Como toda pedagoga que se precie, Carla Rinaldi, también era activista política.

Tenía un compromiso inclaudicable con la promoción y defensa de los derechos de los niños y las niñas; con la autonomía de su aprendizaje y por estar en constante investigación para ofrecer las más ricas oportunidades para una educación en valores y conocimientos sólidos.

Carlina, como le conocíamos quienes la queríamos y admirábamos, murió inesperadamente el 16 de abril pasado. Sabíamos que desde hacía un tiempo la aquejaban algunas dolencias, pero su súbita trascendencia es dolorosa. De la tristeza por su ausencia, nos consolamos en la inmensidad del impacto de su presencia.

Ella, era pedagoga; pedagoga de la escucha.

Nació en 1945 en Reggio en la Emilia Italiana de la post guerra. Se graduó en 1971 de la Universidad de Bologna e inició su experiencia profesional en el sistema municipal de instituciones educativas autogestionadas para niños y niñas de 3 a 6 años en su natal Reggio.

La influencia del fascismo y la segunda guerra mundial habían dejado devastada a la ciudad de Reggio. Un grupo de madres campesinas, consciente de que una educación de calidad que iniciara desde la primera infancia era el único antídoto para que la historia no volviera a repetirse, consiguió autorización para organizar una red municipal de instituciones preescolares, laicas y autogestionadas. Sabían que una educación basada en conocimientos y valores podía evitar la violencia y el autoritarismo.

En esos inicios entra el pedagogo Loris Malaguzzi, defensor de los derechos de la infancia. Malaguzzi, quien se enamora del proyecto contribuye con su sustentación, ampliación y divulgación. Él insistía en las grandes capacidades de los niños y de las niñas; su poema Los 100 Lenguajes de los Niños”, es ampliamente reconocido en el mundo de la educación preescolar.

La red se fue extendiendo y bajo la coordinación de Malaguzzi, se organizaron discusiones a nivel regional y nacional sobre la educación y el cuidado en edades tempranas.

El movimiento tuvo gran influencia en Italia: por primera vez se tenía el derecho de crear escuelas laicas para la infancia y en 1968, la ley italiana reconoce la educación preescolar como un derecho para los niños y las niñas entre 3 y 5 años.

A esa red llega Carlina, como pedagoga en 1970. Su comprensión de la filosofía subyacente, su compromiso, energía y grandes contribuciones la llevan a servir como directora pedagógica de los servicios municipales para la primera infancia.

A lo largo de los años, la red ha obtenido varios premios, uno de los más visibles, el otorgado por la Fundación LEGO que reconoce a quienes han hecho una contribución significativa a la vida de los niños, especialmente en el ámbito del aprendizaje a través del juego. Este premio fue presentado en 1992 a Loris Malaguzzi y en 2015 a Carla Rinaldi.

Bajo el liderazgo del Carlina, el interés internacional por la red municipal de servicios educativos para la primera infancia de Reggio Emilia fue creciendo. El proyecto ZERO de la Universidad de Harvard se interesó en la experiencia de aprendizaje y en una coordinación mutua, se desarrolló la investigación “Making Learning Visible” (Visibilizar el aprendizaje), basado en la estrategia de documentación del enfoque educativo.

De todos los rincones del mundo llegaban autoridades educativas y educadores queriendo ver “el modelo” para luego trasladarlo a sus países y comunidades. Pero Reggio Emilia no es un modelo educativo formal: no tiene métodos definidos, ni estándares de certificación docente, ni procesos de acreditación. Está profundamente enraizado en la historia y la cultura del norte de Italia.

Además, como Carlina siempre decía: Reggio Emilia está vivo; es una experiencia en evolución. Ella - y los y las docentes de la red- se percibía a sí misma como provocadora y punto de referencia para el diálogo, siempre partiendo de la rica visión de los niños y las niñas.

Para proteger los valores y principios de la filosofía educativa que sustenta la red educativa de Reggio Emilia, se organizó “Reggio Children”. Se trata de una plataforma donde se recogen las publicaciones de los docentes; se organizan visitas guiadas y se ofrecen oportunidades de formación.

Carla fue consultora de Reggio Children entre 1994 y 2007 y posteriormente fue su Presidenta en 2007 y 2016.

Desde 2011, año de su fundación, ocupó el cargo de Presidenta de la Fundación Infancia Reggio – Centro Loris Malaguzzi ETS hasta diciembre de 2024, fecha en que fue nombrada Presidenta Honoraria.

Carlina era energética, activa, apasionada y amorosa. Convencida profundamente en los principios de Reggio Emilia, divulgaba generosamente sus pensamientos y sentimientos con quien tuviese interés en saber sobre las capacidades de la infancia y sobre la forma de fortalecer la democracia por medio de la educación.

Ella fue mi anfitriona en Reggio Emilia en dos ocasiones (en 1998 y en 2002). Tuve el enorme honor de recibirla en Costa Rica en 2000. En esas visitas, y en tantas conversaciones, pude dialogar con ella, aprendiendo de su claridad meridiana. Leerla es un placer. Escuchar sus presentaciones era un deleite.

Gracias, Carlina, por tu amor y respeto por la infancia; y por tu disposición a compartir tus conocimientos y experiencias.

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