El crecimiento económico de diversas regiones de Costa Rica ha sido impulsado por el desarrollo turístico, que ha proyectado al mundo la riqueza natural del país, destacando su biodiversidad y paisajes únicos. Este atractivo ha llevado a un incremento en la llegada de extranjeros, tanto para vacacionar como para residir.

No obstante, la falta de control en la atracción turística y la ausencia de regulaciones adecuadas han provocado un aumento de la turistificación y la gentrificación. Este último concepto, implica el desplazamiento de las comunidades locales debido a la llegada de poblaciones con mayor poder adquisitivo, lo que genera un incremento en los precios de la vivienda y el costo de vida. Cantones como Atenas, Liberia, Nicoya, Puntarenas y Santa Cruz han sido particularmente afectados, al ser áreas que han experimentado un crecimiento del desarrollo inmobiliario enfocado en el turismo y en la construcción de viviendas para residentes de mayor nivel de ingreso.

El desarrollo inmobiliario

Según datos del Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos de Costa Rica (CFIA), el número de proyectos constructivos inscritos entre 2014 y 2024 presenta una tasa de crecimiento promedio anual del 6% en Atenas, 9% en Liberia, 16% en Nicoya y Puntarenas, y 22% en Santa Cruz.

Sin embargo, si en vez de considerar el número de proyectos, se realiza una sumatoria del área en metros cuadrados para proyectos de construcción, se observan tasas de crecimiento promedio anual mayores: 8% en Atenas, 30% en Liberia, 25% en Nicoya, 32% en Santa Cruz y 45% en Puntarenas. Este aumento en las tasas de crecimiento al considerar el área de los proyectos de construcción refleja una tendencia hacia la predominancia de proyectos de mayor escala o extensión, mostrando un uso más intensivo del suelo disponible, particularmente en cantones con alta demanda inmobiliaria.

Acceso a la vivienda

A pesar del auge en el desarrollo inmobiliario, este no se ha caracterizado por ser accesible para la población local. De acuerdo con el portal estadístico de Encuentra24, el precio de venta promedio por metro cuadrado de vivienda en noviembre de 2024 es de $1,658 en Atenas, $918 en Liberia, $1,783 en Nicoya y $1,389 en Puntarenas. Dichos precios son en gran medida inaccesibles para el costarricense promedio, ya que, de acuerdo al PNUD, para el año 2022 el ingreso per cápita mensual fue de ₡545,310 en Atenas, ₡319,449 en Puntarenas, ₡419,262 en Santa Cruz y ₡410,124 en Nicoya.

En este contexto, Puntarenas y Santa Cruz resultan especialmente preocupantes, pues presentan altas tasas de crecimiento inmobiliario, pero con precios de vivienda inalcanzables para los ingresos promedio de los habitantes locales, lo que evidencia una grave problemática de acceso a la vivienda.

El distrito de Cóbano en Puntarenas destaca por ser especialmente alarmante en comparación con el promedio cantonal. Este distrito presenta una tasa de crecimiento promedio anual del 45% en el área de metros cuadrados de construcción. Sin embargo, el dato más preocupante es el precio de la vivienda, con un costo promedio de venta de $3,562 por metro cuadrado, una cifra extremadamente elevada e inaccesible para la población local.

Problemas asociados a la gentrificación

Adicionalmente al problema de acceso a la vivienda, es importante destacar que el fenómeno de la gentrificación no es unidimensional, sino que abarca y ocasiona diferentes problemáticas adicionales como son la degradación ambiental, el uso ineficiente del agua, la pérdida cultural y el fomento de prácticas como el turismo de nacimiento y el "visa run".

Las anteriores afectaciones han sido denunciadas por múltiples personas que han observado y vivido el proceso gentrificador, lo que ha acarreado el surgimientos de grupos como el Colectivo No a la Gentrificación, el cual se ha dedicado denunciar diferentes problemas presentes en cantones producto del fenómeno mencionado. Incluso elevando las discusiones al ambiente legislativo

Entre los casos denunciados por el colectivo, los más alarmantes son los megaproyectos inmobiliarios como Yoko Village en Santa Teresa, situado en el corredor biológico, que enfrenta denuncias por envenenamiento y tala de árboles. También está el proyecto Beija Flor en Montezuma, donde SETENA aprobó la construcción de 175 casas de lujo, una escuela y un restaurante, pese a ubicarse en el Corredor Biológico Peninsular. Finalmente, en Sámara, Guanacaste, el proyecto La Montaña resalta por la desigual distribución del recurso hídrico: mientras los residentes locales sufren escasez de agua, la comunidad privada goza de abundante abastecimiento proporcionado por una ASADA cercana.

Dado lo anterior, si bien el turismo ha destacado la riqueza natural y cultural del país, atrayendo inversiones significativas, también ha intensificado problemas sociales y ambientales, particularmente en regiones costeras y áreas de alta demanda inmobiliaria.

La gentrificación junto con la turistificación no sólo desplaza a comunidades locales, sino que también promueve la degradación ambiental, afecta el acceso a recursos básicos, y desarticula la identidad cultural de los territorios afectados. Por lo que es necesario replantear las estrategias de desarrollo turístico e inmobiliario bajo un enfoque sostenible y equitativo. Solo así se podrá garantizar un crecimiento económico que sea inclusivo y respetuoso con las riquezas naturales y culturales que definen a Costa Rica.

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