Cuando nuestros hijos van por primera vez a la escuela los llevamos de la mano, un gesto que simboliza amor, cariño y apoyo. Cuando llegan a secundaria, puede que ya no busquen ese contacto físico cercano. Sin embargo, es fundamental mantener la imagen de llevarlos de la mano, recordando que estamos presentes para seguir cuidándolos y guiándolos. Erróneamente, existe la creencia de que, al pasar a secundaria, debemos dejarlos ir, de soltarles la mano.
Claro está que los adolescentes necesitan más independencia y responsabilidades a medida que van creciendo, pero esto no significa que no requieran nuestra guía. Los especialistas afirman que la corteza prefrontal del cerebro no se desarrolla completamente hasta los 25 años. Esta región es crucial para funciones ejecutivas como la toma de decisiones, el control de impulsos, la regulación emocional, la atención y la memoria, así como para el desarrollo de la personalidad y el comportamiento social. Los padres pueden desempeñar un papel esencial apoyando el desarrollo de un cerebro maduro.
Es curioso cómo, a medida que los hijos crecen, muchos padres reducen su participación en la vida escolar. En la educación temprana, suelen estar más presentes debido a la cercanía emocional y el deseo de acompañar cada paso de sus pequeños. Sin embargo, con el tiempo, factores como la falta de tiempo, la creencia de que los hijos son más independientes o una menor comunicación con las escuelas pueden alejarlos de este rol. Pero incluso en esta etapa de adolescencia, su presencia sigue siendo crucial para brindar apoyo y orientación.
Esta desvinculación es especialmente evidente en temas como la educación sexual. Se ha sostenido que, en muchos hogares, los estudiantes no reciben la información adecuada para tomar decisiones informadas, como, por ejemplo, cómo prevenir el embarazo adolescente. Por esta razón, se desarrolló un programa que asigna a los centros educativos la responsabilidad de abordar este tema. Esta iniciativa tiene su valor, como demuestran los datos; sin embargo, me parece importante incluir a los padres de familia en el proceso.
El 23 de enero, se reportó que el Ministerio de Educación Pública (MEP) solicitó eliminar los programas de sexualidad y afecto en el presente año lectivo. Sin embargo, el MEP aclaró que no se eliminarán por completo, sino que se realizarán revisiones, ya que las últimas actualizaciones datan de 2018. Los estudiantes seguirán recibiendo información crucial sobre reproducción humana, prevención de embarazos y enfermedades de transmisión sexual.
En las últimas semanas, he leído varios artículos de opinión sobre este tema, todos con perspectivas interesantes y valiosas. No obstante, considero prudente esperar a que el MEP comparta las revisiones del programa antes de valorar las opiniones emitidas, considerando que no han tenido la oportunidad de analizar la nueva propuesta contra el programa anterior.
Algo que no han mencionado los artículos de opinión es la oportunidad de involucrar a los padres y cuidadores, ya que precisamente son ellos los que han sido responsables de educar y guiar a sus hijos hasta la adolescencia. Cabe resaltar que cada familia tiene un conjunto único de creencias y principios que guían la educación de sus hijos, lo que hace esencial respetar estas perspectivas en el contexto educativo. La participación de los padres no solo enriquece el aprendizaje, sino que también facilita una mejor alineación entre la educación formal y los valores familiares, creando un entorno más cohesivo para el desarrollo integral de los jóvenes.
Idealmente, el material educativo del programa de sexualidad debería ser enviado a casa previamente a ser impartido. Esta medida no solo permitiría a los padres familiarizarse con los contenidos, sino que también fomentaría un diálogo abierto sobre temas de sexualidad en el hogar.
De igual manera, el acceso a este material en las plataformas del MEP garantizaría la transparencia y visibilidad de la información, permitiendo que tanto estudiantes como padres tengan acceso a los recursos necesarios para comprender adecuadamente los temas tratados.
Esta acción puede contribuir a desmitificar la educación sexual, reducir tabúes y mejorar la comunicación entre padres e hijos sobre estos importantes temas. Al proporcionar esta información de manera anticipada, se generaría un ambiente más receptivo y seguro para que los estudiantes planteen sus dudas e inquietudes durante las clases.
Asimismo, es importante considerar la opción de que algunos temas del programa sean optativos. Esto no solo respeta las creencias individuales de cada familia, sino que también permite a los padres participar de lo que consideran apropiado para sus hijos.
Para fortalecer esta colaboración entre la escuela y el hogar, es elemental desarrollar talleres informativos que aborden temas como el desarrollo adolescente y la comunicación efectiva sobre sexualidad. Estos espacios pueden ofrecer herramientas a los padres para hablar con confianza con sus hijos, promoviendo así una educación sexual integral y respetuosa.
Como en cualquier programa, se deben establecer mecanismos de evaluación continua que permita ajustar el programa según la retroalimentación recibida de padres, estudiantes y educadores, manteniéndolo relevante y efectivo.
Ofrecer una educación sexual informativa y respetuosa requiere un esfuerzo conjunto entre educadores, padres y comunidades. A través del diálogo, la transparencia en el material educativo y un enfoque integral es posible construir un programa efectivo que beneficie tanto a los jóvenes como a sus familias.
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