Próximos a celebrar el bicentenario de la incorporación del partido de Nicoya, es necesario analizar aspectos que históricamente han definido este acontecimiento de gran relevancia para Costa Rica.  

En este caso, no se abordará el término de “anexión” por ser una palabra que no se utilizó en los documentos de la época ni en la misma acta, así como también, por el hecho de que la efeméride avalada por la Asamblea Legislativa vigente en el decreto 2034 de 1956 se refiere a la palabra “incorporación”. Es así como en las siguientes líneas se utilizará este concepto y el de “agregación”, vocablos más neutros en el contexto histórico de 1824. 

El partido de Nicoya se estableció por Real Cédula el 23 de diciembre de 1786 cuando se creó la Intendencia de Nicaragua, como consecuencia del mandato de Carlos III, rey de España. Este territorio se extendía desde el oeste del río Tempisque hasta el océano Pacífico y desde el norte del río Salto hasta el río la Flor y el lago de Nicaragua, que era el límite con la provincia de Nicaragua (Obregón, 2002), y fue parte de dicha Intendencia, al menos en el plano administrativo. 

Por consiguiente, hablar de la “anexión de Guanacaste” no es posible históricamente, ya que el territorio que se agregó comprendía solamente Nicoya, Santa Cruz y villa de Guanacaste (actual Liberia), como se puede visualizar en el mapa 1. 

La conformación territorial del actual Guanacaste iniciaría en 1835 con la designación de “Departamento de Guanacaste” el cual incluía, además Cañas y Bagaces. Posteriormente, a partir del censo de 1864, los pueblos de Cóbano, Paquera y Lepanto se integrarían como parte de la provincia de Puntarenas (antes del partido de Nicoya) y, finalmente, Abangares se incluiría como parte de Guanacaste en 1915, por lo que la reconfiguración de esta provincia dista significativamente de la antigua demarcación territorial del partido de Nicoya.

El vínculo político desarrollado por el partido de Nicoya con respecto a la Intendencia de Nicaragua conllevó a que los cabildos constitucionales de Nicoya y villa Guanacaste le rindieran cuentas, hasta prácticamente las postrimerías del proceso de agregación, en 1824. Además, es importante mencionar que el cabildo de Santa Cruz se estableció hasta abril de 1824, es decir, meses antes del proceso de incorporación gestado el 25 de julio de 1824. 

Así, cada 25 de julio se celebra aquel acontecimiento donde en cabildo abierto al menos de nombre, (Fernández, 2014), los poblados de Nicoya y Santa Cruz decidieron por su propia voluntad incorporarse a Costa Rica, ya que villa Guanacaste lo haría prácticamente 10 años después (Sibaja y Zelaya, 1974, 2015). 

Lo que hemos visto tradicionalmente es que Costa Rica significó para el partido de Nicoya una opción, puesto que Nicaragua estaba inmersa en una guerra civil, lo que probablemente sopesó para la toma de decisiones por parte de la élite local, gobernada por los Viales-Briceño.

En ese sentido, es sustantivo destacar que esa decisión no fue uniforme ni consensuada y se aprecia en primer lugar, cuando villa Guanacaste rechazó la invitación en mayo de 1824. Santa Cruz decidió en junio de ese mismo año apoyar la decisión que asumiera el cabildo de Nicoya (fuese aceptar o rechazar la invitación) y, este último ayuntamiento, primeramente, rechazó la invitación el 4 de julio, pero 21 días después cambian radicalmente de posición y terminan por aceptar agregarse a Costa Rica, de ahí por qué solo existe un acta nada más, la del 25 de julio de 1824 del cabildo de Nicoya. 

Ahora bien, a través del tiempo se ha insistido en las bondades que Costa Rica ofrecía a los poblados de Nicoya y Santa Cruz, que representaban 77 % de la población del partido, lo que legitimaba le decisión tomada y que, con base en estas optaran por su incorporación, aunque es necesario aclarar que los acuerdos tomados no se debieron a sentimientos patrióticos o nacionalistas, ya que los estados nacionales apenas se estaban construyendo (Buska, 2006). 

Sin embargo, ¿realmente Costa Rica constituyó para el partido una necesidad imperante, dadas sus bondades, o fue el territorio del partido de Nicoya quien representó para Costa Rica una alternativa decisiva? 

El hecho de que Costa Rica fuese la última en incluirse a la Federación en 1824, posibilitó invitar al partido de Nicoya el 5 de marzo de ese mismo año a formar parte de su reciente Estado, para luego, sus diputados integrarse al Congreso que se había establecido en Asamblea Nacional Constituyente para esa misma fecha; lo que imposibilitaría a Nicaragua reclamar dicho territorio a Costa Rica, ya que la soberanía ahora residiría en el Congreso Federal, lo cual podría considerarse como una estrategia significativa. 

No hay que olvidar que el partido de Nicoya había evidenciado su pertenencia a Nicaragua desde prácticamente la fundación del cabildo constitucional en mayo de 1813, así como en documentos enviados a León en 1821 y a Granada en 1822, en el acta del 4 de julio, en la del 25 de julio, y finalmente, en la soberanía que tuvo el Congreso Federal sobre el territorio del partido de Nicoya, dado que este estuvo integrado únicamente por los Estados de Guatemala, Honduras, el Salvador, Nicaragua y Costa Rica, pero dicho partido nunca se unió al proyecto de la Federación Centroamericana. 

Lo anterior se evidencia cuando fue el Congreso Federal quien tomó la decisión provisional en diciembre de 1825 y avaló, finalmente, la agregación del partido de Nicoya a Costa Rica en marzo de 1826, lo que demuestra que el partido de Nicoya fue tomado como parte de un “Estado” miembro de la República Federal y que no era Costa Rica precisamente. 

Dado lo anterior, resulta comprensible por qué el territorio del partido de Nicoya no fuera considerado como parte de Costa Rica en la Constitución Política de 1825, aunque desde el 24 de julio de 1824 había decidido agregarse.

En palabras de Fernández (2017), Costa Rica se movió hábilmente en los pasillos de la República Federal y con un mínimo de inversión y sin batallas gracias a que Nicaragua respetó las mismas reglas, aumentó su territorio, aseguró su puerto en el océano Pacífico y quedó en situación de reclamar participación en un posible canal interoceánico. 

Como se puede apreciar en el siguiente mapa, el partido de Nicoya era crucial para Costa Rica, porque de no poseerlo era vulnerable, no solo en su frontera norte, sino también, por mar y tierra en su demarcación oeste, lo que ocasionaría que su resguardo fuera muy complicado, porque quedaría rodeado por un amplio territorio que iba del río Tempisque y desde el norte del río Salto hasta el lago de Nicaragua. Eso significaría custodiar una frontera terrestre de más de 100 km de distancia en su parte oeste. 

Otro elemento considerado decisivo para Costa Rica era el resguardo de su principal puerto de exportación que estaba en el Pacífico, máxime en el contexto de apogeo de la producción de café que le había permitido involucrarse en el mercado internacional. No hay que olvidar que la ruta de exportación hacia Limón tendría su desarrollo con la construcción de ferrocarril, posterior a 1870. 

Una situación que no podía obviarse es que isla Chira pertenecía al partido de Nicoya y debido a su ubicación geográfica, el golfo de Nicoya hubiese sido considerado aguas internacionales y ante una eventual invasión por mar, Costa Rica se enfrentaría con el hecho que isla se encontraba a pocos kilómetros de su costa y, que la principal ruta de exportación estaba en el Pacífico, lo cual vulneraba no solo su geopolítica, sino su capital ruta económica. 

Entonces, agregarse esa porción territorial no era un asunto tan simple para Costa Rica como solo lograr expandir su espacio geográfico, sino que significó un aspecto vital, por lo que las autoridades de Costa Rica fueron las que tomaron la decisión de enviar la invitación a los tres ayuntamientos el 5 de marzo de 1824, en donde el resguardo de sus fronteras por mar y tierra al norte-oeste, y el de su principal puerto de exportación que estaba en el pacífico, convirtieron al territorio del partido de Nicoya en un objetivo que abordaron hábilmente en los pasillos de la Federación. 

 De esa manera, próximos a celebrar el bicentenario es importante analizar este proceso más allá de lo que históricamente se ha estudiado, debido a que para el partido agregarse fue una opción, pero, para Costa Rica una necesidad estratégica, lo cual que no se debe olvidar. 

La incorporación del partido de Nicoya fue una decisión que fue tomada por una élite local (los Viales-Briceño), que controló el cabildo de Nicoya desde 1820 hasta 1824 lo que mostraba su poderío, ya que el acceso a estos puestos estaba destinado a un grupo privilegiado que se diferenciaba del resto de la población, y que representó aproximadamente un 54 % como electores y quedó un 60% como electos en el ayuntamiento, además de representar un 44 % como firmantes del acta de agregación. Santa Cruz apoyó la decisión de Nicoya y villa Guanacaste declinó seguir vinculada a Nicaragua. 

Por consiguiente, históricamente la frase “de la patria por nuestra voluntad”, aunque si bien es cierto aduce a una decisión homogénea y amplia, en realidad fue la voluntad de una élite específica en Nicoya (solo existe el acta del cabildo de Nicoya) que tuvo el apoyo de Santa Cruz mediante un cabildo abierto de nombre (no fue una consulta popular en la que todos participaron), y esa voluntad indiscutiblemente, fue la de una familia que sopesó sus intereses donde vieron a Costa Rica como una opción y que, a pesar de la anarquía que vivía Nicaragua, no había afectado al partido directamente. De ahí por qué las decisiones de Nicoya, Santa Cruz y villa Guanacaste no fueron uniformes ni consensuadas, y que el 25 de julio de 1824 apenas marcaría el inicio de todo un proceso de agregación de larga duración, iniciado desde 1786 hasta 1858 con el tratado de Cañas-Jerez, donde el antiguo territorio del partido de Nicoya pasó a formar parte inherente de Costa Rica.

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