Imaginemos nuestra comunidad como un jardín. En ocasiones, las malas hierbas crecen con vigor, ocultando las flores que están por brotar. Con cuidado y dedicación, podemos transformar este jardín en un espacio hermoso y próspero.
Es deseable construir el futuro inspirados en el pasado, tanto en los éxitos como en los fracasos. La memoria de los mayores ayuda a reconsiderar intentos que no funcionaron en el pasado. También, sirven de recordatorio de los principios medulares que han dado éxito por generaciones a la hora de edificar la nación que va siendo.
Los errores pueden ser considerados peldaños del éxito. Lejos de ser obstáculos, los fracasos son oportunidades para aprender, crecer y acercarnos más al logro. De ahí que se considere fundamental para el aprendizaje la decodificación de las experiencias de cualquier índole que se viven. Implica realizar un ejercicio de reflexión formulándose preguntas clave para identificar hechos, sentimientos, aprendizajes y mejoras.
Resulta ser muy diferente la experiencia de participar en un taller en línea sobre cómo nadar estilo libre, incluyendo técnicas de brazada, respiración y posición del cuerpo. Otra cosa es saltar a una piscina, que es la única forma de constatar si se aprende y se mejora en la natación o no. Lo mismo sucede con la acción comunitaria y la política pública: una cosa es opinar y la otra arremangarse y servir.
Gandhi es un buen ejemplo de una vida experimental dedicada al servicio de la comunidad. Como el método científico, Gandhi fue formulando hipótesis entre sus ayunos y sus ejercicios de resistencia no violenta, y fue ajustando el rumbo para empoderar a su pueblo en la resistencia a la ocupación del imperio británico. Cualquier persona puede ser agente de cambio en su comunidad si se lo propone.
Hay experimentos de mayor escala relativos al número de participantes que forman parte de estos. Por ejemplo, la apertura comercial costarricense fue una oportunidad única que el país supo aprovechar. El enfoque estratégico que tuvo esta política pública ha tenido un impacto perdurable por generaciones.
Adonde se falló fue en ser más efectivos distribuyendo las oportunidades que debía producir el sistema de educación pública. Los beneficios que ha generado la apertura comercial se han visto concentrados en pocas manos que han tenido abundante provecho, desde emprendedores, inversionistas y exportadores, hasta graduados universitarios y otros operarios que supieron asumir riesgos muy bien administrados.
¿Qué podría aprender el país a partir de los éxitos de la apertura comercial y los fracasos en distribución de riqueza? Quizás el mayor aprendizaje es que cada individuo puede elegir la responsabilidad del inquilino, que utiliza un espacio, aunque no cuide de él de la forma más adecuada. O también podría ejercer el papel del arquitecto, que asume la responsabilidad ética, profesional y artística de crear espacios funcionales facilitando la procreación de la belleza y la vida. En comunidad, la decisión recae en cada ciudadano.
Escuche el episodio 233 de Diálogos con Álvaro Cedeño titulado “Inquilinos o arquitectos”.
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Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.