De todos los escenarios posibles, este sí que no lo veía venir. La Ana Paula de hace más de una década que siempre vestía de negro, botas y alguna camisa con “algún bicho muerto” -diría mi bisabuela QEPD- no se imaginaba pronunciando estas palabras, pero… Gracias Bad Bunny.
CONTEXTO: Para los que no lo tienen en el mapa. La cosa es que Bad Bunny sacó un nuevo álbum el pasado 5 de enero y las redes sociales explotaron, no tanto por las características musicales de este (aunque la verdad, es una fusión que representa perfectamente el sabor latinoamericano) sino por el mensaje que busca colocar sobre la mesa de discusión, con un enfoque hacia Puerto Rico pero aplicable a casi cualquier de América Latina.
Antes de seguir leyendo este artículo es necesario que echarle un ojo a la letra de “LO QUE LE PASÓ A HAWAii”.
¿Qué fue lo que le pasó a Hawái?
Palabras más, palabras menos, Hawái fue anexado por Estados Unidos tras un proceso de colonización que básicamente implicó la pérdida de tierras, cultura e identidad de sus pueblos originarios. El marco legal de Hawái comenzó a transformarse en 1893, cuando un grupo de estadounidenses lideró el derrocamiento de la reina que gobernaba Hawái en ese momento. El grupo encabezado por empresarios del azúcar inició un proceso de anexión de Hawái a Estados Unidos que se concretó legalmente en 1897. El turismo masivo y la gentrificación han llevado a que actualmente, solo un 20% de las personas que habitan la isla se identifiquen como originarias de la misma.
¿Y Costa Rica qué?
En definitiva, esta columna no se refiere a un tema nuevo, pero sí a uno que ha ganado fuerza en las discusiones actuales, la gentrificación. El lanzamiento de este álbum calzó perfectamente con la sensación de vacío y preocupación que tomó fuerza en mi interior cuando en diciembre anterior fui a visitar a mi hermano en Pérez Zeledón.
Para quienes vivimos en la GAM, quizá lo notamos a una menor escala. Claro, hasta que empezamos a buscar opciones de vivienda, entonces la realidad nos baña con un balde de agua helada en segundos. El Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos explica que “la gentrificación sucede cuando un proceso de renovación y reconstrucción urbana se acompaña de un flujo de personas de clase media o alta que suele desplazar a los habitantes más vulnerables de las áreas de intervención”. Normalmente estas personas de mayor poder adquisitivo tienden a ser extranjeras que con su establecimiento regular en una zona, dificultan el acceso a la tierra, elevan los precios de bienes y servicios o incluso desplazan totalmente a las poblaciones originarias.
La gentrificación en Costa Rica está transformando rápidamente zonas costeras y rurales en destinos de lujo, ¿Recuerdan Santa Teresa y Nosara? A mi hace años que no me suenan. La llegada masiva de expatriados ha limitado el acceso a estas zonas incluso al turismo costarricense. Ya decía Malpaís, desde inicios de los 2000 "¡No conozco Guanacaste con rótulos en inglés!" y es que la problemática no es nueva pero sí que tuvo un crecimiento exponencial, la triste realidad es que ya existen generaciones que no conocen Guanacaste sin rótulos en inglés.
Hay muchísimas personas extranjeras trabajando ilegalmente en espacios turísticos y aquí, aunque sea una opinión no muy popular, me veo obligada a aclarar que no me refiero aquellas personas que por conflictos sociales, económicos y políticos se han visto obligadas a salir de sus países, no hablo de aquellos que no querían irse ni de aquellos que sueñan con volver, me refiero a aquellos que promueven por TikTok el venir de turista y quedarse como gentrificador.
Todavía en las zonas costeras la línea entre la gentrificación y la turistificación (ambos fenómenos con consecuencias fuertes para las personas pobladoras de estas zonas) es delgada y difícil de determinar, la turistificación es un tema para hablar largo y tendido en otro espacio.
Volviendo a la visita que hice a mi hermano, Pérez Zeledón. La naturaleza, su cercanía a la playa, sus ríos y cataratas hacen de Pérez una joya natural pero el impacto de la gentrificación es realmente devastador. Estamos hablando de que en las montañas de este cantón se están promoviendo las denominadas “Gated Community” o “Comunidades cerradas” y sí, uno podría decir que es como cualquier condominio en San José, hasta que las características de esas comunidades desplazan a las personas más vulnerabilizadas. Estamos hablando de mansiones y propiedades de lujo en su mayoría en manos de millonarios extranjeros, comprometiendo el abastecimiento de agua y el acceso a tierra de familias que históricamente han habitado la zona, estamos hablando de proyectos residenciales irregulares que muchas veces pisotean las reglas del impacto ambiental y social.
Esto se replica en toda América Latina. Los menús de los restaurantes se ofrecen en 2 o 3 idiomas, cuando el inglés, gracias a nuestro sistema educativo sigue siendo ajeno a muchos. “Emprendimientos” que explotan nuestros elementos culturales en manos de extranjeros que no tienen pesadillas con la palabra “impuestos” y el valor del lotecito soñado duplicándose año a año.
¿Y los ticos? Vendiendo sus tierras por necesidad, dejando de producir alimentos entregando la seguridad alimentaria, trabajando con salarios de hambre, pagando (los que pueden) para ingresar a playas y cataratas privatizadas, generaciones destinadas a alquilar porque el sueño de una vivienda propia es cada vez más distante, tragándose las consecuencias de los conflictos sociales, tomando agua contaminada o llenando sifones en horario de oficina. Pero los campos de golf al igual que los dólares, siempre verdes.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.