Durante mi carrera al servicio de Costa Rica, el diálogo ha sido mi principal herramienta. No lo veo solo como un medio para resolver diferencias, sino como un pilar para construir una sociedad más justa, equitativa y próspera. En un país con tanta riqueza humana y democrática, el entendimiento entre todos los sectores es clave para avanzar hacia el bien común.
El diálogo es esencial para lograr acuerdos, permitiendo escuchar, comprender y tender puentes entre personas con posturas diversas. Es precisamente en esa diversidad donde radica nuestra fortaleza. Desde mis primeras experiencias en el ámbito público, aprendí que cuando se involucran todas las voces, los acuerdos son más sólidos y perdurables. Así, el diálogo es la base sobre la cual se construyen soluciones reales.
Tanto en lo internacional como en lo local, el diálogo ha sido clave en mi labor. He representado a Costa Rica en escenarios internacionales donde, sin diálogo, sería imposible navegar por situaciones complejas. De igual forma, en la política nacional, me ha permitido acercar posiciones y lograr acuerdos en beneficio del país. Estoy convencido de que, con voluntad y diálogo, siempre podemos encontrar soluciones.
El liderazgo no es solo experiencia. Un buen líder debe saber dialogar, tener la capacidad de sentarse con todas las partes involucradas y trabajar hacia un consenso. Esto ha sido una tradición en Costa Rica, que nos ha permitido mantener una democracia sólida. No podemos prescindir del diálogo, ni cerrar las puertas al entendimiento.
Cerrar las puertas al diálogo no solo limita nuestra capacidad de resolver problemas, sino que fragmenta a la sociedad. No se puede gobernar a espaldas de la gente ni con exclusiones. Todos los habitantes de Costa Rica deben ser tomados en cuenta, sin importar su condición o ideología. Gobernar para todos implica escuchar a todos.
En los próximos años, necesitaremos el diálogo más que nunca. Enfrentamos desafíos complejos que requieren soluciones creativas y consensuadas. Como país, debemos reencontrarnos con los valores heredados: respeto, justicia, solidaridad y compromiso con el bien común. El reencuentro con estos valores no será fácil, pero estoy convencido de que con diálogo y voluntad podemos lograrlo.
A lo largo de mi carrera, he visto cómo el diálogo ha transformado situaciones difíciles en oportunidades. Cuando se abren espacios para el entendimiento, los obstáculos que parecían insalvables comienzan a desmoronarse. La clave está en reconocer que no siempre tendremos todas las respuestas, pero si mantenemos las puertas abiertas al diálogo, encontraremos soluciones que no habíamos considerado inicialmente.
Estoy convencido de que el futuro de Costa Rica dependerá de nuestra capacidad para seguir construyendo sobre los cimientos del diálogo. Si seguimos este camino, lograremos una Costa Rica más inclusiva, justa y próspera para todos.
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