En la ciudad de Cambridge, al final de la calle King’s Parade, se encuentra el King’s College, colegio miembro de la conocida Universidad y difícil de confundir gracias a su gran capilla gótica.

Allí en King’s también se encuentra conservada la colección de cartas de John Maynard Keynes, profesor de dicho Colegio y padre de la macroeconomía.

Entre las epístolas conservadas, están aquellas intercambiadas durante la Segunda Guerra Mundial por Keynes con Friedrich Hayek, en ese entonces refugiado en Cambridge, junto con el resto de la Universidad London School of Economics.

Durante su estadía en Cambridge, Hayek dedica su tiempo a escribir su conocido libro, "Camino a la Servidumbre". El argumento del libro puede resumirse en la idea de que cada vez que se cede poder frente al Estado en el tema económico, se pierde libertad individual y se da un paso hacia una eventual tiranía absoluta.

Keynes no pensaba igual. Así se lo manifestó a Hayek en una carta con fecha del 28 de junio de 1944, enviada desde Washington donde esperaba el comienzo de los acuerdos de Bretton Woods.

En ella, aparte de reconocer que es un excelente libro, le comenta a Hayek que para él la planificación y concentración de poder no son malas, siendo el problema real que existen manzanas podridas que lo usarán de forma negativa.

La Ley Jaguar

De seguro Hayek se sentiría orgulloso de la respuesta por parte de gran parte de los políticos locales a la propuesta de referendo de la Administración Chaves.

Es claro que concentrar poder para planificar y quitar controles a cualquier funcionario público, de entrada, parece ser una mala idea, o por lo menos una que debe ser vista con sospecha, más aún cuando el funcionario que se beneficia es el presidente.

Sin embargo, llama la atención cómo muchos de los que ahora están en contra de la concentración de poder que intenta el Presidente Chaves, apoyaban que durante la época de pandemia, el Poder Ejecutivo concentrara poderes de manera que no se veía en Costa Rica desde la Guerra Civil de 1948.

De hecho, igual que Keynes, creían en la bondad de los funcionarios públicos y apoyaban los actos que se imponían a la población con los nuevos poderes adquiridos.

¿Será entonces que para muchos actores políticos el problema no es la concentración de poder, sino quién la está haciendo? Esperemos que no sea así y que la oposición a la Ley Jaguar sea por convicción y no simple hipocresía.

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