Diciembre es un mes de reuniones familiares, celebraciones, o encuentros que renuevan la esperanza y los afectos. Pero también, es un mes en el que muchos adultos mayores ven vulnerados sus derechos.
Lamentablemente, durante estas fiestas de fin de año se registra un aumento de situaciones de abandono, negligencia y maltrato, incluyendo el abandono hospitalario, una de las expresiones más dolorosas y silenciadas de la violencia intrafamiliar, en perjuicio de la población adulta mayor.
Es verdaderamente preocupante que cada año aumenten los casos de personas mayores que son dejadas en hospitales, albergues o incluso en situaciones de total desamparo, mientras sus familiares “se toman un respiro” para disfrutar las festividades, en un mes en el que debería prevalecer la unión familiar y el afecto.
Este problema social, que emerge con particular fuerza en diciembre, no es solo una conducta reprobable y vergonzosa: a todas luces constituye una forma de violencia, una negación de derechos y un reflejo de las desigualdades sociales que todavía persisten en nuestra sociedad.
El abandono no siempre se expresa como un acto explícito de dejar a una persona en algún lugar; también se manifiesta en descuidos constantes, en la falta de acompañamiento y en no asegurar condiciones dignas de vivienda, alimentación o afecto.
Lamentablemente, en diciembre, cuando la vida social se acelera, estas manifestaciones de violencia se vuelven más visibles y dolorosas, generando un impacto mayor en la calidad de vida de las personas adultas mayores.
Es claro que esta población requiere cuidados especializados, pero sobre todo, necesita vínculos que son fundamentales para su salud física y mental: presencia, escucha, cariño y reconocimiento.
Porque debemos saber que el bienestar emocional y salud mental de las personas adultas mayores, se ven profundamente afectados con el abandono, o cuando sienten que estorban, son una carga para sus familias o que su presencia interrumpe la agenda festiva de quienes deberían ser su red principal de apoyo.
El abandono de las personas adultas mayores no se trata únicamente de un problema familiar, es un problema social y ético que exige reflexión colectiva.
Por eso, desde el Colegio de Trabajadores Sociales de Costa Rica queremos hacer un llamado urgente a la población para que, estas celebraciones de fin y principio de año, dejen de representar un escenario de abandono y se convierta en un mes de amor y compromiso hacia la población adulta mayor.
No podemos permitir que el agotamiento, el estrés de fin de año o la búsqueda de entretenimiento se conviertan en excusas para desentendernos de quienes alguna vez sostuvieron nuestros caminos, cuidaron de nosotros o construyeron el país que hoy disfrutamos.
Tampoco podemos normalizar prácticas que disfrazan el abandono de “descanso temporal” o “pausas necesarias”. La responsabilidad hacia las personas adultas mayores es continua, ética y afectiva; es un compromiso de todo el año y que debe ser aún más fuerte en estas fiestas de fin y principio de año.
Hoy, instamos a las familias a planificar sus celebraciones con responsabilidad, garantizando que las personas adultas mayores reciban el acompañamiento necesario. Les invitamos a incluirlas en las actividades navideñas y a adaptar los espacios para que se sientan parte, reconociendo sus historias y aportes con gestos fundamentales para su dignidad.
Porque la vejez no debe ser sinónimo de abandono. Cuidar, acompañar y respetar a las personas adultas mayores es un acto de justicia, de humanidad y de memoria.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.




