La demanda contra Costa Rica, por el caso Crucitas, en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI) ha sido retirada, según ha informado la Casa Presidencial. Concluye así un capítulo muy complicado de nuestra historia minera reciente. Aunque todavía están pendientes algunos detalles y pasos administrativos del procedimiento judicial, pareciera que la renuncia de la compañía a la demanda ha sido admitida. Estamos esperando que sea publicada la sentencia definitiva del laudo, para conocer los detalles relevantes del caso y despejar todas las dudas.
Mientras tanto, es necesario reflexionar y prepararse para lo que sigue: Consultas acerca de la constitucionalidad de los procesos, propuestas y acciones legales ante la Asamblea Legislativa y, en concreto, tomar la decisión de qué hacer con ese valioso recurso natural nacional.
Uno de los mayores desastres ambientales de nuestra historia
La situación que ha causado todo este conflicto se originó, entre otros asuntos, en los cuestionamientos del contrato minero, circunstancias en los procesos administrativos, la debilidad de los beneficios netos que adquiriría Costa Rica, y las moratorias dictadas en su momento. Aparte de ello, la cancelación de la concesión minera se fundamentó también en alegatos de procedimiento y argumentos supuestamente “ambientalistas”. Todo esto fue realizado de manera atropellada, poco planificada, irreflexiva, con un elevado contenido ideológico y sin una visión futura acerca del destino y seguridad del yacimiento, lo cual, curiosamente, sigue siendo defendido por sus perpetradores. Adicionalmente, la inexplicable inacción y pasividad de los gobiernos anteriores promovió la invasión de personas, la mayoría extranjeros, quienes aparte de extraer y robarnos el preciado mineral, de las capas más someras del yacimiento, han causado uno de los desastres ambientales de mayor envergadura de la historia costarricense, sobre todo por el uso indebido de sustancias restringidas y altamente contaminantes.
Los desafíos siguientes
Ahora se abre una página nueva de esta historia, por lo que es necesario explorar y definir, pronto, las opciones y soluciones que más beneficien a Costa Rica. Es crucial plantear el futuro de este y de otros recursos naturales del subsuelo nacional, pues representan una oportunidad única para sustentar nuestro desarrollo y el bienestar de las generaciones futuras.
Es hora de cambiar de actitud. No conviene seguir aplicando un “no” radical ante las opciones para el aprovechamiento de nuestros recursos naturales, bajo el argumento de que no hay manera de evitar el deterioro del ambiente. La tecnología, los procedimientos y métodos modernos han reducido enormemente esa posibilidad y, además, una vez finalizadas las actividades, se aplican estrategias de recuperación del territorio, de gran efectividad. Esta será la forma de neutralizar las “alarmas” que esgrimen quienes se han opuesto, con sus acciones e ideología, al desarrollo nacional.
La clave del éxito, en un caso como este u otros de índole minera, se encuentra en el nivel de exigencia y calidad ambiental de las propuestas técnicas y su control (e.g. aprovechamiento artesanal, operaciones a cielo abierto y/o subterráneas, escala de la actividad, etc.). Sin embargo, para garantizar la efectividad de los procedimientos de supervisión y fiscalización respectivos, es fundamental la participación de las instituciones a cargo de esos temas, como por ejemplo la Secretaría Técnica Nacional del Ambiente (SETENA) y la Dirección de Geología y Minas (DGM). Para ello deberán ser reforzadas y fortalecidas, pues en la actualidad carecen de los recursos necesarios para enfrentar el desafío.
La protección y seguridad del yacimiento en Crucitas son, ahora, factores urgentes, claves y prioritarios para evitar todavía más deterioro ambiental y que continúe la extracción ilegal y contrabando del oro.
Cambiar la actitud
Debe detenerse el condicionamiento del desarrollo sostenible de Costa Rica mediante el “No” crónico y aberrante, y sustituirlo por el “Sí, pero…”. Para ello se necesita, por supuesto, el análisis detallado de los costos, pasivos, externalidades y del equilibrio con los beneficios esperables, tanto desde las perspectivas ambientales, como de las sociales y económicas. Adicionalmente conviene, desde ya, pensar en cómo serán administradas las ganancias netas que se obtendrán, para que contribuyan efectivamente a sustentar nuestro desarrollo y no sean dilapidadas, como ha sucedido con otros recursos. Los desarrollos mineros, si se llegan a realizar de manera sostenible, conllevan aportes económicos y sociales paralelos que benefician a las comunidades donde se efectúan y, por supuesto, al resto del país.
El Colegio de Geólogos de Costa Rica y el Comité Costarricense de Ingeniería Geológica y del Ambiente, una vez más, se ofrecen para colaborar en este proceso, a todas luces prometedor para nuestro bienestar futuro.
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