No es un secreto que en las últimas semanas nuestra política nacional se ha convertido en lo que vendría siendo un reality show. Todos los días hay peleas nuevas, enemistades, traiciones, gritos, contestaciones a los ataques de la conferencia de los miércoles, entre mucho más, pero lo que sí es seguro es que nunca dejan de sorprendernos.

Esta semana ha sido vivo ejemplo de eso, desde nuestro presidente llamando a un diputado “La Loca de Gandoca” (sin conocer el contexto de fondo), una diputada llamando a su colega, la diputada Cisneros, “La Loca de Místico” pero lo más triste de todo es escuchar a un diputado oficialista llamar a la señora diputada Dinorah Barquero “La loca de Alajuela”, mientras todas sus compañeras de fondo reían a carcajadas.

En eso se traduce el día a día de nuestra política nacional. Altanerías desde casa presidencial, amenazas, acusaciones y los malos chistes que se dan en nuestro parlamento. Desde matonerías, burlas ideológicas, apología a las enfermedades mentales e incluso comentarios ofensivos cargados de tintes homofóbicos provenientes de Zapote. Vivimos una política donde los padres y madres de la patria son figuras mediáticas, les encantan las luces reflectivas, el drama, estar en la mira de todos, pero los vemos trabajar muy poco. Despachos con muy pocos resultados, diputaciones que hablan más por videos de Tik Tok que en su propio curul.  Es triste que en nuestro país las noticias que vemos sean que esta semana le tocó a tal diputado pelearse con el presidente o escuchar algún escándalo que se dio en Cuesta de Moras.

Más que representantes dignos donde nos sintamos orgullosamente representadas y representados vemos adultos malcriados, que buscan defender su imagen a capa y espada, observamos en sus actitudes agresivas el reflejo de la ola de violencia que vive nuestro país, donde hemos alcanzado cifras históricas entre peleas y asesinatos. Pero ¿cómo reclamamos sobre una sociedad violenta y tan llena de rencor cuando los miércoles vemos a nuestro mayor representante a nivel país gritarle a un periodista o día a día vemos en sesiones a diputados en sus respectivos tiempos atacando verbalmente a otros?

¿De qué manera le reprochamos a las y los adolescentes que son victimarios de bullying sobre el por qué de su actitud cuando nos toca presenciar a nuestro presidente humillar acongojantemente a sus ministras y ministros? ¿Cómo se le exhorta a nuestra población su nula comprensión o interés por nuestro panorama político cuando nos toca ser observadores en nuestra Asamblea Legislativa de diputaciones que se dedican a realizar ataques directos a las estructuras políticas, pero en sus dos años de gestión no han podido presentar más de 8 proyectos de ley?

Concluyo esta intervención recalcando mi preocupación por la inmadurez y la violencia que se vive todos los días en los principales poderes del Estado. No es posible que nuestros principales representantes no se porten a la altura de su investidura. Más que llegadas polémicas a la Asamblea Legislativa entre cámaras y escoltas o comentarios agresivos y sarcásticos direccionados a Zapote. Nuestro país merece líderes y lideresas que busquen un bien común, que más que hacer crecer su rating como personaje político o campaña para las siguientes elecciones, busquen apresurar la agenda legislativa, concentrarse en lo primordial y que el bien común sea el centro de todo. Necesitamos ejemplos reales de diálogo, una correcta oratoria, soltar más esos discursos que hacen ver a nuestro congreso como un taller de lectura y empezar a hacer un control político sincero y a la altura.

Nuestra política necesita limpiarse de todos estos “showman”, nuestra política ocupa urgentemente curarse. Dejar de ser un campo de guerra, donde dardos venenosos se disparan por doquier. Debemos dejar de lado esas posiciones agresivas y humilladoras. Olvidar la idea de que las fracciones son enemigas, borrar el pensamiento de una inexistente rivalidad entre el parlamento y nuestro presidente. Tener en cuenta en que tanto el poder ejecutivo y el poder legislativo deben tener un objetivo en común, Costa Rica.

La mejor venganza es ser diferente a quien causó el daño” -Marco Aurelio

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