La demencia es uno de los principales problemas de salud pública a nivel mundial que afecta actualmente a más de 55 millones de personas, con proyecciones alarmantes que indican que esa cifra podría triplicarse para 2050, alcanzando alrededor de 152 millones de personas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En Costa Rica no contamos con datos precisos al respecto. Sin embargo, estadísticas de la Alzheimer's Desease International (ADI) reflejan que en el país unas 30.000 personas viven con demencia y se proyecta que este número se incrementará en un 433%, llegando a afectar a 160.000 personas en el año 2050.  Este trastorno neurodegenerativo plantea retos no solo para quienes lo padecen, sino también para sus familias, comunidades y el sistema de salud costarricense. La urgencia de combatir el estigma y la desinformación alrededor de la demencia nunca ha sido mayor, ya que las acciones que tomemos hoy tendrán un impacto profundo en el futuro de la atención y apoyo a esta población vulnerable.

La demencia no es una enfermedad única, sino un síndrome causado por diferentes enfermedades que afectan al cerebro, interfiriendo en la memoria, el pensamiento y la capacidad de realizar actividades cotidianas. La forma más común de demencia es el Alzheimer, que representa entre el 60% y el 70% de los casos. Otras formas de demencia incluyen la demencia vascular, que ocurre por problemas en la circulación sanguínea del cerebro; la demencia con cuerpos de Lewy, caracterizada por la acumulación anormal de proteínas en las células nerviosas; y la demencia frontotemporal, que afecta principalmente la personalidad y el comportamiento debido a la degeneración de los lóbulos frontal y temporal.

Aunque la demencia es más común entre las personas mayores, no es una parte normal del envejecimiento. Existen casos de demencia de aparición temprana, que afecta a personas antes de los 65 años. Además, factores como la educación, la actividad física y el control de la salud cardiovascular pueden influir significativamente en el riesgo de padecer esta condición.

Reconocer los signos tempranos de la demencia es crucial para buscar un diagnóstico oportuno, que puede mejorar el acceso a tratamiento y apoyo. Estos son algunos de los signos más comunes:

  • Pérdida de memoria que afecta la vida diaria.
  • Dificultad para realizar tareas familiares.
  • Problemas con el lenguaje, como olvidar palabras o usar palabras incorrectas.
  • Desorientación temporal y espacial, perdiéndose en lugares conocidos.
  • Deterioro del sentido de la realidad, olvidando fechas o lugares.
  • Dificultad para seguir el hilo de conversaciones o tareas.
  • Colocar objetos en sitios inusuales, como las llaves en la nevera.
  • Cambios de humor y comportamiento, incluyendo irritabilidad y ansiedad.
  • Problemas visuales y espaciales, como dificultad para juzgar distancias.
  • Retraimiento social y laboral, evitando actividades que antes disfrutaban.

Aunque no existe una cura para la demencia, lo más cercano a ello son medicamentos aprobados en los últimos años para tratar la enfermedad en sus primeras etapas retardan el deterioro de la memoria y el pensamiento. A pesar de esto, es mucho lo que podemos hacer desde lo no farmacológico para mejorar la calidad de vida tanto de las personas que viven con esta condición como de sus cuidadores. Las actividades físicas, la estimulación cognitiva y el entorno social activo pueden retrasar el avance de la enfermedad y mejorar el bienestar. Un enfoque integral para la atención de la demencia también debe incluir apoyo psicológico para los cuidadores, quienes a menudo enfrentan agotamiento físico y emocional debido a las demandas del cuidado diario.

La edad sigue siendo el mayor factor de riesgo para la demencia, pero no es el único. Se ha demostrado que ciertos hábitos de vida pueden reducir el riesgo de desarrollar demencia, como:

  • Hacer ejercicio regularmente.
  • Evitar el consumo nocivo de alcohol y no fumar.
  • Mantener una dieta saludable, rica en frutas, verduras y grasas saludables.
  • Controlar el peso, la presión arterial, el colesterol y la glucosa.
  • Evitar el aislamiento social y mantener un nivel activo de actividad cognitiva.
  • Combatir la depresión y otros problemas de salud mental que pueden aumentar el riesgo de deterioro cognitivo.

Otros factores, como la contaminación del aire, también han sido identificados como riesgos emergentes, lo que refuerza la necesidad de políticas públicas ambientales saludables para mitigar el impacto de estos elementos en la salud cerebral.

El rol de las comunidades: cómo podemos ayudar

La lucha contra la demencia no puede recaer únicamente en el sistema de salud. Las comunidades también juegan un papel clave en brindar apoyo a las personas que conviven con esta condición. ¡Todos podemos colaborar! Algunas acciones que se pueden implementar incluyen:

  • Educación y sensibilización: Informar a la comunidad sobre qué es la demencia y cómo interactuar respetuosamente con quienes la padecen.
  • Entornos inclusivos: Adaptar espacios públicos para que sean amigables y accesibles para personas con demencia.
  • Apoyo a cuidadores: Crear grupos de apoyo para cuidadores, ofreciendo servicios de respiro y capacitación para manejar mejor los desafíos emocionales y físicos del cuidado.
  • Actividades intergeneracionales: Fomentar la interacción entre jóvenes y adultos mayores, promoviendo el respeto y la inclusión.
  • Centros diurnos: Estas instituciones comunitarias pueden ofrecer programas especializados de estimulación cognitiva, espacios de respiro y apoyo a cuidadores.
  • Gobiernos locales:  Deben fortalecer las acciones que ayudan a la población a mantener estilos de vida saludables.

Costa Rica, ¡Es hora de actuar por la demencia! Este es problema de salud pública que no podemos desatender, más aún frente al desafío del envejecimiento que experimenta nuestro país. Estamos frente a retos sociales, económicos y emocionales que requieren una respuesta integral para garantizar un futuro más inclusivo y empático. La acción país más urgente es actualizar el “Plan Nacional Alzheimer y otras demencias asociadas 2014-2024” e instar al gobierno a preparar, adaptar y brindar atención a las personas afectadas y a las personas a cargo de su cuidado. Los sistemas asistenciales y de salud y la respuesta comunitaria tendrán que adaptarse para garantizar que las personas que conviven con demencia puedan acceder al mejor tratamiento disponible.

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