investigadora y coordinadora del LED. Charod añadió:
Queremos poner diferentes tecnologías en escena, para que la gente pueda interactuar y llevarse un pedacito del museo a sus casas”.
El proyecto se inspira en la historia misma del museo: una antigua casona cafetalera de finales del siglo XIX que fue refugio de verano de la familia González Flores. Su propietario, don Alfredo González Flores, expresidente de la república, tuvo la generosidad de ofrecer un aula para la primera escuela del lugar. Años después, la casa fue restaurada y convertida en museo en 1994 por el Ministerio de Cultura y la Universidad Nacional.
Hoy, esa casona abre sus puertas a la tecnología. El director del museo, Luis Pablo Orozco, agregó:
La importancia de incorporar nuevas tecnologías al museo es estar a la altura del desafío de los tiempos. La tecnología misma es una locomotora. Apostar a la excelencia es ofrecer experiencias de inmersión para todos los públicos, desde niños hasta adultos mayores”.
Por su parte, la directora de la Escuela de Arte Escénico, Paula Rojas, explicó:
Queremos que la visita al museo no termine al salir por la puerta, sino que pueda continuar desde casa, desde Japón o desde cualquier parte del mundo. La digitalización nos permite extender el conocimiento, conservar el patrimonio y dialogar con distintas generaciones desde múltiples plataformas”.
El LED, creado en 2019 como espacio de investigación entre arte y tecnología, ya ha realizado trabajos con educación, historia y ciencias, pero este proyecto es su primer acercamiento museográfico. Charod añadió:
Nos interesa que el conocimiento generado sea compartido, socializado y democratizado. Y eso lo logramos cuando arte, tecnología y memoria cultural se encuentran”.
A futuro, se contempla el desarrollo de una aplicación móvil, visitas virtuales, audios de guía, mapeos animados para los cabezones de bienvenida, e incluso una exploración inmersiva de la troja, con sonidos de carretas y fogones. También se plantea intervenir la cocina de leña con un holograma que muestre cómo se hacen los bizcochos, para que la experiencia esté siempre disponible, incluso cuando no haya actividades presenciales.
“La idea no es solo digitalizar por digitalizar”, recalcó Rojas. “Es recuperar y resignificar. Que cada objeto cuente su historia, que cada visita se vuelva una experiencia personal y colectiva. Que el museo nos hable, que nos susurre”.