Hace tiempo que el país viene enviando una señal clara. Lo vimos reflejado con contundencia en la última elección nacional, pero no comenzó ahí. Es un proceso más profundo: una desconexión creciente entre la ciudadanía y la política tradicional, alimentada por años de promesas incumplidas, lentitud institucional y una clase dirigente que muchas veces no supo escuchar.
El voto del 2022 fue eso: un quiebre, no un accidente. Una decisión colectiva de decir “ya no más de lo mismo”.
Rodrigo Chaves canalizó ese hartazgo. Su llegada no fue una casualidad, ni una imposición mediática: fue un reflejo de la necesidad de cambio.
No es cuestión de bandos. Es cuestión de país.
Este no es un artículo a favor o en contra de un gobierno. Es un llamado a reconocer lo evidente: el modelo político-jurídico que construimos décadas atrás, con sus aciertos, hoy nos impide avanzar.
Las decisiones urgentes se traban. Las reformas estructurales duermen en la Asamblea. La seguridad se desmorona. La educación pierde vigencia. Y mientras tanto, el país real sigue esperando...
¿Qué país queremos?
Uno donde no tengamos miedo de salir a la calle. Donde la educación forme para la vida, no para pruebas. Donde emprender no sea un castigo. Donde las regiones olvidadas sean parte del desarrollo. Donde el talento valga más que el apellido o la bandera. Donde la política vuelva a ser un acto de servicio y no una maquinaria de poder.
¿Cómo se logra?
No es con promesas grandilocuentes. Es con reformas concretas, decisiones valientes y visión compartida:
- Simplificar las reglas que impiden gobernar.
- Atacar de raíz la inseguridad que está destruyendo comunidades.
- Modernizar la educación con contenido útil, accesible y descentralizado.
- Invertir donde más duele la desigualdad, no donde más votos hay.
- Fortalecer las instituciones, pero con gente capaz, no con cuotas políticas.
- Apostar por liderazgos que unan, no que dividan.
Y sobre todo: elegir bien, exigir bien e involucrarse más.
Porque en menos de un año volveremos a las urnas, y esa será la verdadera oportunidad de corregir el rumbo. No para buscar un salvador, sino para dar forma a un proyecto nacional sin caudillos, sin dogmas y sin excusas.Costa Rica ya ha demostrado que puede liderar. Abolimos el ejército cuando nadie más lo hizo. Protegimos la naturaleza mientras otros destruían la suya. Creamos instituciones sólidas que nos dieron paz y estabilidad. Hoy lideramos en energías limpias, turismo sostenible y democracia. Somos un país pequeño con ideas grandes.
Pero esas ideas necesitan acción. Y decisión.Ya no se trata de quién tiene la razón, sino de quién quiere construir
Porque el país no necesita más pleitos, necesita más acuerdos.
No más trincheras. Más puentes.
No más miedo. Más valentía.
No más espera. Más futuro.
Costa Rica ya rompió con el pasado. Ahora toca avanzar. Juntos. Sin miedo. Con visión
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