La verdad triunfa por sí misma, la mentira necesita siempre de complicidad”. Epicteto de Frigia.

Según The Poetry Foundation las odas son poemas líricos formales y comúnmente ceremoniales que abordan y usualmente celebran a una persona, un lugar, una cosa o una idea.

Este breve artículo pretende reflexionar sobre el fenómeno de la corrupción en Costa Rica y celebrar a todas aquellas personas funcionarias públicas que dan un paso firme al frente y denuncian las abundantes irregularidades que pueden surgir dentro de las acciones de la Administración Pública.

Para la Real Academia Española, la corrupción es toda aquella “acción y efecto de corromper o corromperse”, encontrando relación con otros conceptos como la putrefacción, descomposición, podredumbre o degeneración. También la RAE se refiere a la corrupción como el “deterioro de valores, usos o costumbres”, relacionado a su vez con desvalores como la deshonestidad, la depravación, el vicio o la perversión, lo cual se contrapone a los valores de la honradez y a la integridad.

Este fenómeno es aún más conocido por su proliferación dentro de todos los ámbitos del sector público, como una “...práctica consistente en la utilización indebida o ilícita de las funciones de aquellas en provecho de sus gestores”.

¿Está normalizada la corrupción en Costa Rica?

Pese a que no siempre había sido así, es evidente que poco a poco, año con año, la corrupción se ha infiltrado en nuestro día a día, interiorizando y normalizando estas conductas a niveles francamente preocupantes.

Hoy en día, las personas prefieren brincarse la señalización vial, las filas, los límites para así “engañar al sistema”, porque supuestamente es más rápido, más eficiente y de todas formas “todo mundo lo hace”.

Este desvalor ha llegado incluso a influenciar profundamente nuestra propia noción sobre las decisiones políticas y desde luego, las elecciones nacionales no son ninguna excepción, pues uno de los argumentos más comunes, por ejemplo, en tiempos electorales se dirigen a señalar, criticar y reprochar a “los políticos corruptos” y el hartazgo e impotencia que éstos nos provocan.

Desgraciadamente, esto entorpece nuestro propio entendimiento sobre los alcances de la política como un medio para tomar las decisiones más importantes para mejorar nuestras condiciones de vida y nuestro entorno.

Poco a poco, la corrupción dentro de la función pública, ha llevado a las personas a alejarse de este foro de discusión, a permanecer ajenos, abstraídos y lejanos a ese derecho fundamental.

Lo anterior es aprovechado paradójicamente, justo por quienes ejercen las conductas más corruptas de todas, los cuales llegan o permanecen en las altas esferas del poder y a quienes poquísimo les importa el bienestar colectivo y el avance más pleno y profundo de nuestra historia a costa de su propio y mezquino beneficio individual.

El rol de la denuncia frente a actos de corrupción.

Contrario a este panorama desalentador, brindan una bocanada de aire fresco las personas funcionarias que deciden romper con el círculo vicioso y denunciar los actos irregulares frente a las autoridades, es decir, todos aquellos actos indebidos e ilícitos.

Y es que, al final del día estoy seguro de que, si tuviéramos la oportunidad de escoger, pues escogeríamos vivir en un país ordenado, limpio, justo y sin esa corrupción silenciosa y cancerígena, pero puede que no sepamos cómo lograrlo.

Aquellas personas que han decidido tomar un paso al frente, pese a las presiones, el miedo y la intimidación, reafirman que hay otras posibilidades y que aún se debe seguir insistiendo por construir una mejor versión de lo que conocemos actualmente, aunque nos encontremos en medio de la tormenta.

Cada dato, cada confesión, cada denuncia, sea anónima o frontal, nos acerca más a retomar los valores más puros de nuestro país y a luchar por limpiar esa podredumbre en la ahora nos encontramos.

No hay que darle ni un centímetro a la corrupción. A la corrupción se le incomoda, se le cuestiona con más fuerza de lo habitual, se insiste aunque sea difícil.

Esta es una lucha que no está perdida, pero requiere de personas que estemos dispuestas a permanecer juntas para resistir y sacar de los puestos de poder a quienes traicionan nuestros más profundos valores.

Que se multipliquen las personas honestas. No tengan miedo que no están solas.

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